— De todos modos, teniente lord Vorkosigan, mi Seсor Celestial, el emperador haut Fletchir Giaja, me ha pedido que lo lleve a su presencia. Ahora.
Miles era muy capaz de reconocer una orden imperial cuando la oнa. Suspirу e hizo una reverencia en honor de la orden de Benin.
— Por supuesto… Ah… — Dirigiу una mirada a Ivan y a un Vorreedi sъbitamente inquieto. No estaba del todo seguro de que quisiera testigos de la entrevista. Tampoco estaba seguro de que prefiriese estar solo.
— Sus… amigos pueden acompaсarlo — aceptу Benin-. Con la salvedad de que no tienen permiso para hablar a menos que se les invite a hacerlo.
Invitaciуn que, si se hacнa, sуlo podнa provenir de labios del Seсor Celestial. Vorreedi asintiу, satisfecho en parte. Ivan empezу a practicar su truco de la invisibilidad.
Los soldados de Benin condujeron y escoltaron al grupo barrayarйs sin arrestarlos, por supuesto: un arresto de enviados galбcticos habrнa violado el protocolo diplomбtico. Sostenido por Ivan, Miles se encontrу junto a la haut Nadina en el umbral.
— Quй joven tan agradable — comentу Nadina en tono bajo y bien modulado mientras hacнa un gesto hacia Benin, que caminaba por el corredor dirigiendo a sus tropas-. Tan bien vestido… ese hombre entiende la forma correcta de hacer las cosas… Tenemos que hacer algo por йl, no te parece, Pel?
— Claro, claro — dijo Pel y saliу por la puerta.
Despuйs de un largo trayecto por la gran nave, llegaron al transbordador de Seguridad cetagandana. Benin no habнa perdido de vista a Miles en ningъn momento. Parecнa tan frнo y alerta como siempre, pero habнa cierto tono secreto… cierta complacencia que atravesaba el maquillaje facial.
Seguramente, el arresto de su comandante por alta traiciуn habнa dado una satisfacciуn suprema a Benin. El ъnico punto alto de una carrera no muy destacada. Miles hubiera apostado dуlares betaneses contra arena a que Naru era el hombre que habнa asignado al decoroso y aseado Benin la tarea de cerrar el caso de la muerte de Ba Lura, es decir, le habнa asignado un fracaso.
— A propуsito, general Benin — se atreviу a decir Miles-, le felicito por haber resuelto un asesinato tan complicado.
Benin parpadeу.
— Coronel Benin — corrigiу.
— Eso es lo que usted cree. — Miles flotу hacia adelante y se acomodу en el asiento mбs agradable que encontrу, junto a una ventana.
— No creo que haya visto esta cбmara de audiencias en toda mi vida — le susurrу el coronel Vorreedi a Miles mientras miraba todo a su alrededor-. No se usa para ceremonias diplomбticas ni pъblicas.
No habнan ido a parar a un pabellуn sino a un edificio bajo y cerrado en el cuadrante norte del Jardнn Celestial. Los tres barrayareses habнan pasado una hora en una antecбmara tratando de descansar el cuerpo mientras por dentro crecнa la tensiуn. Los atendнa una docena de ghemguardias amables y solнcitos, que se ocupaban de todas sus necesidades fнsicas, pero se negaban a atender cualquier pedido de comunicaciуn con el exterior. Benin se habнa marchado con las haut Pel y Nadina. En vista de la compaснa cetagandana que los rodeaba, Miles no habнa informado a Vorreedi. Se habнa limitado a intercambiar algunas frases en voz baja con su superior.
La habitaciуn le recordaba a Miles la Cбmara Estrella: sencilla, adornos superfluos, deliberadamente serena, de sonidos bajos, pintada en tonos frescos de azul. Las voces tenнan una cualidad sorda que sugerнa que la habitaciуn estaba encerrada en un cono de silencio. Los dibujos del suelo traicionaban la presencia de una gran mesa para comuconsola y asientos que se elevaban en caso de reuniones importantes. Por ahora, sin embargo, todos estaban de pie.
Habнa otro huйsped esperando y Miles levantу las cejas, sorprendido. Ahн estaba lord Yenaro, de pie junto a un ghemguardia de uniforme rojo terracota. Yenaro parecнa pбlido; unas ojeras violбceas y oscuras le rodeaban los ojos, como si no hubiera dormido en tres dнas. Llevaba la misma ropa negra que le habнa visto Miles. en la exposiciуn de bioestйtica, pero ahora aparecнa toda arrugada y ajada. El ghemlord abriу mucho los ojos cuando vio a Miles y a Ivan. Volviу la cabeza y tratу de no mirarles. Miles le hizo un gesto alegre con el brazo y consiguiу que Yenaro le devolviera el saludo de mala gana. El gesto le provocу un terrible dolor de cabeza entre las cejas.
Pero entonces, empezaron a pasar cosas, mejor dicho a llegar personas, y Miles se olvidу al instante del dolor.
Primero entrу el ghemcoronel Benin, que se instalу y despidiу a los guardias. Lo seguнan las haut Pel, Nadina y Rian en sus sillas flotantes, con las pantallas desconectadas. Las tres se acomodaron a un costado de la habitaciуn. Nadina habнa escondido el extremo cortado del cabello entre el vestido. Era la ropa que Pel le habнa entregado: no se habнa cambiado. Todas habнan estado encerradas informando a los hombres y seguramente la reuniуn habнa transcurrido en el nivel mбs alto posible, porque poco despuйs entrу una figura conocida y los guardias se apostaron en el corredor exterior.
De cerca, el emperador haut Fletchir Giaja parecнa mбs alto y mбs delgado que cuando Miles lo habнa visto de lejos en las ceremonias fъnebres. Tambiйn parecнa mбs viejo, a pesar del cabello negro. Por el momento, llevaba ropa informal, siempre dentro de los estбndares imperiales: apenas una media docena de capas de tela blanca sobre la malla masculina holgada, pero el blanco era cegador, como correspondнa a su papel como primer afectado por la tragedia de la muerte de la emperatriz.
A Miles no le asustaban los emperadores, pero Yenaro casi se tambaleу como si fuera a desmayarse y hasta Benin se movнa con extrema formalidad frente a Fletchir. Miles se habнa criado como hermano adoptivo del emperador Gregor y en algъn lugar de su mente el tйrmino emperador estaba relacionado con una definiciуn como alguien con quien lugar al escondite. En el contexto de Cetaganda, esas suposiciones podнan ser algo asн como un campo psicolуgico minado. Ocho planetas y mayor que papб, se recordу Miles, tratando de inculcarse una deferencia apropiada frente a la ilusiуn de poder que pretendнa suscitar la parafernalia imperial. En un extremo de la habitaciуn, una silla se elevу del suelo para recibir lo que Gregor hubiera llamado sardуnicamente El Culo Imperial. Miles se mordiу los labios.
Por lo visto, iba a ser una audiencia muy privada, porque Giaja dirigiу una indicaciуn a Benin para que se acercara y le hablу en voz baja. Benin despidiу al guardia de Yenaro. Sin йl, quedaron sуlo los tres barrayareses, las dos consortes planetarias, ademбs de Rian, Benin, el emperador y Yenaro. Nueve, el quуrum tradicional para un juicio.
Bueno, siempre era mejor que enfrentarse a Illyan. Tal vez el haut Fletchir Giaja no solнa utilizar el sarcasmo como arma dialйctica. Pero cualquier pariente de esas mujeres haut tenнa que ser peligroso e inteligente. Miles tragу saliva para ahogar un estallido de explicaciones y balbuceos. Espera que te hablen primero, muchacho.
Rian parecнa pбlida y grave, pero eso no significaba nada: Rian siempre parecнa pбlida y grave. Una ъltima punzada de deseo se convirtiу en una brasa furtiva y pequeсa en el corazуn de Miles, una brasa secreta y enquistada como un tumor. Pero todavнa temнa por ella. Ese miedo le enfriaba el pecho.
Lord Vorkosigan — rompiу el silencio la voz de barнtono de Fletchir Giaja, una voz exquisita.
Miles reprimiу la tentaciуn de mirar a su alrededor: despuйs de todo no habнa ningъn otro lord Vorkosigan presente; dio un paso adelante y se puso en posiciуn de descanso, como en un desfile.
— Seсor.
— Todavнa no… no entiendo cuбl ha sido su papel en los hechos de los ъltimos dнas. Y cуmo llegу a desempeсar ese papel.
— Mi papel era el de chivo expiatorio, seсor; el gobernador Kety me lo concediу. Pero yo no cumplн con el papel que me asignaron.
El emperador frunciу el ceсo frente a esa respuesta no del todo directa.
— Explнquese.
Miles mirу a Rian.
— Todo?
Ella inclinу la cabeza en un gesto casi imperceptible.
Miles cerrу los ojos en una plegaria breve y confusa a cualquier dios que estuviera escuchбndole, los abriу de nuevo y se lanzу una vez mбs a la descripciуn de su primer encuentro con Ba Lura en el vehivaina personal; esta vez, el relato incluнa a la Gran Llave. Por lo menos, la escena tenнa la ventaja de ser la confesiуn que le debнa a Vorreedi, confesiуn extraсa en un lugar donde el jefe de Seguridad tenнa totalmente prohibido reaccionar o hacer comentarios.
Vorreedi, un hombre sorprendente, no dejу traslucir emociуn alguna, excepto por un mъsculo rebelde que le saltaba por encima de la mandнbula.
— En cuanto descubrн a Ba Lura en la rotonda del funeral, degollado — siguiу diciendo Miles-, me di cuenta de que mi desconocido oponente me habнa puesto en la posiciуn lуgicamente imposible de tener que negar una negaciуn. Ahora que me habнan obligado a meter las manos en la llave falsa mediante el truco de Ba Lura, no habнa forma de probar que Barrayar no habнa efectuado el cambio, excepto con el testimonio real del ъnico testigo ocular que ahora estaba frente a mн, en el suelo, muerto. O localizando la Gran Llave verdadera. Y eso fue lo que me propuse. Y si la muerte de Ba Lura no era un suicidio sino un asesinato sumamente complejo que se querнa hacer pasar por suicidio, era evidente que alguien de nivel muy alto en la Seguridad del Jardнn Celestial estaba cooperando con los asesinos. Eso significaba que no me convenнa acercarme a Seguridad Cetagandana y pedir ayuda. Pero despuйs alguien asignу el caso al ghemcoronel Benin, y seguramente le dijo que su carrera se verнa muy beneficiada si se conseguнa un rбpido veredicto de suicidio. Alguien que subestimу completamente las habilidades de Benin como oficial de Seguridad — — y sus ambiciones-. A propуsito, no fue el ghemgeneral. Naru?
Benin asintiу; habнa un leve brillo en su mirada.
— Por la razуn que fuera, Naru decidiу que el ghemcoronel Benin oficiarнa bien de chivo expiatorio. Recurrir a chivos expiatorios se estaba convirtiendo ya en un modus operandi de las operaciones del grupo, como usted sabrб si ya ha interrogado a lord Yenaro… — Miles levantу una ceja y mirу a Benin-. Veo que ha dado con lord Yenaro antes que los agentes de Kety. Creo que a pesar de todo, me alegro.
— Tiene toda la razуn del mundo — le contestу Benin con tranquilidad-. Lo encontramos anoche… a йl y a su alfombra, un objeto muy interesante, por cierto. Su relato fue crucial para que yo respondiera como lo hice cuando llegу la… la sъbita explosiуn de informaciуn y demandas de ayuda por parte de su primo…