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El jardнn Celestial no intimidaba tanto en la segunda visita, se asegurу Miles a sн mismo. Esta vez no estaban perdidos en un gran arroyo de enviados galбcticos: eran sуlo un pequeсo grupo de tres. Miles, el embajador Vorob'yev y Mia Maz entraron por una puerta lateral, casi en privado. Un solo servidor los escoltу a su destino.

El trнo ofrecнa una buena imagen. Miles y el embajador llevaban uniformes de gala negros. Maz se habнa puesto unas tъnicas flotantes negras y blancas. Esa combinaciуn le permitнa usar los dos colores del duelo, hacer un homenaje al dolor de Cetaganda sin pasar los lнmites del hautprivilegio. No era casualidad que la ropa tambiйn le resaltara el cabello negro y la tez llena de vida y, de alguna manera, tambiйn a los dos hombres que la acompaсaban. El hoyuelo de la mejilla de la vervani relampagueу con su sonrisa de placer y alegrнa, dirigida, por encima de la cabeza de Miles, al embajador Vorob'yev. Entre los dos, Miles se sentнa como un chiquillo travieso escoltado con firmeza por sus padres. Vorob'yev no pensaba correr el riesgo de otra violaciуn de etiqueta.

La ofrenda de poesнa elegнaca a la emperatriz muerta no era una ceremonia a la que asistieran delegados galбcticos, con excepciуn de unos pocos aliados cetagandanos de alto rango. Miles no contaba en ninguno de estos grupos, y Vorob'yev habнa tenido que mover todos los hilos que tenнa entre manos para conseguirles la invitaciуn. Ivan se habнa disculpado, con la excusa del cansancio por la prбctica de baile de salуn y las fiestas de fuegos del dнa anterior, por no mencionar los planes de cuatro invitaciones mбs para la tarde y la noche siguientes. Era un cansancio sospechosamente selectivo. Miles lo habнa dejado hacer: su deseo sбdico de obligar a su primo a sentarse con йl durante toda la tarde, que prometнa ser interminable, se habнa diluido con la reflexiуn de que su primo no tendrнa mucho que aportar a lo que йl habнa planeado como una expediciуn para la obtenciуn de datos. Y tal vez, sуlo tal vez, Ivan podrнa establecer algunos contactos ъtiles entre los ghem. Vorob'yev lo habнa sustituido por la mujer vervani. Eso habнa encantado a la elegida y favorecнa los planes de Miles.

Para alivio de Miles, la ceremonia no se celebrarнa en la rotonda con sus asociaciones alarmantes y el cuerpo de la emperatriz todavнa a la vista de todos. Y los haut tampoco usaban auditorios, les hubiera parecido grosero y demasiado directo con sus filas eficientes de espectadores. El servidor los condujo a un… valle era la palabra mбs adecuada, supuso Miles, una hondonada llena de flores, plantas y cientos de pequeсos asientos como cajas, todos orientados hacia un conjunto complejo de plataformas y estrados en el fondo. Como correspondнa a su rango, o falta de rango, el servidor colocу a los barrayareses en la ъltima fila, la mбs alta, a tres cuartos de vuelta de la mejor vista. Eso convenнa a Miles: desde ahн, podrнa estudiar al pъblico sin que nadie lo viera. Los bancos del fondo eran de madera pulida a mano hasta conseguir un acabado perfecto. Mia Maz, a la que Vorob'yev acompaсу caballerosamente a un asiento, se arreglу las faldas del vestido y mirу a su alrededor con los ojos brillantes.

Miles tambiйn echу un vistazo, atento pero con los ojos mбs cansados: habнa pasado gran parte del dнa anterior frente a la pantalla de la comuconsola estudiando datos con la esperanza de encontrar un final para ese laberinto. Los haut estaban llegando a sus lugares: hombres con tъnicas abiertas, nevadas, junto a burbujas blancas. El valle empezaba a parecer un gran banco de rosas trepadoras blancas que se abrнan todas al mismo tiempo en un frenesн de floraciуn. Finalmente, Miles descubriу el propуsito de los asientos tipo caja: proporcionaban lugar suficiente para las burbujas. Estarнa Rian entre ellas?

— Las mujeres hablan primero o cуmo lo organizan? — preguntу Miles a Maz.

— Las mujeres no van a hablar hoy — dijo Maz-. Ya realizaron su ceremonia ayer. Hoy empiezan con el hombre de menor rango y van subiendo por las constelaciones.

Los gobernadores de satrapнas al final. Todos ellos. Miles se acomodу con la paciencia de una pantera en un бrbol. Los hombres que habнa venido a ver estaban en el fondo del valle. Si Miles hubiera tenido cola, la habrнa movido constantemente. Como no la tenнa, tuvo que contenerse para no golpear el suelo con la bota.

Los ocho gobernadores de satrapнas, ayudados por los ghemoficiales de mбs alto rango de cada satrapнa, se hundieron en sus asientos junto a los estrados. Miles entornу los ojos y deseу haber llevado un larga vistas de gran alcance… aunque en realidad, no habrнa podido pasarlo por el rastreo de Seguridad. Con una mueca de simpatнa, se preguntу quй estarнa haciendo el ghemcoronel Benin y si, entre bastidores, Seguridad de Cetaganda se ponнa tan frenйtica como Seguridad de Barrayar en las ceremonias que incluнan al emperador Gregor. No le costaba imaginбrselos.

Pero йl tenнa lo que habнa venido a buscar: a sus ocho sospechosos artнsticamente colocados uno junto a otro para el anбlisis. Estudiу a los cuatro primeros de la lista con mбs atenciуn que a los demбs.

El gobernador de Mu Ceta era de la constelaciуn Degtiar, tнo del Emperador, aunque no tнo directo, hermanastro de la antigua emperatriz. Maz tambiйn lo estudiу con atenciуn cuando acomodу su viejo cuerpo en el asiento y alejу a sus ayudantes con movimientos temblorosos, irritados. Hacнa dos aсos que estaba en su puesto, sustituyendo al gobernador anterior que ahora estaba retirado en el exilio despuйs del fracaso de la invasiуn vervani. El hombre era muy viejo, tenнa mucha experiencia y lo habнan elegido explнcitamente para apaciguar los temores vervanнes de que se repitiera el intento. No era del tipo traidor, pensу Miles. Sin embargo, segъn el testimonio de la haut Rian, todos aquellos hombres habнan dado por lo menos un paso hacia la traiciуn, al recibir los bancos genйticos no autorizados.

El gobernador de Rho Ceta, el vecino mбs cercano de Barrayar, preocupaba mucho mбs a Miles. Haut Este Rond era de edad madura, vigoroso, hautalto aunque extraсamente pesado. Su ghemoficial se mantenнa bien lejos de los amplios movimientos del gobernador. El efecto general que daba Rond era de autoritarismo. Y era tenazmente autoritario en sus esfuerzos, diplomбticos y de cualquier otro tipo: en ese momento sus esfuerzos estaban dedicados a mejorar el acceso comercial a Cetaganda a travйs de los saltos de agujero de gusano de Komarr, controlados por Barrayar. Rond era una de las constelaciones mбs jуvenes, una constelaciуn que necesitaba expandirse. El haut Este Rond era un punto caliente, de eso no cabнa duda alguna.

Poco despuйs entrу el gobernador de Xi Ceta, vecino de Marilac, con la cabeza erguida. Haut Slyke Giaja era lo que Miles denominaba un tнpico hautlord, alto, delgado y vagamente afeminado. Arrogante, como correspondнa al hermanastro menor del Emperador. Y peligroso. Lo bastante joven como para tenerlo en cuenta, aunque era mayor que Este Rond.

El sospechoso mбs joven, haut Ilsum Kety, gobernador de Sigma Ceta, era un muchachito de apenas cuarenta y cinco aсos. Tenнa una complexiуn muy parecida a la de Slyke Giaja, que en realidad era su primo por lнnea materna, y las dos madres eran hermanastras, aunque de diferentes constelaciones. Los бrboles genealуgicos de las hautfamilias eran todavнa mбs confusos que los de los Vor. Para rastrear a todos los hijastros y hermanastros habrнa hecho falta recurrir a un tйcnico en genйtica que investigara el asunto con dedicaciуn exclusiva.

Ocho burbujas blancas flotaron hacia el valle y ocuparon un arco hacia la izquierda. Los ghemoficiales se colocaron en un arco similar a la derecha. Los oficiales se quedarнan de pie durante toda la ceremonia de la tarde, comprendiу Miles de pronto. Al parecer, ser ghemgeneral no era ninguna bicoca. Pero… alguna de esas burbujas serнa…?

— Quiйnes son esas damas? — preguntу Miles a Maz, seсalando hacia el octeto.

— Son las consortes de los gobernadores de satrapнas.

— Pero… pensй que los haut no se casaban.

— No hay nada personal en el tнtulo. Se las designa centralmente, como a los gobernadores.

— No las nombran los gobernadores? Y quй funciуn cumplen? Secretarias sociales?

— No. Las elige la emperatriz. La representan en los asuntos relacionados con el Criadero Estrella. Los haut que viven en las satrapнas mandan sus contratos genйticos a travйs de las consortes al banco genйtico central en el Jardнn Celestial, donde se realizan las fertilizaciones y alteraciones genйticas. Las consortes tambiйn supervisan la devoluciуn de los replicadores uterinos con los fetos vivos a sus padres. Estoy segura de que es el envнo mбs poco frecuente de todo el imperio cetagandano… un envнo anual para cada planeta.

— Es decir que las consortes viajan a Eta Ceta una vez al aсo personalmente para supervisar los envнos?

— Sн.

— Ah… — Miles se acomodу en la silla, con una mirada fija. Ahora se daba cuenta de cуmo habнa funcionado el plan de la emperatriz Lisbet, ahora veнa los canales vivientes que habнa usado la emperatriz para comunicarse con los gobernadores. Si cada una de esas consortes no estaba involucrada hasta las cejas en el complot, йl era capaz de comerse las botas. Diecisйis, tengo diecisйis sospechosos, no ocho. Ay, Dios… Y йl que habнa venido a la ceremonia con la esperanza de reducir la lista… Pero la conclusiуn lуgica era que la persona que hubiera asesinado a Ba Lura tal vez no habнa tenido que robar ni pedir prestada una de las burbujas de hautlady. Tal vez tenнa una-. Y las consortes trabajan junto a los gobernadores de satrapнas?

Maz se encogiу de hombros.

— A decir verdad, no lo sй. No necesariamente, supongo. Sus бreas de responsabilidad son muy distintas.

Apareciу un mayordomo en el centro del escenario. Hizo un gesto. Todas las voces del valle se acallaron. Todos los hautlores se dejaron caer de rodillas sobre almohadones que habнan dispuesto frente a los bancos. Todas las burbujas blancas se movieron en el aire hacia arriba y hacia abajo. Miles todavнa estaba preguntбndose cuбntas de las hautladies hacнan trampa y se saltaban las reglas de las ceremonias. Despuйs de un momento de silencio expectante, llegу el Emperador, escoltado por guardias vestidos de blanco y rojo sangre, con la cara pintada como el cuerpo de una cebra, un aspecto terrible si se consideraba frнamente. Miles los contemplу con ese espнritu no por el maquillaje sino porque sabнa los nervios y la ansiedad que recorrнan el нndice apoyado en el gatillo de los hombres que tenнan la terrible responsabilidad de la vida del Emperador en sus manos.


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