En el informe que rindió acerca de estos estudios, el doctor De Sau llegó a la siguiente conclusión:
Quizá los cambios que tuvieron lugar con los estudiantes mencionados arriba en sus distintos ambientes educativos se pueden evaluar en forma óptima desde una perspectiva como la que sostiene John Holt, educador y autor. Holt defiende la posición de que el proceso educativo con frecuencia ha sido un proceso torpe en la enseñanza, ya que contribuye al incremento de la ansiedad, el sentimiento de culpabilidad y a una dependencia casi continua en el medio ambiente exterior para recibir aprobación o desaprobación. Todas estas son condiciones que pueden producir comportamiento conformista o neurótico, pero es muy poco lo que hacen para incrementar la educación o el adelanto humano. Contamos con bases razonables para creer que en las demás instituciones sociales se pueden encontrar las mismas condiciones.
Los datos de la investigación mencionados arriba indican, por lo menos desde la perspectiva educativa, que existe una alternativa alentadora y viable. Un factor de cambio que es persistente y vigoroso después del entrenamiento de Control Mental es el de un desplazamiento hacia los puntos internos de referencia, es decir, el reconocimiento que un individuo tiene de su propio valer y un paso significativo hacia el autocontrol por otros individuos.
En la mayor parte de las escuelas donde se imparte Control Mental se insta a los maestros a que también tomen el curso. Las razones (todas excepto una) son bastante obvias, si tomamos en cuenta los beneficios del entrenamiento. Los maestros se vuelven menos susceptibles de agitarse, más pacientes, y es más fácil para los estudiantes convivir con ellos durante las horas de clase.
Es bien sabido que un maestro que espera menos de sus alumnos recibe menos, en tanto que uno que espera más obtiene más. El maestro que ha recibido el entrenamiento de Control Mental ha tenido experiencia directa con aquello que en el capítulo 14 José llama "Ley cósmica", con una jurisdicción que engloba a toda la humanidad. No hay maestro que haya recibido este entrenamiento que pueda volver a burlarse del "equipo mental" de alguna persona. Conoce demasiado bien el enorme alcance de toda mente humana. Como resultado de ello es un mejor maestro, incluso aunque sus alumnos jamás hayan oído hablar de Control Mental.
Sin embargo, cuando los estudiantes y el maestro son graduados de Control Mental suceden cosas extraordinarias en el salón de clases.
Una maestra de primaria en Buffalo, enseña a sus alumnos a "ponerse en contacto" con Jorge Washington y con otros personajes del pasado para ayudarlos a estudiar historia, por medio de las técnicas que aprendieron a utilizar durante las últimas horas del curso de Control Mental, cuando trabajaron con los casos de rehabilitación. De esta manera "viven" la historia. Y para ayudarlos posteriormente, cuando resuelven sus pruebas, ellos se ponen en contacto mental con ella y encuentran la confirmación de sus respuestas.
Otra maestra, en este caso a nivel universitario, hace que sus estudiantes se pongan en contacto con los filósofos para recibir explicaciones para ciertos puntos que encuentran confusos en sus escritos.
– ¡Da resultado! -dice ella.
La señora de Joe Lytle, conferencista de Control Mental en Virginia Beach, siente un deleite especial al dar clases a chicos entre los siete y los diecisiete años de edad. En el periódico LedgerStar de Norfolk (16 de julio de 1975) apareció un reportaje sobre algunas de sus experiencias, bajo el título "Estudiantes que se superan después del Curso de Control Mental". Uno de sus alumnos estaba tomando medicinas para la hipercinesia. El diario citó las palabras de la madre de este chico excesivamente activo: "Los cambios fueron absolutamente fantásticos después del curso. Mi hijo pudo dejar de tomar la medicina y sus calificaciones subieron notablemente. Control Mental le proporcionó el conocimiento de que él poseía el poder de cambiar".
Las calificaciones de otro estudiante que obtenía grados mediocres antes del curso subieron considerablemente después
del mismo.
Hubo el caso de otro estudiante más que tenía nota reprobatoria en los exámenes d«ortografía. Después del curso empezó a obtener calificaciones de primera en todas sus pruebas de ortografía, y en un año su aptitud para la lectura subió del cuarto al noveno nivel.
No había ningún medio práctico para comparar a aquellos que eligieron tomar el curso con aquellos que no lo hicieron, ni de medir la diferencia entre los dos grupos posteriormente, en virtud de que en las tres secundarias en las que el doctor De Sau llevó al cabo los tests antes y después del curso, casi todos los estudiantes se inscribieron en Control Mental.
No obstante, se presentó esta oportunidad en la Universidad de Scranton, en Scranton, Pensilvania. El profesor Donald L. Angelí, del Department of Human Resources ofreció el curso a alumnos graduados en Asesoramiento de Rehabilitación. El número de estudiantes que decidió no tomar el curso bastó para que él y el doctor De Sau pudieran estudiar algunas diferencias. Aplicaron un test similar al que se utilizó en las secundarias (aunque formulado para adultos) a 35 estudiantes que tomaron el curso y a 35 que no lo tomaron.
Las diferencias entre los dos grupos se manifestaron incluso antes del curso. De acuerdo con los resultados, aquellos que optaron por tomar el curso se mostraron más abiertos a experimentar y más guiados por normas propias. Aquellos que no quisieron tomar el curso se mostraron más tradicionalistas, limitados por reglas, y más conservadores.
Un mes después del curso se volvió a someter a prueba a los dos grupos y, si bien perduraban las diferencias originales, habían aflorado otras distinciones significativas: el grupo que había tomado el curso de Control Mental era más estable y maduro desde el punto de vista emocional, y sus miembros se mostraban más seguros de sí mismos y más relajados que los del otro grupo.
En pocas palabras, este estudio indica que aquellas personas que optan por tomar el curso de Control Mental son distintas de las que no lo hacen, y una vez que lo toman obtienen beneficios de él.
Si bien para todo el mundo resulta importante recibir un estímulo en lo que toca al concepto de sí mismo, esto puede resultar de importancia capital para el drogadicto que lucha por encontrar el camino para liberarse de este vicio. Control Mental cuenta con una experiencia limitada con los drogadictos, pero ella ha demostrado ser instructiva.
Paul Grivas, codirector del centro de Control Mental de Manhattan, quería ver qué podía hacer Control Mental por los adictos. Se ofreció como voluntario para empezar con cuatro adictos, dos de ellos adictos a la metadona, y dos adictos todavía a la heroína. Los dos adictos a la metadona encontraron el curso de utilidad, pero no los liberó de la metadona. La metadona produce adicción con excesiva facilidad y se usa en un gran número de programas para liberar a los adictos de la heroína. Físicamente, es doloroso dejar el vicio de la metadona y los dolores, decían estos adictos, eran tan severos que no podían concentrarse en sus ejercicios de Control Mental.
Uno de los individuos que todavía era adicto a la heroína enfrentaba una crisis familiar el primer día del curso y lo dejó. El que se quedó logró desintoxicarse, y quedó libre de la droga durante varios meses después del curso. Más tarde llamó por teléfono al señor Grivas para informarle que había vuelto al consumo de la heroína. El señor Grivas le pidió que repitiera el curso y se pasó un día con él para reforzar su entrenamiento de Control Mental, y una vez más se vio libre de la droga. Meses después seguía sin consumirla; después mudó su lugar de residencia y el señor Grivas perdió todo contacto con él.
El segundo esfuerzo para ayudar a los adictos por medio del uso de Control Mental se llevó a cabo en un proyecto comunitario del Bronx, con dieciocho ex adictos, algunos de los cuales eran administradores y pertenecían al personal del proyecto mismo. Aquellos que tomaron el curso dijeron que se sentían mucho más capaces que nunca de controlarse a sí mismos, y meses más tarde, varios de ellos informaron que incluso habían logrado trasmitir parte del entrenamiento a sus familias. No fue posible realizar pruebas confiables antes y después del curso ya que tres meses más tarde no se logró localizar a muchos de los dieciocho miembros que originalmente habían integrado el grupo.