Echó un vistazo al cuerpo del suelo y tembló. ¿Habría hecho alguna vez Xypher eso a un inocente?
¿Era esto por lo que lo habían matado y lo habían condenado al Tártaro?
Fue entonces exactamente cuando se dio cuenta de lo poco que sabía sobre la criatura a la que ahora estaba ligada. De lo que era capaz.
¿Cómo había sido puesta su vida en sus manos tan insensiblemente?
Tate hizo un gesto hacia el cuerpo.
– ¿Puedes matar a lo que sea que hizo esto?
Xypher inclinó levemente la cabeza.
– Pero, ¿por qué debería?
Tate se quedó pasmado.
– Para poner freno a la muerte de gente inocente.
Xypher se burló.
– ¿Inocente? Aquel hombre del suelo era un violador y un asesino. Cuando te enteres de su identidad, vas a encontrarte con que se fue de rositas. Te aseguro que yo lo habría dejado muchísimo peor.
– ¿Cómo sabes eso? -susurró Simone.
Él le brindó una mirada tan fría que la heló hasta el fondo del alma.
– El mal conoce al mal, es como nos encontramos los unos a los otros, en caso de las Dimme, como evitas ser desbancado por un adversario más depravado.
Los ojos de Jesse se abrieron con respeto de par en par.
– Wow. ¿Entonces tú eres como el sabueso de Satán?
Xypher le miró divertido.
– Lucifer tiene a sus propios demonios a los que mandar. No soy uno de ellos.
– Gran lección de historia sobre demonios y sus hábitos alimenticios. -aplaudió Tate -. Así que, por curiosidad, ¿qué redacto en mi informe? ¿Ocasional matanza de demonio? Sí. Esto va a leerse realmente bien. -Se giró hacia Simone-. ¿Crees que puedo conseguir un trabajo como empleado de la limpieza con un título de médico?
Ella le acarició el brazo afectuosamente.
– Yo no mencionaría el título. Te haría demasiado cualificado para el trabajo. Pero si te hace sentir un poco mejor, no pienso que vayas a necesitar un trabajo cuando te envíen a Mandeville [5].
– Gracias, Simone. -Su tono era tan seco como el desierto-. Me acordaré de esto la próxima vez que me pidas una carta de recomendación.
– Y yo me acordaré cuando ejerzas de portero en Tulane. Veré si te ayudo a encontrar trabajo.
– ¡Uy! -Tate refunfuñó-. Eres cruel.
– ¿Oye, Doc? -Un policía entrado en años se acercó a ellos-. Los de homicidios quieren saber si estáis listos para levantar y trasladar el cadáver.
– Sí, está hecho. -Bajó la voz de modo que sólo Simone y Xypher pudieran oírlo-. Matanza hecha al azar por un demonio. Tal vez debería redactarlo sencillamente como un atraco que salió mal. -Hizo una pausa y miró Xypher-. ¿Estás seguro sobre la causa de la muerte?
– Cuando el cuerpo se levante dentro de poco y trate de matarte, tendrás tu respuesta.
Tate suspiró pesadamente.
– ¿Qué vas a hacer? -le preguntó Simone antes de que pudiera distanciarse.
Tate se encogió de hombros.
– No lo sé. No puedo destruir el cuerpo. A todo este asunto le espera pasar por un proceso judicial, seguido de un despido importante y humillación pública.
Xypher se rascó la mejilla antes de hablar:
– Por lo menos, córtale la cabeza. Me lo agradecerás más tarde.
Tate resopló.
– ¿Crees que un “oops” podría taparlo? -le preguntó a Simone.
– ¡Tate! -espetó ella, horrorizada al pensarlo-. Nuestra profesión ya tiene una reputación bastante mala. No puedes hacer algo así o nunca conseguiremos que se olvide.
– Trato de ser razonable. Sabes que el test ME no cubre exactamente esto. ¿Qué les dices a los estudiantes sobre las peculiaridades de nuestro trabajo?
– Nada. Simplemente les digo que hay algunas cosas que no pueden ser explicadas.
– Sí -dijo Tate con una risa nerviosa-, todo esto definitivamente se calificaría como de inexplicable. -Echó una mirada atrás, a Xypher-. ¿Hay algo que contenga al cuerpo, además de la decapitación o la absoluta destrucción?
– Descuartizarlo.
Tate se rascó la ceja con el dedo corazón.
– Tengo visiones de Shaun de los Muertos en mi laboratorio.
Simone soltó una carcajada.
– Querrás decir Tate de los Muertos.
– Exactamente. Y permitidme no olvidar que al final de La Noche de los Muertos Vivientes, le pegaron un tiro al hombre negro que sobrevivió a los ataques zombis. No es un buen precedente y aquí estoy teniendo un mal flashback, Sim.
Sacudiendo la cabeza, Tate aplaudió y echó a andar alejándose de ellos como si se encaminase hacia su destino.
– Bien, deseadme suerte… y mucho poder de fuego; acordaos de no dejar al sheriff que me pegue un tiro al amanecer. -Echó una mirada atrás, a la víctima-. Al menos esta vez lo sé, para no asignarle el cuerpo a alguien más.
– Bonne chance, mon ami.
– Sí, gracias, Simone. Personalmente, me gustaría bonne chance en esto.
Ella retrocedió cuando los dejó y se acercó al cuerpo para poder vigilar sus movimientos.
Simone apartó la mirada cuando pensó en Gloria y se preguntó lo que le habría pasado. Frotando sus brazos, susurró un rezo silencioso por la pobre mujer.
Jesse levantó la cabeza mientras la estudiaba.
– ¿Qué pasa, Sim?
– Sólo pensaba en Gloria. Desearía saber lo que le pasó. Odio que la hayamos perdido.
Xypher frunció el ceño.
– ¿Quién es Gloria?
Simone le propinó una mirada irritada porque él no lo sabía.
– Era el otro fantasma que estaba allí con los Daimons cuando llegaste chocando con mi mundo.
– Ah, la rubia.
– Sí, la rubia.
Tate gimió cuando volvió al grupo y pilló aquel fragmento de la conversación.
– Sí… Hablando de eso, su familia llegará en cualquier momento para reclamar el cuerpo. ¿Qué se supone que les tengo que decir cuando no se lo podamos entregar? De nuevo, no creo que un “oops” lo encubra completamente.
– ¡Oye! -vociferó un poli-. Doc, no creo que este tipo esté muerto. Acabo de verlo moverse.
Simone palideció ante aquellas palabras. Peor, vio el pie del difunto moverse.
– Xypher, está empezando.
Antes de que pudiera parpadear, él lanzó su mano. Un instante más tarde, el cuerpo íntegro irrumpió en llamas.
El policía gritó pidiendo ayuda mientras varios de los otros polis se peleaban por los extintores.
Ella fulminó con la mirada a Xypher.
– ¿Tú hiciste eso?
Él se encogió de hombros despreocupadamente.
– A veces mis poderes funcionan. A veces no lo hacen. Parece que esta vez lo hicieron. Sí, lo hicieron.
Tate arrugó la nariz mientras veía a los policías correr alrededor.
– No estoy seguro de si debería agradecértelo o no… ¿Piensas que se creerán que había algo de gas en la tierra que hizo que el cuerpo se moviera y que entonces se quemó espontáneamente?
Simone dejó salir una prolongada exhalación mientras silenciosamente le deseaba suerte en aquel asunto.
– Si alguien puede hacer que funcione, Tate, eres tú.
– Sí, te veo en la oficina de desempleo pronto. -Los dejó para ayudar a los oficiales a extinguir las llamas.
Simone los miró trabajar mientras el verdadero horror de todo aquello penetraba en su interior.
– De modo que al hombre realmente se lo comió un demonio.
– No creerás que me lo inventé, ¿no?
– No. -Ella alargó la palabra-. No exactamente, en cualquier caso. -Frunció el ceño al barrer con la mirada aquel cuerpo que había sido hecho para el pecado hasta los impresionantes ojos claros. Nadie adivinaría nunca que Xypher era algo además de humano, aunque ella lo conocía mejor-. ¿Realmente eres parte demonio?
– ¿Por qué mentiría?
– No lo sé. A veces la gente lo hace, sin ningún motivo aparente.
– Pero no soy humano.
El que fuera un engendro diabólico al menos explicaba un poco lo de su personalidad mordaz. Esto también lo excusaba… casi. Además, ya que era un demonio, tenía suerte de que estuviera domesticado y no intentara asustar a todos los que se encontraban por la calle.