– Juan Antonio, las buenas noticias las das en el Salón de la Princesa Anastasia y las malas en un sótano de la KGB.

Hasta Carvalho, no demasiado al día en récords olímpicos, comprendió que correr cien metros lisos en seis segundos y cuatro décimas era una provocación. En cualquier caso se merecían aquel contratiempo por haber estimulado a falsificar el sentido de los deportes fundamentales, atletismo y natación, utilizados por el hombre desde sus orígenes para cazar o ser cazado y ahora convertidos en chucherías de estadio.

– ¿Ha pasado el control antidoping?

– Totalmente. Ni un miligramo de nada.

– El conocido caso de la excepción que confirma la regla.

– Hay más.

Desde el sótano KGB style sobre el que se desparramaba su lividez, Samaranch había vuelto a hablar.

– Se ha descubierto…

– No, Juan Antonio, no…

Era la princesa Ana de Inglaterra la que se oponía a que el presidente del COI siguiera hablando y aunque su fusta de montar, con la que tantas veces había flagelado a su ex marido el caballista o a sus dos cuñadas, se alzaba amenazadora sobre la totalidad del COI, Samaranch siguió hablando.

– Se ha descubierto que un cuarenta por ciento de la delegación de atletas negros no son negros.

Un ¡oh! de estupor emergió sobre las cabezas de casi la totalidad de miembros del COI, a manera de lenguas de fuego de butano de muy mala calidad. La princesa Ana se limitó a morderse el labio inferior, en contra de la descripción de este tipo de medida de autocontención para la que suele utilizarse la fórmula «se mordió los labios», evidentemente imposible de realizar mediante una sola mordedura y abiertamente grotesca, casi cómica, la acción de morderse los labios superiores con los dientes inferiores.

– Al parecer, muchos atletas blancos utilizan una técnica inversa a la de ese chiquito, Michael Jackson, para volverse negros. No sólo aumenta la aceptación del público, especialmente en las pruebas atléticas de velocidad y medio fondo o en baloncesto o ejerciendo como extremos en fútbol, sino que el rendimiento deportivo aumenta en cuanto cambian de color. Pero imaginemos el escándalo. Los atletas sospechosos consiguen récords contra natura y los atletas negros no… Y es de esperar que el capítulo de desajustes no termine ahí… Por eso le necesitamos, Carvalho.

– El olimpismo me produce angustia metafísica y concreta.

Samaranch chasqueó los dedos y acudió presuroso el psiquiatra de cámara.

– Solucione el problema de angustia metafísica y concreta de este señor.

El psiquiatra contemplaba a Carvalho con desconfianza.

– A ver… saque la lengua…

Contempló la lengua con cierto asco y se encogió de hombros.

– Todo me suena a literatura, ¿qué es la angustia metafísica? Consta que existe la angustia automática, estudiada por Freud en Hemmung, Symptom und Angst o la angustia real, Realangst, la llama Freud. Éstas son las fundamentales, al lado de angustias adjetivadas a la ligera y para dar importancia al angustiado y así pasarle mejor factura: angustia visual, de test, de examen, de fonación, escolar, escénica, situacional… Yo soy un psiquiatra de la sanidad pública, creo en el socialismo sanitario y no estamos para chorradas metafísicas.

Samaranch se indignaba progresivamente con el científico.

– El cliente siempre tiene razón.

Se volvió a Carvalho y arqueó las cejas con resignación y complicidad.

– No le haga caso. Le comprendemos y al ayudarnos se ayuda. Está angustiado y por eso queremos que usted se encargue del caso. El ministro Corcuera no está angustiado y necesita una investigación paralela y convergente, pero desde una perspectiva angustiada y privada. Nadie podría imaginar que usted dirigiera una investigación paralela a la oficial. Le pagaremos lo que usted quiera, pero tenga en cuenta que el nuestro es un movimiento filosófico y benefactor.

Ante estos calificativos, varios componentes del COI no pudieron contener el ataque de risa y hasta hubo alguno que se dejó caer al suelo sacudido por carcajadas diríase que diabólicas. Eran del sector aristocrático y desde niños sabían que no tenían por qué disimular sus sentimientos. Carvalho les miró los cuellos, como si las pupilas se le hubieran vuelto guillotinas, pero ellos seguían en el suelo, riéndose y bebiendo traguitos de Knockando Gran Reserva, fijado su modelo etílico con la ayuda de los personajes borrachos diletantes de las comedias de Hollywood de la posguerra, de una petaca de oro con incrustaciones de perlas que el COI había regalado a todos sus componentes con motivo del V Centenario del descubrimiento del baloncesto maya.

– Si no es por dinero, hágalo por patriotismo, por patriotismo catalán o español u olímpico.

Terció un adulador, muy bien considerado en el escalafón de aduladores, maleteros y poetas oficiales del COI.

Olimpia del acervo humano surge
y al acervo humano vuelve como un juego
de dioses que al caer se alzan
desde el Olimpo a la estatura humana
pues hombres son y pueden ser vencidos;
polvo son y polvo morderán en la derrota
o polvo de oro en los labios de Victoria
polvo serán y tendrán, mas será polvo enamorado.

La princesa Ana fulminó con la mirada al inoportuno y Samaranch musitó con los dientes apretados:

– ¡No sea imbécil!

El ministro español de Economía emergió de entre las sombras y amenazó:

– ¡Carvalho, o colabora o le envío una inspección de Hacienda!

Volvió a desaparecer entre las sombras y Carvalho creyó haber vivido una ensoñación, pero no, estaba en el corazón de la fortaleza olímpica porque desde los pisos superiores llegaban los agudos de Montserrat Caballé que estaba ensayando el himno olímpico de sobremesa.

– ¡Quiero que le corten los cables a la torre de comunicaciones de Foster que han construido al lado de mi casa en Vallvidrera!

Esta vez no fue un ¡oh! de estupor, sino de angustia, el que emergió sobre las cabezas de los miembros del COI y otros figurantes, cual lenguas de fuego de butano de muy mala calidad. Sólo el poeta oficial se atrevió a enfrentarse a Carvalho.

– ¡Traidor! ¡Quieres derribar los símbolos materiales de la modernidad tan duramente conquistada!

– Que me quiten a este moderno de delante o no respondo.

– ¡Esta ciudad se ha beneficiado de la pía alianza entre el Príncipe modernizador y los arquitectos!

Con un simple parpadeo, Samaranch ordenó callar al poeta en nómina y concedió a Carvalho.

– Se caerá.

– No espero otra cosa. Desde lejos engaña mucho. Desde cerca es pura ortopedia. Cada cable que la aguanta parece una muleta. Pero, por si no se cae, que la tiren. Para las comunicaciones del año 2001 bastará con un buen tam-tam.

– Deje que pasen los Juegos, de lo contrario no podríamos emitirlos.

– Sea. Y ahora quiero un estado detallado de la situación.

Samaranch chasqueó los dedos y el exegeta de plantilla emitió un informe que quería imitar las más resabiadas normas del teatro épico.

– Todo empezó en el momento en que la antorcha olímpica fue robada en la misma Olimpia… en el primer relevo… Sopló desde el Olimpo la cólera de Zeus y no fue suficiente para impedir otros signos de desgracia… en el largo camino recorrido por la antorcha de Olimpia a Ampurias… luego por todas las Españas… para recabar finalmente en Barcelona… desapariciones… accidentes de carretera… inundaciones…

– ¿Desapariciones?

Carvalho alzó una ceja como lo hacía Gregory Peck cuando quería expresar sentimientos, falta de sentimientos, sentimientos encontrados, pasión, compasión, instinto, emotividad, cordialidad, delicadeza, conmoción, efusión, introversión, extroversión, trauma psíquico, alegría, odio, pena, patetismo y perplejidad, sobre todo perplejidad.


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