INTRODUCCIÓN

En el año 1923 Georg Groddeck, antes de tener profundo contacto con la teoría freudiana, publicó El libro del Ello.

El libro estaba escrito en forma de cartas que supuestamente enviaba un psicoterapeuta a una amiga. Este terapeuta imaginario se llamaba, en el libro de Groddeck, Patrick Troll.

Medio siglo después, casi accidentalmente, me topé yo mismo con Groddeck, con Troll y con El libro del Ello. He leído ese libro decenas de veces y siempre encuentro algo bueno, algo nuevo, algo que me sirve; y siempre obtengo placer en releerlo.

Hace unos años, durante una de mis incursiones fascinantes en El libro del Ello, se me ocurrió fantasear… ¿Qué escribiría Groddeck en la década del 80 si planeara un nuevo libro? ¿Serían sus conceptos tan psicoanalíticos?

En mi fantasía, me contesté que no y seguí…

Groddeck ha muerto y Patrick Troll murió con él. ¿Qué cartas escribiría hoy un descendiente de aquel imaginario Patrick Troll? porque esto que sigue es, para mí, lo mejor que yo conseguí escribir en toda mi vida. Es mi manera de definir el amor entre dos amigos, el amor entre hermanos, el amor entre padres e hijos, el amor en una pareja, el amor…

Quiero que me oigas sin juzgarme.

Quiero que opines sin aconsejarme.

Quiero que confíes en mí sin exigirme.

Quiero que me ayudes sin intentar decidir por mí.

Quiero que me cuides sin anularme.

Quiero que me mires sin proyectar tus cosas en mí.

Quiero que me abraces sin asfixiarme.

Quiero que me animes sin empujarme.

Quiero que me sostengas sin hacerte cargo de mí.

Quiero que me protejas sin mentiras.

Quiero que te acerques sin invadirme.

Quiero que conozcas las cosas mías que más te disgusten.

Quiero que las aceptes y no pretendas cambiarlas.

Quiero que sepas que HOY contás conmigo…

Sin condiciones.

Jorge M. BUCAY

Para este momento, mis ganas de encontrarme con ese libro crecían rápidamente.

Una noche de noviembre de 1982 me senté frente a un cuaderno y sin pensar demasiado -porque no lo hago muy bien- me puse a escribir la primera carta de ese libro fantaseado.

Podría repetir hoy los pensamientos de aquella noche:… Imagino que soy un descendiente de Georg Groddeck (¿acaso de alguna manera no lo soy?)… o mejor, un descendiente de Patrick Trol, aquel maravilloso terapeuta de El libro del Ello… Imagino que le escribo a una ex-paciente… ahora gran amiga… ella se ha ido… está lejos… aun así yo la recuerdo vívidamente… se llama… se llama Claudia… como mi hija… quizá más que eso… quizás esta Claudia sea en realidad la Claudia que será mi hija dentro de pocos años… "Claudia: cierro los ojos y te veo…"

Cuando terminé de escribir esa primera carta, encendí un cigarrillo y la leí tratando de olvidar que era mía (hoy me pregunto si lo era)…

Me encantó.

Me di cuenta de que había hecho algo muy placentero. Me di cuenta de lo útil que era, para mí, escribir.

Y seguí…

Las cartas salieron de mí con fluidez, una tras otra. Y aquí están.

La única ficción en este libro es mi parentesco con Patrick Troll. Los demás hechos, todos ellos, pertenecen a mi vida y los conceptos que aquí afirmo son verdaderos para mí, o dicho con más precisión, lo eran cuando estas cartas fueron escritas.


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