SORIN.- (En el tono mimoso con que se habla a los niños.)¿Conque hemos tenido una alegría?... ¿Conque estamos hoy contentos por fin?... ( A su hermana.) ¡Tenemos una alegría!... ¡El padre y la madrastra se marcharon a Tver, y nos vamos a ver en libertad durante tres días!
NINA.- ( Sentándose al lado deARKADINA y abrazándola.) ¡Me encuentro feliz! ¡Ahora le pertenezco!
SORIN.- ( Tomando asiento, a su vez, en el sillón.) ¿Verdad que está muy guapita hoy?
ARKADINA.- ¡Ya lo creo!... ¡Bien vestida! ¡Interesante! ¡Qué niña más buena! ( Besa aNINA.) ¡Pero no la alabemos demasiado, no vaya a ser que le atraigamos la mala suerte!... ¿Dónde está Boris?
NINA.- Pescando.
ARKADINA.- ¿Cómo no se aburrirá? ( Se dispone a reanudar la lectura.)
NINA.- ¿Qué?
ARKADINA.- «Sobre el agua», de Maupassant. ( Lee para sí algunos renglones.) Lo que sigue es poco interesante y, además, injusto. ( Cierra el libro.) ¡Hoy no tengo el ánimo tranquilo!... ¡Dígame!... ¿Qué le ocurre a mi hijo?... ¿Por qué está tan triste y con ese aire tan severo? ¡Se pasa los días enteros en el lago y rara es la vez que le veo!
MASCHA.- ¡No tiene paz de espíritu! ( ANINA, con timidez.) ¡Léanos algo de su obra! ¡Se lo ruego!
NINA.- ( Encogiéndose de hombros.) ¿Realmente lo desea?... ¡Es tan interesante!
MASCHA.- ( Con entusiasmo reprimido.) ¡Cuando él lee algo, los ojos le brillan y se pone pálido! ¡Tiene una voz maravillosa y triste, y sus ademanes son los de un poeta! ( Se oye roncar aSORIN.)
DORN.- ¡Buenas noches!
ARKADINA.- ¡Petruscha!
SORIN.- ¿Eh?...
ARKADINA.- ¿Te has dormido?
SORIN.- ¡Qué me voy a dormir!
ARKADINA.- ¡No te cuidas nada, y haces mal!
SORIN.- ¡Yo me cuidaría encantado; pero el doctor no quiere cuidarme!
DORN.- ¡Cuidarse a los sesenta años!
SORIN.- ¡También a los sesenta años se quiere vivir!
DORN.- ( Con enojo.) ¡Bueno, pues..., tómese unas gotas de valeriana!
ARKADINA.- A mí me parece que no le sentaría mal ir a algunas aguas.
DORN.- ¿Por qué no?... ¡Puede ir y puede no ir!
ARKADINA.- ¡Hágase cargo!
DORN.- ¡No hay nada de que hacerse cargo! ¡Está todo muy claro! ( Pausa.)
MEDVEDENKO.- Piotr Nikolaevich, debería dejar de fumar.
SORIN.- ¡Tonterías!
DORN.- ¡No; no son tonterías! ¡El vino y el tabaco anulan la personalidad!... ¡Después de un puro o de una copa de «vodka»... ya no es usted solamente Piotr Nikolaevich!... ¡Es usted Piotr Nikolaevich y alguien más!... ¡Su «yo» se ha derretido, y, dentro de sí mismo, empieza usted a tener que considerar a una tercera persona: a él!
SORIN.- ( Riendo.) ¡Usted habla muy fácilmente! ¡Cómo ha vivido su vida!... pero ¿y yo?... ¡He pertenecido al Organismo Judicial durante veintiocho años, y esta es la hora en que ni he vivido ni he pasado por ninguna emoción!... ¡Se comprende que tenga gana de vivir!... ¡Usted es ya un hombre satisfecho e indiferente, y por eso se inclina hacia la filosofía, pero como yo lo que quiero es vivir..., bebo jerez durante la comida y fumo puros!... ¡Y punto concluido!
DORN.- ¡Lo que hay que hacer es tomar la vida en serio!... ¡Cuidarse a los sesenta años y lamentar no haber gozado mucho en la juventud es, y perdóneme, inconsciencia!
MASCHA.- ( Levantándose.) Ya debe de ser hora de almorzar. ( Echa a andar con paso perezoso y lento.) ¡Se me ha quedado dormida una pierna! ( Sale.)
DORN.- ¡Cuando llegue, seguramente se beberá dos copitas antes de comer!
SORIN.- ¡Pobrecilla! ¡Felicidad personal no tiene ninguna!
DORN.- ¡Qué tontería, excelencia!
SORIN.- ¡Usted habla así porque es hombre satisfecho!
ARKADINA.- ¿Podrá haber algo más aburrido que este grato «aburrimiento» campestre?... ¡Todo es quietud, ociosidad y filosofía!... ¡Amigos míos!... ¡En su compañía se está muy bien!... ¡Es muy agradable escuchar su charla..., pero encontrarse en la habitación de la fonda estudiándose el papel..., es mucho mejor!
NINA.- ( Con entusiasmo.) ¡Sí, sí!... ¡La comprendo!
SORIN.- ¡La ciudad es mejor..., naturalmente! ¡Allí, cuando estás en tu despacho, el criado no deja pasar a nadie que no se anuncie!... ¡Y luego tienes el teléfono..., y en la calle, «ischvoschik 3»!...
DORN.- ( Canturreando.) «¡Flores mías, habladme de mi amor!»...
Escena II
EntraSCHAMRAEV seguido dePOLINA ANDREEVNA.
SCHAMRAEV.- ¡Aquí estamos! ¡Buenos días! ( Besa primero la mano deARKADINA, y después la deNINA.) ¡Me alegra mucho verles con tan buena salud! ( AARKADINA.) Por cierto..., mi mujer me dice que pensaban ustedes ir hoy juntas a la ciudad... ¿Es verdad eso?
ARKADINA.- En efecto, pensamos ir.
SCHAMRAEV.- ¡Jem!... ¡Magnífico! Solo que dígame, estimada señora..., ¿cómo van a ir? Hoy están ocupados todos los mozos con el acarreo del centeno... ¿De qué caballos iba usted a disponer..., me permito preguntarla?
ARKADINA.- ¿Cómo que de qué caballos? ¿Es que voy a saber yo los caballos que hacen falta?
SORIN.- ¡También tenemos caballos de tiro!
SCHAMRAEV.- ( Nervioso.) De tiro, sí..., pero ¿de dónde voy a sacar los arreos?... ¡Esto es asombroso..., incomprensible!... ¡Perdone!... ¡Me inclino con admiración ante su talento!... ¡Estaría dispuesto a dar por usted diez años de vida, pero caballos..., no puedo darle!
ARKADINA.- ¡Tengo, sin embargo, necesidad de ir!... ¡Qué ocurrencia!...
SCHAMRAEV.- ¡Estimada señora mía!... ¡Usted no sabe lo que son las faenas del campo!
ARKADINA.- ( Acalorándose.) ¡Eso ya es historia vieja; pero, bueno..., en tal caso, hoy mismo me marcho a Moscú!... ¡Diga que vayan a la aldea y alquilen caballos para mí! ¡Si no lo hace, iré a pie!
SCHAMRAEV.- ( Acalorándose a su vez.) ¡Si es así, renuncio a mi puesto! ¡Búsquese otro administrador! ( Sale.)
ARKADINA.- ¡Todos los veranos me ocurre igual! ¡Todos los veranos recibo una ofensa! ¡No volveré jamás a poner el pie aquí! ( Sale por la izquierda, en dirección al lago; pero un minuto después se la ve entrar en casa, seguida deTRIGORIN, que transporta unas cañas de pescar y un cubo.)