Fue asignado a la unidad de un sargento alcohólico de carácter irritable, que escogió al recién llegado para hacerlo víctima especial de su abuso. Al cabo de unas cuantas semanas el soldado empezó a despertarse por la noche con accesos de tos, después con ataques de asma, que nunca antes había tenido. Un examen médico exhaustivo demostró que su salud era perfecta. Entre tanto él se fatigaba cada día más; empezó a tener un desempeño deficiente en su trabajo y atrajo la atención todavía más desagradable por parte de su sargento.

Otros integrantes de su unidad empezaron a recurrir a las drogas; él recurrió a Control Mental y a las oraciones mencionadas. Por fortuna tenía la oportunidad de meditar tres veces al día.

– En tres días estaba completamente inmune al sargento. Hacía lo que me decía que hiciera, pero nada de lo que dijera podía afectarme. Al cabo de una semana dejé de toser y el asma desapareció.

Si esto me lo hubiera dicho un graduado de Control Mental, me habría sentido complacido, como me siento siempre con las narraciones de éxitos, pero no muy impresionado. Contamos con algunas técnicas más poderosas para la autocuración, mismas que le ayudaré a aprender en capítulos posteriores. Lo que convierte la experiencia de este hombre en un caso particularmente interesante es que él no conocía ninguna de estas técnicas, sino que usó solamente las dos afirmaciones que aprendió aquel primer día.

Las palabras son sorprendentemente poderosas incluso a niveles mentales mucho más profundos que los que usamos en Control Mental. Una enfermera anestesista (y conferencista de Control Mental) de Oklahoma, la señora Jean Mabrey, aplica este conocimiento para ayudar a sus pacientes. Tan pronto que se encuentran bajo los efectos de una anestesia profunda, ella murmura en sus oídos instrucciones que pueden acelerar su recuperación, y en algunos casos salvar su vida.

Durante una operación, cuando normalmente se esperaría una hemorragia abundante, el cirujano se mostró asombrado: apenas si había un hilillo de sangre. La señora Mabrey había murmurado:

– Diga a su cuerpo que no sangre.

Hizo esto antes de la primera incisión, y después aproximadamente cada diez minutos a lo largo de la operación. En el curso de otra intervención ella murmuró:

– Cuando despierte, sentirá que todo el mundo en su vida la ama, y se amará a sí misma-. Esta paciente preocupaba en forma especial a su cirujano. Era una mujer tensa, que continuamente se quejaba y para ella cualquier dolor resultaba nefasto, actitud que podía entorpecer su recuperación. Más tarde, cuando despertó de los efectos de la anestesia, había una nueva expresión en su rostro, y tres meses después el cirujano le dijo a la señora Mabrey que esta paciente, que otrora fuera por demás nerviosa, estaba "trasformada". Se había convertido en una persona relajada y optimista, y se recuperó rápidamente de su operación.

El trabajo de la señora Mabrey ilustra tres cosas que nosotros enseñamos en Control Mental: Primero: las palabras tienen un poder especial en los niveles mentales profundos; segundo, la mente ejerce una autoridad mucho más firme sobre el cuerpo de la que se le atribuye; y tercero, como observé en el capítulo 5, siempre estamos conscientes.

¿Cuántos padres de familia entran bruscamente en la habitación de un niño dormido, acomodan con rapidez las cobijas y se salen, cuando una pausa para decir unas cuantas palabras positivas y amorosas ayudarían a que el niño se sintiera más seguro y más tranquilo a lo largo del día?

Son tantos los graduados de Control Mental que informan acerca de mejorías en su salud, en ocasiones antes de haber terminado siquiera el curso, que en una ocasión descubrí que me encontraba a punto de tener una dificultad con la profesión médica de mi ciudad natal. Algunos pacientes decían a sus médicos que nosotros habíamos curado sus problemas de salud, y los médicos se quejaron ante el fiscal de distrito. Él realizó una investigación y averiguó que no estábamos practicando medicina, como temían los doctores. Por fortuna no es ilegal que Control Mental resulte benéfico para la salud, o de lo contrario la organización de Control Mental no existiría hoy día.

9. EL PODER DE LA IMAGINACIÓN

La fuerza de voluntad necesita conquistar un enemigo; antes de alcanzar su objetivo. Trata de ser ruda y, al igual que la mayor parte de los rufianes, se acobarda cuando las cosas se ponen difíciles. Existe una manera más suave y más sencilla de vencer los hábitos nocivos: la imaginación La imaginación se enfoca directamente al objetivo y consigue lo que desea.

Esta es la razón por la cual en los capítulos anteriores le di tanta importancia al hecho de que usted asimilara la visualización llena de realismo en los niveles profundos de la mente. Si usted estimula a su imaginación con creencias, deseos y expectativas, y la entrena para que visualice sus objetivos de tal manera que usted los vea, los sienta, los escuche, los pruebe y los toque, conseguirá lo que desea.

'"Cuando la voluntad y la imaginación están en conflicto, es siempre la imaginación la que triunfa", escribió en cierta ocasión Emile Coué.

Si usted piensa que desea abandonar un hábito nocivo, es probable que se esté engañando a sí mismo. Si en realidad deseara abandonarlo, el hábito desaparecería por sí solo. Lo que usted debe desear más que el hábito como tal es el beneficio de abandonarlo. Una vez que aprenda a desear ese beneficio, quedará libre del hábito "indeseable".

El pensar acerca de su hábito y decidir firmemente que lo va a abandonar puede ligarlo más estrechamente a él. La situación se parece un poco a la de proponerse que se vara dormir; la misma firmeza de su decisión puede mantenerlo despierto.

Ahora vamos a ver de qué manera se puede hacer que todo esto trabaje en su favor. Como ejemplos, usaremos dos hábitos que los graduados de Control Mental superan en forma por demás exitosa: comer en exceso y fumar.

Si usted desea bajar de peso, el primer paso consiste en analizar el problema en el nivel externo.

¿Su problema radica en comer demasiado, en no hacer el ejercicio suficiente, o en ambas cosas?

Muy bien puede suceder que no sea el comer en exceso, sino el comer los alimentos equivocados. Una dieta de alimentos más adecuados a sus necesidades particulares puede ser la respuesta. Su médico puede aconsejarle.

¿Por qué desea bajar de peso? ¿Está tan gordo que su salud se ve afectada, o sencillamente siente que si estuviera más delgado sería más atractivo? Cualquiera de las dos cosas proporciona una buena razón para bajar de peso, pero es preciso que usted sepa de antemano cuál es el beneficio que espera obtener de la reducción de peso.

Si usted ya come los alimentos adecuados en cantidades moderadas, si hace tanto ejercicio como le es posible dentro de un límite razonable, y solamente está un poco excedido de peso, mi consejo sería (a menos que su médico diga lo contrario) que se conforme con su estado. La alternativa constituye un trastorno innecesario para usted. Además probablemente haya problemas mayores y oportunidades más importantes en su vida para que ponga en práctica su Control Mental.

Si está seguro de que en realidad desea bajar de peso y saberla razón, su siguiente paso consiste en analizar todos los beneficios que derivará, no los beneficios generales como "luciré mejor" sino los concretos que impliquen, si fuera posible, la participación de sus cinco sentidos. Ejemplo:

Vista: Encuentre una fotografía suya de cuando estaba tan delgado como le gustaría estar ahora.

Tacto: Imagine cuan tersos se sentirán al tacto sus brazos, sus muslos y su vientre cuando vuelva a estar delgado.

Gusto: Imagine los sabores de los alimentos a los que dará mayor importancia en su nueva dieta.

Olfato: Imagine el olor de los alimentos que comerá.


Перейти на страницу:
Изменить размер шрифта: