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A pesar de lo que habнa pensado al principio, a Cordelia no le resultу tan difнcil tratar al tropel de guardias personales que circulaban por su casa. Ella en Estudios Astronуmicos Betaneses y Vorkosigan en el servicio militar de Barrayar, ambos habнan aprendido lo que era la convivencia. Cordelia no necesitу mucho tiempo para comenzar a conocer a las personas de uniforme y a tratarlos en sus propios tйrminos. Los guardias formaban un grupo de jуvenes animosos, elegidos por su servicio y orgullosos de ello. Aunque cuando Piotr tambiйn se encontraba en la casa con todos sus hombres de librea, incluyendo a Bothari, se acentuaba la sensaciуn de estar viviendo en un cuartel.
Fue el conde quien sugiriу un torneo informal de combate cuerpo a cuerpo entre los hombres de Illyan y los suyos. A pesar de que el comandante de seguridad murmurу algo vago sobre efectuar un entrenamiento gratuito a expensas del emperador, montaron un cuadrilбtero en el jardнn trasero y la contienda se convirtiу en una tradiciуn semanal. Hasta Koudelka intervenнa como juez y arbitro, con Piotr y Cordelia como pъblico. Para satisfacciуn de esta ъltima, Vorkosigan asistнa siempre que se lo permitнan sus obligaciones; Cordelia sentнa que йl necesitaba descansar de la rutina a la cual se veнa sometido por su trabajo.
Una soleada maсana de otoсo, asistida por su doncella, Cordelia se estaba acomodando en el sillуn del jardнn para presenciar el espectбculo, cuando de pronto observу: — їY tъ por quй no participas, Drou? Sin duda te conviene la prбctica tanto como a ellos. La excusa para iniciar esta costumbre fue que todos debнan mantenerse en buena forma.
Droushnakovi mirу con anhelo el cuadrilбtero, pero dijo:
— Nadie me ha invitado, seсora. — Alguien ha cometido un descuido imperdonable. Ya verбs, ve a cambiarte de ropa. Tъ serбs mi equipo. Aral podrб buscarse el suyo hoy. Una buena competiciуn en Barrayar debe contar con al menos tres equipos, al menos eso dice la tradiciуn.
— ї Cree que estarб bien? — preguntу ella, dudosa -. Tal vez no les guste la idea.
Droushnakovi se estaba refiriendo a los que ella llamaba los «verdaderos» guardias, los hombres de librea. — A Aral no le importarб. Cualquiera que tenga alguna objeciуn podrб discutirlo con йl. Si se atreve. — Cordelia sonriу, y despuйs de devolverle la sonrisa, Droushnakovi se marchу.
Aral llegу para acomodarse a su lado, y ella le hablу de su plan. Йl alzу una ceja.
— їInnovaciones betanesas? Bueno, їpor quй no? Aunque prepбrate para las burlas.
— Estoy preparada. No se mostrarбn tan propensos a las bromas si logra derribar a algunos de ellos. Creo que podrб… en Colonia Beta esta muchacha ya serнa jefe de un comando. Desperdicia su talento dando vueltas a mi alrededor todo el dнa. Si no puede… bueno, entonces sabremos que no deberнa ser mi guardaespaldas, їno? — Cordelia lo mirу a los ojos.
— Me has convencido… Me asegurarй de que, en la primera vuelta, Koudelka le designe a un contrincante de altura y peso similares. En tйrminos absolutos es un poco pequeсa.
— Es mбs alta que tъ.
— Pero yo debo de pesar algunos kilos mбs que ella. De todos modos, tus deseos son уrdenes para mн. Uuf. — Se levantу de nuevo y fue a hablar con Koudelka para que apuntase a Droushnakovi en su lista. Cordelia no oнa lo que decнan al otro lado del jardнn, pero inventу su propio diбlogo basбndose en los gestos y expresiones, y lo siguiу en un murmullo:
— «Aral: Cordelia quiere que Drou participe. Kou: ЎOh! їPara quй queremos chicas? Aral: Es fuerte. Kou: Siempre lo complican todo, y luego empiezan con las lagrimitas. El sargento Bothari la aplastarб…» Hum, espero que tu gesto haya significado eso, Kou, o de otro modo te estбs volviendo obsceno… y borra esa sonrisa de tu rostro, Vorkosigan. «Aral: Mi mujercita insiste. Kou: Oh, estб bien.» ЎPuf! Transacciуn completa: el resto depende de ti, Drou.
Vorkosigan regresу junto a ella.
— Todo listo. Comenzarб enfrentбndose a uno de los hombres de papб.
Droushnakovi regresу vestida con un pantalуn ancho y una camiseta de punto, lo mбs parecido que encontrу a los trajes de entrenamiento masculinos. El conde saliу a conferenciar con el sargento Bothari, el lнder de su equipo, y a buscar un lugar junto a ellos para calentarse los huesos al sol.
— їQuй es esto? — preguntу Piotr cuando Koudelka llamу a la segunda pareja, uno de cuyos contrincantes era Droushnakovi -. їEstamos importando costumbres betanesas?
— La muchacha tiene un gran talento natural — le explicу Vorkosigan -. Ademбs, necesita la prбctica tanto como cualquiera de ellos… mбs; su misiуn es la mбs importante de todas.
— Y luego querrбs incluir mujeres en el Servicio — se quejу Piotr -. Me gustarнa saber dуnde acabarб este disparate.
— їQuй tendrнa de malo incluir mujeres en el Servicio? — preguntу Cordelia para azuzarlo un poco. — Es poco militar — replicу el anciano. — En mi opiniуn, «militar» es cualquier cosa que sirva para ganar la guerra. — Esbozу una dulce sonrisa. Un pellizco de Vorkosigan le advirtiу que no siguiese con el tema.
De todas formas no fue necesario, ya que Piotr emitiу un gruсido y se volviу para observar a su luchador. El hombre del conde cometiу el error de subestimar a su oponente, y lo comprendiу cuando sufriу la primera caнda. Esto lo despertу considerablemente. Los espectadores gritaron sus comentarios, y йl la inmovilizу en la siguiente caнda.
— Koudelka ha contado un poco rбpido en esta ocasiуn, їno? — preguntу Cordelia cuando el luchador del conde permitiу que Drуьsknakovi se levantara tras la decisiуn.
— Hum, es posible — dijo Vorkosigan sin comprometerse.
— Ella estб reteniendo un poco sus golpes, me parece. Entre estos hombres no llegarб a la prуxima vuelta si continъa asн.
En el siguiente encuentro, el decisivo, Droushnakovi aplicу una buena llave en el brazo de su oponente, pero permitiу que йl se zafara.
— Oh, quй pena — murmurу el conde alegremente. — ЎDebiste haber dejado que se lo rompiera! — gritу Cordelia, cada vez mбs comprometida. El luchador del conde cayу sin ninguna elegancia -. ЎAcaba con йl, Kou! — Pero el arbitro, apoyado en su bastуn, lo dejу pasar. En todo caso, Droushnakovi aprovechу una ocasiуn para aplicarle una llave de cuello.
— їQuй espera ese hombre para rendirse? — preguntу Cordelia.
— Prefiere desmayarse — respondiу Aral -. De ese modo no tendrб que oнr a sus amigos.
Droushnakovi comenzaba a dudar al ver que el rostro bajo su brazo cobraba un tinte violeta. Cordelia presintiу que iba a soltarlo y saltу para gritar:
— ЎResiste, Drou! ЎNo permitas que te engaсe!
Droushnakovi lo sujetу con mбs firmeza y la figura dejу de luchar.
— Puede darlo por terminado, Koudelka — dijo Piotr, sacudiendo la cabeza -. Esta noche deberб estar de servicio. — Y asн, el tanto fue para Droushnakovi.
— ЎBuen trabajo, Drou! — exclamу Cordelia cuando la joven regresу a su lado -. Pero tienes que ser mбs agresiva. Libera tus instintos mбs asesinos.
— Estoy de acuerdo — dijo Vorkosigan de improviso -. Esa pequeсa vacilaciуn que has mostrado podrнa ser mortal… y no sуlo para ti. — La mirу a los ojos -. Estos combates son una prбctica para la vida real, aunque todos rezamos para que nunca llegue a presentarse una situaciуn semejante. La clase de esfuerzo extremo que se necesita deberнa ser automбtico.
— Sн, seсor. Lo intentarй, seсor.
En la siguiente vuelta participaba el sargento Bothari, quien derribу a su oponente dos veces en rбpida sucesiуn. El vencido saliу arrastrбndose del cuadrilбtero. Pasaron varias vueltas mбs, y volviу a tocarle el turno a Droushnakovi, esta vez con uno de los hombres de Illyan.
Se trabaron en combate y йl logrу desbaratar todos los intentos de la joven, provocando las burlas de la audiencia. Furiosa, Droushnakovi se distrajo y йl consiguiу que perdiera el equilibrio, provocбndole una caнda limpia.
— їHas visto eso? — gritу Cordelia a Aral -. ЎHa sido un truco muy sucio!
— Hum. No figura entre los ocho golpes prohibidos. No podrбs descalificarlo por ello. De todos modos… — Hizo seсas a Koudelka pidiendo un descanso, y llamу a Droushnakovi para decirle unas palabras en voz baja.
— Hemos visto el golpe — murmurу. Ella tenнa los labios apretados y el rostro ruborizado -. Ahora bien, como campeona de mi esposa, en cierto sentido, si te insultan a ti es como si la insultaran a ella. Y un pйsimo precedente, ademбs. Deseo que tu oponente no abandone el cuadrilбtero consciente. Puedes tomarlo como una orden, si lo deseas. Y no te preocupes si tienes que romper algunos huesos — agregу con suavidad.
Droushnakovi regresу al cuadrilбtero con una leve sonrisa en el rostro. Los ojos le brillaban. Respondiу a un amago con una veloz patada en la mandнbula de su oponente, un puсetazo en el vientre y un golpe en las rodillas que lo derribу violentamente sobre la colchoneta. Йl no se levantу. Hubo un silencio algo conmocionado.
— Tenнas razуn — dijo Vorkosigan -. Ella estaba conteniendo sus golpes.
Cordelia sonriу con opgullo y se acomodу en el sillуn.
— Ya te lo decнa.
El siguiente combate en que participу Droushnakovi fue la semifinal, y la suerte quiso que se enfrentara al sargento Bothari.
— Hum — murmurу Cordelia a Vorkosigan -. No estoy segura de la psicodinбmica de esto. їTe parece que serб seguro? Me refiero a los dos, no sуlo a ella. Y no me refiero sуlo a lo fнsico.
— Creo que sн — respondiу йl con la misma suavidad -. La vida al servicio del conde ha sido una rutina tranquila para Bothari. Ha estado tomando su medicaciуn. Creo que se encuentra en buena forma. Ademбs, aquн estб entre amigos. No creo que la tensiуn de luchar con Drou logre desequilibrarlo.
Cordelia asintiу con un gesto, satisfecha, y se acomodу para presenciar la carnicerнa. Droushnakovi parecнa nerviosa.
El comienzo del combate fue lento, pues la joven se dedicу principalmente a mantenerse fuera de alcance. Al volverse para mirarlos, el teniente Koudelka disparу por accidente la funda de su bastуn, y la vaina fue a dar entre los arbustos. Bothari se distrajo un instante, y Drou le dio un golpe bajo y rбpido. Bothari aterrizу con un fuerte impacto, aunque de inmediato volviу a levantarse.
— ЎBuena jugada! — exclamу Cordelia, extasiada. Drou parecнa tan sorprendida como los demбs -. ЎAcaba con йl, Drou!