Antes de que Ivбn pudiera poner en palabras sus objeciones, Miles se abriу la guerrera y deslizу el aparato dentro del bolsillo que tenнa junto al pecho. Ojos que no ven, corazуn que no siente.

— Pero… te gustarнa quedarte con йste? — preguntу y entregу a Ivбn el destructor nervioso.

Ivбn querнa quedбrselo, eso era evidente. Aplacado por la divisiуn del botнn, cуmplice del crimen ahora, Ivбn hizo desaparecer el arma en su guerrera. Esa presencia secreta y siniestra junto a su pecho, calculaba Miles, servirнa para mantener a su primo amable y preocupado en el siguiente encuentro con las autoridades.

Por fin, control de trбnsito de la estaciуn los enviу hacia otro muelle. Atracaron en un compartimiento para vehivainas situado a dos puestos del que les habнan asignado antes. Esta vez, la puerta se abriу sin incidentes. Ivбn dudу un instante y saliу por el tubo flexible. Miles lo siguiу.

Seis hombres los esperaban en una cбmara gris casi idйntica a la primera, aunque mбs limpia y mejor iluminada. Miles reconociу inmediatamente al embajador barrayarйs. Lord Vorob'yev era un hombre sуlido, macizo, de unos sesenta aсos estбndar, ojos atentos, sonriente y contenido. Usaba un uniforme de la Casa Vorob'yev, color burdeos con galones negros, bastante formal para la ocasiуn, en opiniуn de Miles. Estaba flanqueado por cuatro guardias en uniforme de fajina verde de Barrayar. Dos oficiales de la estaciуn cetagandana, en uniformes malva y gris de estilo similar pero mбs complejo que el del intruso, esperaban de pie un poco apartados de los barrayareses.

Sуlo dos hombres de la estaciуn? Dуnde estaba la policнa civil, los de inteligencia militar cetagandana o por lo menos agentes secretos de alguna de las facciones ghem? Dуnde estaban las preguntas que Miles habнa previsto y los encargados de hacerlas?

De pronto, se descubriу saludando al embajador Vorob'yev como si nada hubiera pasado, tal como habнa ensayado en un principio. Vorob'yev pertenecнa a la generaciуn del padre de Miles y en realidad habнa sido su emisario cuando el conde Vorkosigan todavнa era Regente. Hacнa ya seis aсos que Vorob'yev tenнa ese conflictivo puesto, desde el momento en que habнa abandonado la carrera militar para dedicarse al servicio Imperial como civil. Miles resistiу un deseo de saludarlo militarmente. Transformу ese deseo en una grave inclinaciуn de cabeza.

— Buenas tardes, lord Vorob'yev. Mi padre le manda sus saludos personales y estos mensajes.

Entregу el disco diplomбtico sellado, acto que uno de los oficiales cetagandanos anotу en su informe.

— Seis bultos en el equipaje? — inquiriу el cetagandano con un gesto de cabeza.

El piloto del vehivaina terminу de apilarlos sobre la plataforma flotante, hizo la venia a Miles y volviу a su nave.

— Sн, eso es todo — dijo Ivбn. Ivбn parecнa nervioso y alerta, intensamente consciente del objeto que llevaba en el bolsillo, pero al parecer el oficial cetagandano no sabнa interpretar la expresiуn de su primo tan bien como Miles.

El cetagandano hizo un gesto, el embajador mirу a los guardias y asintiу. Dos de ellos se separaron del resto para acompaсar al equipaje en su viaje a travйs de la inspecciуn de la estaciуn. El cetagandano volviу a sellar el puerto y se llevу la plataforma flotante.

Ivбn la mirу ir con ansiedad.

— Nos lo devolverбn todo?

— Tardarбn un tiempo. Siempre se producen algunos retrasos, aunque las cosas vayan segъn las reglas — dijo Vorob'yev con tranquilidad-. Han tenido buen viaje, caballeros?

— Totalmente normal — dijo Miles antes de que Ivбn pudiera abrir la boca-. Hasta que llegamos aquн. Es normal que los visitantes de Barrayar entren por este puerto de embarque, o nos asignaron a este lugar por alguna otra razуn? — Mientras hablaba, no perdнa de vista al otro oficial cetagandano para ver cуmo reaccionaba.

Vorob'yev sonriу con amargura.

— Hacernos entrar por la puerta de servicio es una forma de jugar con nosotros, de reafirmar el estatus de Cetaganda. Tiene usted razуn, es un insulto premeditado para distraernos. Yo dejй de distraerme hace aсos y le recomiendo que usted haga lo mismo.

El cetagandano no reaccionу. Vorob'yev lo trataba con menos respeto que a un mueble, consideraciуn que el cetagandano retribuнa actuando como un mueble. Parecнa un ritual.

— Gracias, seсor. Acepto su consejo. Ah… usted tambiйn se retrasу? Nosotros sн. Nos dieron permiso para atracar una vez y despuйs nos hicieron repetir la maniobra.

— La circulaciуn estб particularmente conflictiva en el dнa de hoy. Considйrense afortunados, seсores. Por aquн, por favor.

Ivбn mirу a Miles con desesperaciуn mientras Vorob'yev se daba la vuelta y Miles meneу la cabeza, un gesto breve. Espera…

Guiados por el oficial de la estaciуn cetagandana, que avanzaba al frente con rostro inexpresivo, y flanqueados por los guardias de la embajada, los dos jуvenes acompaсaron a Vorob'yev hacia arriba. Cruzaron varios niveles. El transbordador planetario de la embajada de Barrayar estaba esperбndolos en un verdadero compartimiento de embarque de pasajeros. Tenнa una sala de espera VIP como Dios manda con sistema de gravedad en el tubo flexible para que nadie tuviera que flotar durante el embarque. La escolta cetagandana se quedу allн. Una vez a bordo, el embajador pareciу un poco mбs relajado. Acompaсу a Miles e Ivбn hasta unos asientos lujosamente tapizados alrededor de una mesa de comuconsola. Hizo un gesto con la cabeza y un guardia les ofreciу bebidas mientras esperaban el permiso de salida y el equipaje. Siguiendo los consejos de Vorob'yev aceptaron un vino barrayarйs de una cosecha particularmente suave. Miles apenas si tomу un sorbo — querнa tener la cabeza despejada-; Ivбn y el embajador hablaron sobre el viaje y sobre amistades comunes. Al parecer, Vorob'yev conocнa personalmente a la madre de Ivбn. Miles ignorу la silenciosa invitaciуn de Ivбn a sumarse a la charla y tal vez contarle a lord Vorob'yev la aventurita con el intruso… eh?

Por quй no estaban con ellos las autoridades cetagandanas? Por quй no los interrogaban? Miles repasaba explicaciones y argumentos con la mente aturdida.

Fue una trampa y yo acabo de morder el anzuelo, y estбn dejando que el guiуn siga adelante. Considerando lo que sabнa de los cetagandanos, Miles ponнa esa posibilidad como primera de la lista.

O tal vez es cuestiуn de tiempo y van a llegar en cualquier momento… O mбs adelante. Primero tendrнan que capturar al fugitivo y hacer que soltara su versiуn del encuentro. Eso podнa requerir tiempo, sobre todo si el hombre… bueno… estaba inconsciente por el arresto o estaba bajo los efectos de una picana. Si es que era un fugitivo… Si es que las autoridades de la estaciуn lo estaban buscando en la zona de embarque… Si… Miles estudiу la copa de cristal que tenнa entre las manos, sorbiу un poco del lнquido rubн y sonriу a Ivбn con amabilidad.

El equipaje y los guardias llegaron justo cuando terminaban las copas: Vorob'yev sabнa calcular el tiempo, pensу Miles. Cuando el embajador se levantу para supervisar la carga del equipaje y la partida, Ivбn se inclinу sobre la mesa para susurrarle a Miles con urgencia:

— No piensas decнrselo?

— Todavнa no.

— Por quй?

— Tanta prisa tienes por deshacerte de ese destructor nervioso? La embajada te lo quitarнa inmediatamente, igual que los cetagandanos, supongo.

— A la mierda con eso. Quй estбs planeando?

— No… no estoy seguro. Todavнa. — Las cosas no se desarrollaban como йl habнa esperado. Habнa esperado intercambios irritados con varias autoridades cetagandanas. Habнa esperado que las autoridades lo obligaran a devolver sus tesoros y poder cambiarlos por informaciуn, revelada consciente o inconscientemente. No era culpa suya que los cetagandanos no estuvieran haciendo bien el trabajo.

— Por lo menos tenemos que informar de esto al asesor militar de la embajada.

— Informar, sн. Pero no al asesor. Illyan me dijo que si tenнamos problemas, quiero decir el tipo de problemas de nuestro departamento, tenнa que dirigirme a lord Vorreedi. Tiene el puesto de oficial de protocolo, pero es un coronel SegImp y jefe de SegImp en Cetaganda.

— Y los cetagandanos no se dan cuenta?

— Claro que sн. Como nosotros sabemos quiйn es quiйn en la embajada de Cetaganda en Vorbarr Sultana. Es una ficciуn legal, parte de un juego de cortesнa… No te preocupes, yo me encargo de todo. — Miles suspirу para sн. Suponнa que lo primero que harнa el coronel serнa sacarlo del flujo de informaciуn. Y no se atrevнa a explicarse la razуn por la que sentнa que eso no estarнa bien.

Ivбn se sentу otra vez, provisionalmente en silencio. Sуlo provisionalmente. Miles estaba seguro de eso.

Vorob'yev tambiйn se acomodу en el asiento y ajustу el cinturуn de seguridad.

— Eso es todo, seсores. Nadie ha tocado sus posesiones y nadie ha aсadido nada. Bienvenidos a Eta Ceta IV. No hay ceremonias oficiales que requieran su presencia hoy, pero si no estбn demasiado cansados esta noche la embajada marilacana ofrece una recepciуn informal para la comunidad extranjera y sus augustos visitantes. Les recomiendo que asistan.

— Nos lo recomienda? — dijo Miles. Cuando una persona con una carrera tan larga y distinguida como la de Vorob'yev hacнa una recomendaciуn, habнa que tomarla en cuenta.

— En las prуximas semanas, tratarбn con muchas de estas personas — dijo Vorob'yev-. La reuniуn puede ofrecerles una buena orientaciуn.

— Y quй nos ponemos? — preguntу Ivбn. Cuatro de las seis maletas que venнan de la aduana eran suyas.

— Uniforme de fajina verde, por favor — dijo Vorob'yev-. La ropa es un lenguaje cultural en todas partes, eso es cierto, pero que aquн constituye prбcticamente un cуdigo secreto. Resulta bastante difнcil moverse entre los ghemlores sin cometer un error. Entre los hautlores, es casi imposible no equivocarse. Los uniformes siempre son correctos, o por lo menos no definen a quien los lleva, ya que no implican un acto de elecciуn. Ya le pedн a mi oficial de protocolo que les hiciera una lista de los uniformes que deben usar en cada acto.

Miles suspirу aliviado; Ivбn parecнa levemente desilusionado.

Con los siseos y ruidos metбlicos de siempre, los tubos flexibles se replegaron y el transbordador se separу de la estaciуn. Ninguna autoridad furiosa subiу por la compuerta en plan de arresto, ninguna comunicaciуn urgente detuvo al embajador ni lo sacу corriendo por el tubo. Miles considerу una tercera explicaciуn.


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