7. SUEÑO CREATIVO
¡Cuan libres somos cuando soñamos! Las barreras del tiempo, las limitaciones del espacio, las leyes de la lógica, las represiones de la conciencia, todo esto desaparece y somos dioses de nuestras propias creaciones fugaces. Freud atribuyó una importancia capital a nuestros sueños porque lo que creamos en ellos nos pertenece en forma única. Al comprender los sueños de un hombre, parecía decir, comprenderás al hombre.
En Control Mental también tomamos los sueños en serio, pero en una forma diferente porque aprendemos a emplear nuestra mente de maneras distintas. Freud se ocupaba de los sueños que nos llegan en forma espontánea. Esto no es el caso en Control Mental. Nuestro interés se concentra en crear deliberadamente sueños que sirvan para resolver problemas específicos) Como programamos el tema con anticipación, los interpretamos de modo diferente… con resultados espectaculares. Aunque esto limita la espontaneidad de nuestras experiencias con los sueños pero obtenemos una libertad significativa: un mayor control sobre nuestra vida.
Cuando interpretamos un sueño que hemos preprogramado con la debida anticipación, además de obtener discernimiento en la patología de nuestra psique, descubrimos soluciones a nuestros problemas cotidianos.
Son tres. los pasos que enseñamos para el Control de los Sueños, y todos ellos implican el estar a un nivel mental propio para la meditación:
EL primero consiste en recordar nuestros sueños. Mucha gente dice:
– Yo no sueño nada en absoluto.
Pero esto nunca es verdad. (Puede ser que no recordemos nuestros sueños, pero todos soñamos. Si se nos privara de soñar, al cabo de unos cuantos días habría alteraciones mentales y emocionales.
Cuando empecé a investigar la posible utilidad de los sueños para la resolución de problemas, allá por 1949, no estaba seguro en absoluto de lo que descubriría. Había oído, al igual que usted, un sinnúmero de historias sobre premoniciones que ocurren en los sueños. Como todos sabemos, César fue prevenido en un sueño de los "Idus de marzo", y el mismo día, según resultó, fue asesinado. Y también Lincoln soñó premoniciones de su asesinato. Si estos sueños y muchos otros parecidos a ellos, constituían accidentes no susceptibles de repetirse, entonces yo estaba perdiendo mi tiempo.
Hubo un punto en el que me sentí firmemente convencido de que en efecto estaba perdiendo mi tiempo. Había estado estudiando psicología (Freud, Adler, Jung) a lo largo de cuatro años aproximadamente, y me empezó a parecer que mientras más estudiaba, menos sabía. Eran alrededor de las dos de la mañana. Arrojé mi libro al suelo y me fui a acostar, decidido a no perder más tiempo en proyectos inútiles como el de estudiar a los gigantes que estaban en desacuerdo incluso entre ellos mismos. A partir de ese momento me dedicaría a mi negocio de electrónica y nada más. Lo estaba descuidando, y el dinero escaseaba.
Aproximadamente dos horas más tarde me desperté a causa de un sueño. No se trataba de una serie de acontecimientos, como sucede en la mayor parte de los sueños, sino simplemente de una luz. El campo visual en mi sueño estaba bañado por la luz del sol al mediodía, un resplandor dorado, sumamente brillante. Abrí los ojos y estaba oscuro en mi habitación llena de sombras. Cerré los ojos y volvió a estar brillante. Repetí esto en varias ocasiones: ojos abiertos, oscuro; ojos cerrados, brillante. En la tercera o cuarta ocasión en la que cerré los ojos vi tres números: 3-4-3. Después otra serie de números: 3-7-3. Y la siguiente vez la primera serie volvió a aparecer, y después de otra vez la segunda serie.
Yo estaba menos interesado en los seis números que en la luz, que empezó a desvanecerse poco a poco. Me pregunté si la vida llegaría a su fin como un foco, con un relámpago repentino de luz. Cuando me di cuenta de que no me estaba muriendo quise hacer que la luz regresara para estudiarla. Modifiqué mi respiración, mi posición en la cama, mi nivel mental; nada dio resultado. La luz continuó desvaneciéndose. En conjunto, la luz duró alrededor de cinco minutos.
Quizá los números tenían un significado. Permanecí despierto el resto de la noche tratando de recordar números telefónicos, direcciones, números de licencias, cualquier cosa que pudiera dar un significado a aquellos números.
Hoy día cuento con un modo eficaz de descubrir lo que los sueños significan, pero en aquella época todavía me encontraba en las primeras etapas de mi investigación. Al día siguiente, cansado como lo estaba después de haber dormido únicamente dos horas, seguí tratando de relacionar los números con algo que ya conociera.
Ahora tengo que relatar algunos incidentes sin importancia, que me condujeron a descifrar el misterio y de allí, a una parte importante del curso de Control Mental.
Quince minutos antes de la hora de cerrar mi taller de electrónica, un amigo fue a verme para invitarme a tomar un café. Mientras me esperaba, pasó mi esposa y me dijo:
– Ya que van a ir a tomar un café, ¿por qué no pasan al lado mexicano y me compran un poco de alcohol de fricción?
Cerca del puente hay una tienda en donde el alcohol de fricción es más barato.
En el camino le hablé a mi amigo acerca del sueño, y mientras lo hacía se me ocurrió una idea: quizá lo que había visto era el número de un billete de lotería. Pasamos en el auto frente a una tienda en la que se encontraba la oficina central de la lotería mexicana, pero era la hora de cerrar y las cortinas ya estaban corridas. No tenía importancia, de todos modos era una idea absurda, y seguimos una cuadra más para comprar el alcohol para mi esposa.
Mientras el dependiente me envolvía el alcohol, mi amigo me llamó desde otra parte de la tienda.
– ¿Cuál es el número que estabas buscando?
– Tres-cuatro-tres, tres-siete-tres -le dije.
– ¡Ven a ver!
Allí estaba la mitad de un billete con el número 3-4-3.
A lo largo de la República de México cada uno de los cientos de miles de vendedores, al igual que esta pequeña tienda, recibe billetes con los mismos primeros tres números cada mes. Esta tienda era la única en toda la nación que vendía el número 343. El número 373 se vendía en la ciudad de México.
Unas cuantas semanas después me enteré de que mi mitad del primer billete de lotería que había comprado en mi vida se había ganado 10000 dólares, mismos que necesitaba con urgencia. Aunque me sentía sumamente alborozado, hice caso omiso del refrán que dice: "A caballo regalado no se le mira el colmillo", y analicé con sumo cuidado este caballo regalado, y lo que descubrí resultó ser mucho más valioso que el regalo mismo. Mi reflexión constituyó el fundamento para una convicción sólidamente cimentada de que mis estudios valían la pena. De alguna manera había yo establecido contacto con la Inteligencia Suprema. Quizá había establecido contacto con ella en muchas ocasiones y no me había dado cuenta; en esta ocasión lo sabia.
Tomemos en cuenta el número de acontecimientos aparentemente casuales que me condujeron a esto. En un momento de desesperación, soñé con un número en una forma hasta tal punto sorprendente (con aquella luz) que tenía que recordarlo. Después un amigo llegó para invitarme a tomar un café y, aunque estaba fatigado, acepté. Mi esposa pasó y me pidió que comprara alcohol de fricción, cosa que me condujo al único sitio en México en donde ese billete en particular estaba a la venta.
Cualquiera que piense que todo esto no es más que una coincidencia estaría en apuros para explicar un hecho sorprendente, que se puede constatar cabalmente: cuatro graduados de Control Mental en Estados Unidos, también ganaron en loterías, por medio del uso de otras técnicas que yo desarrollé más tarde. Ellos son:* Regina M. Fornecker, de Rockford, Illinois, quien ganó 300000 dólares; David Sikich, de Chicago, quien ganó 300 000 dólares; Francés Morroni, de Chicago, quien ganó 50000 dólares y John Fleming, de Buffalo, Nueva York, quien ganó 50000 dólares.