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Al dнa siguiente, Cordelia tuvo un escolta oficial a la junta de la Asamblea del Consejo en la persona del capitбn Lord Padma Xav Vorpatril. Ademбs de ser un miembro del nuevo personal de su esposo, йl tambiйn era su primo, hijo de la hermana menor de su madre. Aparte del conde Piotr, Vorpatril era el primer familiar cercano de Aral que Cordelia conocнa. No era que la familia de Aral la estuviese evitando, como ella hubiera podido temer, sino que en realidad casi no existнa. Йl y Vorpatril eran los ъnicos hijos supervivientes de la generaciуn anterior, de la cual el mismo conde Piotr era el ъnico representante vivo. Vorpatril era un hombre robusto y alegre, de unos treinta y cinco aсos, muy elegante en su uniforme verde de etiqueta. Cordelia pronto descubriу que tambiйn habнa sido oficial subalterno de Aral durante la primera capitanнa de йste, antes de que Vorkosigan obtuviera sus triunfos militares con la campaсa de Komarr. Con Vorpatril a un lado y Droushnakovi al otro, Cordelia se sentу en una tribuna desde donde se dominaba la cбmara del Consejo. La cбmara misma era un salуn sencillo, aunque lucнa los paneles de madera que a los ojos betaneses de Cordelia seguнan resultando increнblemente lujosos. Alrededor del salуn habнa mesas y bancos de madera. La luz matinal se derramaba por los altos vitrales de la pared este. Abajo se realizaban las pintorescas ceremonias con gran formalidad.
Los ministros vestнan togas de aspecto arcaico en negro y violeta, adornadas con cadenas de oro. Eran superados en nъmero por los casi sesenta condes de las distintas regiones, aъn mбs esplйndidos en escarlata y plateado. Unos cuantos hombres lo bastante jуvenes como para estar en servicio activo lucнan el uniforme de revista, rojo y azul. Vorkosigan habнa tenido razуn al describirle el uniforme de revista como chillуn, pensу Cordelia, pero en el maravilloso ambiente de ese salуn antiguo parecнa casi apropiado. Y Vorkosigan tenнa muy buen aspecto con su uniforme.
El prнncipe Gregor y su madre se situaron en un estrado. La princesa llevaba un traje negro con ornamentos plateados, de cuello alto y mangas largas. El niсo de cabellos oscuros parecнa un enano en su uniforme rojo y azul. A Cordelia le pareciу que, considerando las circunstancias, parecнa bastante tranquilo.
El emperador tambiйn estaba presente, casi como un fantasma, mediante un circuito cerrado que lo comunicaba desde la Residencia Imperial. En la pantalla de holovнdeo se veнa a Ezar, sentado y vestido de uniforme, a un coste fнsico que Cordelia ni siquiera se atrevнa a imaginar, con las sondas y monitores ocultos, al menos para la cбmara. Tenнa el rostro blanco como el papel y la piel parecнa casi transparente, como si se estuviese desvaneciendo de la escena que habнa dominado durante tanto tiempo.
La tribuna estaba atestada de esposas, oficiales y guardias. Las mujeres lucнan vestidos elegantes y joyas, y Cordelia las estudiу con interйs para luego volverse hacia Vorpatril.
— їLa designaciуn de Aral como regente fue una sorpresa para ti? — le preguntу.
— A decir verdad, no. Algunas personas tomaron en serio su retiro despuйs de lo de Escobar, pero yo no.
— Pensй que йl estaba decidido.
— Oh, no lo dudo. El primero en creerse esa rutina del soldado prosaico y de piedra es йl mismo. Supongo que es la clase de hombre que siempre quiso ser. Como su padre.
— Hum. Sн. Habнa notado cierta tendencia polнtica en sus conversaciones. Incluso en las circunstancias mбs extraordinarias, como por ejemplo durante una proposiciуn matrimonial.
Vorpatril se echу a reнr.
— Me lo imagino. De joven era conservador hasta la mйdula. Si uno querнa saber lo que Aral pensaba de cualquier cosa, no habнa mбs que preguntбrselo al conde Piotr y multiplicarlo por dos. Pero cuando servimos juntos ya habнa comenzado a volverse… extraсo. Si uno lograba estimularlo… — En sus ojos apareciу un brillo malicioso, y Cordelia lo alentу a continuar.
— їCуmo lo estimulabais? Pensй que los oficiales tenнan prohibidas las discusiones polнticas.
Йl hizo una mueca.
— Supongo que hubiesen tenido el mismo йxito si nos hubieran prohibido respirar. Digamos que raras veces se seguнa la regla. Aunque Aral se aferraba a ella, hasta que Rulf Vorhalas y yo lo sacбbamos de allн y logrбbamos emborracharlo.
— їAral? їEmborracharse?
— Oh, sн. Le gustaba beber.
— Creнa que no aguantaba la bebida, que no tenнa buen estуmago.
— Oh, eso era lo mбs sorprendente. Apenas bebнa. Aunque pasу por una mala йpoca cuando muriу su primera esposa y empezу a tratar a Ges Vorrutyer… hum… — Apartу la vista de ella unos momentos y luego cambiу de conversaciуn -. De todos modos, era peligroso cuando bebнa demasiado, porque se volvнa deprimido y serio, y enseguida comenzaba a hablar de las injusticias o incompetencias que se estaban cometiendo. Por Dios, hablaba por los codos. Para cuando se habнa tomado la quinta copa… justo antes de caer bajo la mesa… empezaba a declamar sobre la revoluciуn en un pentбmetro yбmbico. Siempre pensй que algъn dнa terminarнa dedicбndose a la polнtica. — Soltу una risita y mirу con afecto al hombre ataviado de rojo y azul sentado con los condes al otro extremo de la cбmara.
La votaciуn para confirmar el nombramiento imperial de Vorkosigan fue una ceremonia curiosa, a los ojos de Cordelia. No habнa creнdo posible lograr que setenta y cinco barrayareses se pusiesen de acuerdo sobre la direcciуn en que asomaba el sol por las maсanas, pero el resultado fue casi unбnime a favor de la elecciуn del emperador Ezar. Las excepciones fueron cinco hombres de rostro sombrнo que se abstuvieron, cuatro a pleno pulmуn y uno en voz tan baja que el lord Guardiбn de los Portavoces tuvo que pedirle que lo repitiera. Incluso el conde Vordarian votу a favor… tal vez Vortala habнa logrado reparar el desliz de la noche anterior en una reuniуn matutina. De todos modos, parecнa que Vorkosigan se iniciaba en su nuevo cargo en las condiciones mбs favorables, y Cordelia comentу este hecho con Vorpatril.
— Eh… sн — respondiу йl despuйs de dirigirle una leve sonrisa -. El emperador Ezar dejу bien claro que querнa una aprobaciуn absoluta.
A juzgar por su tono de voz, era evidente que a ella le faltaba informaciуn.
— їMe estбs diciendo que algunos de estos hombres «hubiesen preferido votar negativamente?
— Hubiese sido una imprudencia de su parte, en esta coyuntura.
— Entonces, los hombres que se han abstenido deben de tener bastante valor. — Estudiу al grupo con renovado interйs.
— Oh, ellos no serбn ningъn problema — dijo Vorpatril.
— їA quй te refieres? Son de la oposiciуn, supongo.
— Sн, pero pertenecen a la oposiciуn declarada. Nadie que estй maquinando una verdadera traiciуn se expondrнa tan pъblicamente. En realidad, Aral deberб cuidarse de algunos hombres que estбn en el otro grupo, entre los que han votado a favor.
— їCuбles son? — Cordelia frunciу el ceсo preocupada.
— їQuiйn sabe? — Vorpatril se alzу de hombros, y luego respondiу a su propia pregunta -. Negri, probablemente.
Estaban rodeados por varias sillas vacнas. Cordelia se habнa preguntado si serнa por seguridad o por cortesнa. Evidentemente, se trataba de lo segundo, ya que dos hombres, uno con uniforme verde de comandante y otro mбs joven, con elegantes ropas de civil, les ofrecieron sus disculpas y se sentaron frente a ellos. Cordelia considerу que parecнan hermanos, y su suposiciуn se vio confirmada cuando el mбs joven dijo:
— Mira, allн estб papб. Tres asientos detrбs del viejo Vortala. їCuбl es el nuevo regente?
— El patizambo de uniforme rojo y azul, sentado a la derecha de Vortala.
Cordelia y Vorpatril intercambiaron una mirada a sus espaldas, y ella se llevу un dedo a los labios. Vorpatril sonriу y se alzу de hombros.
— їQuй se dice de йl en el Servicio?
— Depende de a quiйn se lo preguntes — dijo el comandante -. Sardi lo considera un genio de la estrategia, e idolatra todos sus comunicados. Ha estado por todas partes en los ъltimos veinticinco aсos. El tнo Rulf tenнa un alto concepto de йl. Por otro lado, Niels, quien estuvo en Escobar, dice que nunca habнa conocido a nadie con tanta sangre frнa.
— He oнdo decir que tiene reputaciуn de progresista secreto.
— No hay nada de secreto en ello. Algunos oficiales superiores Vor le tienen pбnico. Ha intentado que papб y Vortala lo apoyen con esas nuevas normas impositivas.
— No las conozco.
— Es el impuesto imperial directo sobre las herencias.
— ЎDiablos! Bueno, eso no lo afectarнa a йl, їverdad? Los Vorkosigan son pobres como ratas. Que pague Komarr. Para eso lo conquistamos, їno?
— No exactamente, mi querido zopenco. їAlgunos de tus payasos amigos ya han conocido a su adquisiciуn betanesa?
— Son hombres distinguidos, mi querido seсor. No los confundas con tus compaсeros del Servicio.
— No hay ningъn peligro de que ocurra eso. No, en serio. Circulan muchos rumores sobre ella, Vorkosigan y Vorrutyer en Escobar, y la mayorнa son contradictorios. Pensй que mamб podrнa tener mбs informaciуn.
— Se mantiene bastante en la sombra considerando que, segъn dicen, mide tres metros de altura y come cruceros de batalla para desayunar. Prбcticamente nadie la ha visto. Tal vez sea fea.
— Entonces harбn buena pareja. Vorkosigan tampoco es ninguna belleza.
Cordelia, absolutamente divertida, ocultу una sonrisa detrбs de la mano hasta que el comandante dijo:
— Aunque no sй quiйn es ese espбstico de tres patas que lo sigue a todas partes. їCrees que serб un oficial?
— Podrнa haber elegido algo mejor. Menudo mutante. Seguramente, y dado que es el regente, Vorkosigan puede elegir entre lo mejor del Servicio.
Cordelia sintiу tanto dolor ante aquella observaciуn que fue como si hubiera recibido un golpe fнsico. El capitбn lord Vorpatril apenas pareciу notarlo. Lo habнa oнdo, pero permanecнa atento a lo que ocurrнa abajo, donde se pronunciaban los votos. Sorprendentemente, Droushnakovi se ruborizу y volviу la cabeza.
Cordelia se inclinу adelante. Las palabras bullнan en su interior, pero escogiу sуlo unas pocas y las lanzу en su mбs frнo tono de capitana.
— Comandante… Y usted… quienquiera que sea. — Ambos se volvieron hacia ella, sorprendidos por la interrupciуn -. Para su informaciуn, el caballero de quien hablaban es el teniente Koudelka. Y no existe ningъn oficial mejor al servicio de nadie.