»Y ¿sabes, Mitch, cuál es el mayor de esos valores?
– ¿Cuál?
– Vuestra fe en la importancia de vuestro matrimonio.
Se sorbió la nariz y cerró los ojos un momento.
»Personalmente -dijo con un suspiro, con los ojos todavía cerrados-, creo que el matrimonio es una tarea muy importante, y que si no lo pruebas te estás perdiendo una barbaridad de cosas.»
Puso fin al tema citando la poesía en que creía como en una oración: «Amaos los unos a los otros o pereceréis».
– Bien, una pregunta -digo a Morrie. Sujeta con los dedos huesudos sus gafas sobre el pecho, que le sube y le baja con cada respiración trabajosa.
– ¿Cuál es la pregunta? -dice.
– ¿Recuerdas el libro de Job?
– ¿De la Biblia?
– Eso es. Job es un buen hombre, pero Dios le hace sufrir. Para poner a prueba su fe.
– Lo recuerdo.
– Lo despoja de todo lo que tiene, de su casa, de su dinero, de su familia…
– De su salud.
– Lo pone enfermo.
– Para poner a prueba su fe.
– Eso es. Para poner a prueba su fe. Entonces, me pregunto…
– ¿Qué te preguntas?
– ¿Qué opinas de eso?
Morrie tose violentamente. Le tiemblan las manos mientras él las deja caer junto a sus costados.
– Creo que a Dios se le fue la mano -dice, sonriendo.