Debería haberle molestado, pero se echó a reír. Ser tan libre, tan desinhibido… No podía imaginarse cómo sería sentirse así. Pero Noah conocía muy bien esa sensación.

Jordan se dirigió deprisa hacia la habitación interior, abrió la puerta y anunció:

– Ya es la hora.

– ¿Por qué nos hemos retrasado? -quiso saber Kate, que le había hecho un gesto para que se acercara a ella.

– Por Noah. Acaba de llegar. Tengo la impresión de que estaba con una mujer.

– No es ninguna impresión -susurró Kate-. Es un hecho. No sabía lo mujeriego que era hasta que lo vi por mí misma. Ayer por la noche desapareció de la cena del ensayo con tres de mis damas de honor, y las tres tenían aspecto de no haber pegado ojo cuando llegaron a la iglesia esta mañana.

Jordan cruzó los brazos mientras echaba un vistazo por la habitación para intentar decidir qué damas de honor eran las que se habían ido con Noah.

– Debería darle vergüenza -comentó.

– Oh, no fue del todo culpa suya -replicó Kate-. Fueron encantadas.

Nora, la tía de Kate, advirtió que no irían a ninguna parte hasta que se oyesen las trompetas, y empezó a poner en fila a todo el mundo.

Kate le pidió a Jordan que se acercara más a ella.

– Tengo que pedirte un favor -dijo-. Es algo difícil.

No importaba la dificultad. Kate había estado con Jordan a las duras y a las maduras, de modo que ésta haría todo lo que estuviera en sus manos para ayudarla.

– Lo que sea. Sólo tienes que pedírmelo -aseguró.

– ¿Podrías encargarte de que Noah se comporte, por favor?

Bueno, puede que no todo. Jordan inspiró hondo y susurró:

– Me estás pidiendo un imposible. Es ridículo tratar de controlarlo. Sería más fácil enseñar a usar un ordenador a un oso. Encárgame eso y te prometo que lo intentaré con todas mis fuerzas. ¿Pero Noah? Por favor, Kate…

– En realidad, quien me preocupa es Isabel. ¿Viste como no se separaba de su lado durante el ensayo?

– ¿Es por eso que me has emparejado con él en la boda? ¿Para mantener a tu hermana menor alejada de él?

– No -dijo-. Pero después de ver en acción a Isabel ayer por la noche, estoy contenta de haberlo hecho. No es que la culpe. Noah es adorable. Creo que es uno de los hombres más sexys que he conocido, después de Dylan, por supuesto. Tiene carisma, ¿no crees?

– Pues sí -asintió Jordan.

– No quiero que Isabel se convierta en otra FNC -comentó-. Y no quiero que nadie desaparezca de repente de mi banquete de boda.

– ¿Qué es una FNC? -preguntó Jordan.

– Una Fan de Noah Clayborne -sonrió Kate.

Jordan soltó una carcajada.

– Eres la única persona que conozco que parece inmune a sus encantos -reveló Kate-. Te trata como a una hermana.

– Muy bien, chicas -dijo la tía Nora tras dar una palmada-. Allá vamos.

Kate sujetó el brazo de Jordan.

– No me moveré de aquí hasta que me lo prometas -insistió.

– Oh, muy bien. Lo haré.

Las trompetas tocaron otra vez. Como Jordan iba a ser la primera en recorrer el pasillo, estaba nerviosa, y sujetó el ramo cerca de la cintura con ambas manos. Siempre había sido la torpe de la familia, pero ese día estaba decidida a no tropezar. Prestaría atención y se concentraría en poner un pie delante del otro.

Esperó en el umbral de la puerta hasta que oyó que la tía Nora le susurraba:

– Adelante.

Inspiró hondo y empezó a caminar. El pasillo parecía kilométrico. Noah estaba de pie, delante del altar y avanzó hacia ella cuando estaba llegando a la mitad. Le pareció que estaba espléndido con el esmoquin. Se relajó. Nadie le prestaba ninguna atención. Todo el mundo, por lo menos todas las mujeres, tenía los ojos puestos en Noah.

Se concentró en su sonrisa y le tomó el brazo. Lo miró un instante a los ojos y vio ese brillo pícaro.

Dios mío, le iba a costar cumplir la promesa.

Capítulo 2

La ceremonia fue muy bonita. A Jordan se le saltaron las lágrimas cuando su hermano y su mejor amiga se dieron el sí. Creyó que nadie lo habría notado, pero cuando tomó el brazo de Noah para salir de la iglesia, éste se agachó hacia ella para susurrarle:

– Llorona.

Él lo había notado, claro. No se le escapaba nada.

Después de las fotos de rigor, los asistentes se separaron, y Jordan terminó dirigiéndose al banquete con los novios. Aunque era como si hubiese ido en el maletero del coche, porque estaban tan ensimismados mirándose el uno al otro que ni la vieron.

Kate y Dylan habían entrado en el club de campo los primeros, y Jordan se había quedado fuera, en la escalinata, para esperar que el resto de invitados llegara y se reuniera con ella.

Era una tarde preciosa, pero el aire era algo fresquito, algo no habitual en esa época del año en Carolina del Sur. Las puertas cristaleras del salón que daban a la terraza lateral estaban abiertas. Las mesas, preparadas con manteles de lino blanco y candelabros, estaban adornadas con centros de rosas y hortensias. Jordan sabía que el banquete sería fabuloso, la comida excepcional (había probado algunas de las cosas que había elegido Kate), y la orquesta magnífica. Aunque no planeaba bailar demasiado. Había sido un día muy largo, y se estaba quedando sin fuerzas. Una brisa fría recorrió el porche, y se estremeció. Se frotó los brazos desnudos para entrar en calor. Le encantaba el vestido sin tirantes de color rosa pálido que llevaba, pero era evidente que no estaba pensado para que su portadora estuviera abrigada.

El frío no era lo único que le molestaba. Las lentillas la estaban volviendo loca. Por suerte, había metido las gafas en la chaqueta del esmoquin de Noah junto con el estuche de sus lentillas y el lápiz de labios. Era una lástima que no se le hubiera ocurrido meterle también una rebeca.

Oyó una carcajada y se volvió justo a tiempo de ver a la hermana menor de Kate, Isabel, sujetar el brazo de Noah e inclinarse hacia él. Vaya por Dios, ya empezábamos.

Isabel era una chica preciosa. Tenía los cabellos rubios y los ojos azules, como Noah. En este sentido, ambos eran bastante parecidos, y aunque él era mucho más alto, podrían haber sido parientes. Aunque la idea resultaba escalofriante, puesto que Isabel coqueteaba descaradamente con él. Era muy inocente. Noah, no. La hermana de Kate sólo tenía diecinueve años y, por la mirada de adoración que dirigía a Noah, era evidente que estaba totalmente embelesada. Había que decir en favor de Noah que él no la estaba animando. De hecho, no le prestaba demasiada atención, ya que estaba escuchando lo que le decía Zachary, el menor de los Buchanan.

– Te pillé.

Jordan, que no había oído acercarse a nadie, dio un respingo. Su hermano Michael le había pinchado el costado con un dedo y estaba ahora a su lado sonriendo como un idiota. Cuando era pequeño, le encantaba pillarla por sorpresa, y darle un susto de muerte, lo mismo que a su hermana Sidney. Le entusiasmaba que gritaran. Jordan creía que con la edad habría perdido esta horrorosa costumbre pero, al parecer, cuando estaba con ella, a veces se portaba como un niño. Bien mirado, lo mismo les ocurría a todos sus hermanos.

– ¿Qué haces aquí? -preguntó Michael.

– Estoy esperando.

– Sí, eso es evidente. ¿A quién o qué estás esperando?

– A las demás damas de honor, pero sobre todo a Isabel. Se supone que debo mantenerla alejada de Noah.

Michael se volvió y captó la escena a los pies de la escalinata. Isabel estaba prácticamente pegada a Noah.

– ¿Y cómo te va? -dijo con una sonrisa enorme.

– De momento, bien.

Su hermano soltó una carcajada mientras observaba a Isabel, que por fin había conseguido captar toda la atención de Noah. Se había puesto coloradísima.

– Tenemos un trío -resumió Michael.

– ¿Perdón?


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