José empezó a usar la hipnosis para tranquilizar la mente de sus hijos, y descubrió lo que para muchos parecía ser una paradoja: descubrió que el cerebro era más eficaz cuando estaba menos activo. En frecuencias más bajas el cerebro recibía y acumulaba mejor la información. El problema crucial radicaba en mantener a la mente alerta en estas frecuencias, que están asociadas más bien con el soñar despierto y el dormir que con la actividad práctica.
La hipnosis permitía la receptividad que José estaba buscando, pero no la clase de pensamiento independiente que lleva a razonar las cosas de modo que se puedan comprender. No es suficiente tener una cabeza repleta de datos recordados; también se necesita el discernimiento y la comprensión.
Al poco tiempo José abandonó la hipnosis y empezó a experimentar con ejercicios de entrenamiento mental para tranquilizar al cerebro y, a pesar de ello, mantenerlo más independiente y alerta que en la hipnosis. Esto, dedujo él, conduciría a tener una memoria mejorada combinada con la comprensión, y en consecuencia, a elevar las calificaciones del I. Q.
Los ejercicios a partir de los cuales evolucionó Control Mental, requerían de concentración relajada y visualización mental vivida como medios para alcanzar niveles más bajos. Una vez alcanzados, estos niveles demostraron ser más eficaces que el nivel Beta para el aprendizaje. La prueba se tuvo en la marcada mejoría en las calificaciones de sus hijos a lo largo de tres años, mientras él continuaba perfeccionando sus técnicas.
José había obtenido un logro sobresaliente, un paso significativo en extremo, mismo que otras investigaciones, principalmente la retroalimentación biológica, han confirmado desde entonces. Fue la primera persona que comprobó que podemos aprender a funcionar conscientemente en las frecuencias Alfa y Theta del cerebro.
Pronto vendría otro descubrimiento sobresaliente, igualmente sorprendente.
Una noche la hija de José había entrado "a nivel" (para usar la terminología moderna de Control Mental), y José la estaba interrogando en relación con sus estudios. Conforme ella daba respuesta a cada pregunta, él estructuraba la siguiente en su mente. Este era el procedimiento común, y hasta el momento la sesión no había sido diferente de los cientos de sesiones que la habían precedido. De pronto, suavemente, la rutina se modificó de manera trascendental. Ella dio respuesta a una pregunta que su padre todavía no le planteaba. Después a otra. Y a otra. ¡Le estaba leyendo la mente!
Esto sucedió en 1953, cuando la PES se estaba convirtiendo en una ciencia respetable para la investigación científica, en gran parte al través de los trabajos publicados del doctor J. B. Rhine, de la Universidad de Duke. José le escribió al doctor Rhine para informarle que había entrenado a su hija en la práctica de la PES, y recibió una respuesta decepcionante. El doctor Rhine insinuó que era posible que la chica ya fuera una psíquica de nacimiento. Sin realizar pruebas de la muchacha antes del entrenamiento, no había forma de precisarlo.
Entretanto, los vecinos se dieron cuenta de que las tareas escolares de los hijos de José habían mejorado en forma notable.
Cuando él había empezado a realizar sus experimentos, ellos se habían mostrado cautelosos de sus investigaciones en lo desconocido, en torno de fuerzas que quizá era mejor no tocar. Sin embargo, no se podían ignorar los triunfos de un hombre que trabajaba con sus propios hijos. ¿Estaría José dispuesto a entrenar también a los hijos de ellos?
Después de la carta del doctor Rhine, esto era justamente lo que José necesitaba. Si lo que él había logrado con un chico se podía llevar al cabo con otros, se habría acreditado la clase de experimentos repetitivos que resultan esenciales para el método científico.
A lo largo de los siguientes diez años entrenó a 39 niños de Laredo, con resultados todavía mejores porque perfeccionaba sus técnicas un poco más con cada niño. Así obtuvo otra meta sobresaliente: había elaborado el primer método en la historia que puede entrenar a cualquier persona para usar la PES, y contaba con treinta y nueve experimentos susceptibles de repetirse para comprobarlo. Ahora había que perfeccionar el método.
Al cabo de tres años, José elaboró el curso de entrenamiento que se usa hoy día. Requiere solamente de 40 a 48 horas, y resulta igualmente eficaz para adultos y para niños. Hasta el momento ha sido confirmado en más de un millón de "experimentos", siendo esta una cuantía de repeticiones que ningún hombre de ciencia imparcial puede desconocer.
Esos largos años de investigación fueron financiados por el próspero negocio electrónico de José. No había subvenciones disponibles por parte de ninguna universidad o fundación, ni por parte del gobierno, para un campo tan insólito en la investigación. En la actualidad, la organización de Control Mental constituye un floreciente negocio familiar, y sus utilidades se dedican en gran parte a la realización de otras investigaciones y al mantenimiento de su crecimiento acelerado. Hay conferencistas y centros de Control Mental en los cincuenta' estados de Estados Unidos y en otras treinta y cinco naciones.
A pesar de este éxito, José no se ha convertido en una celebridad, ni en un gurú o dirigente espiritual con seguidores o discípulos. Es un hombre sencillo de costumbres simples, que habla con el acento suave, casi perdido, del americano fronterizo. Es un hombre de constitución robusta con un rostro amable que sonríe con facilidad.
Cualquier persona que le pregunte a José lo que ha significado el éxito para él recibirá como respuesta un diluvio de historias de sus triunfos. A continuación tenemos algunos ejemplos:
Una mujer escribió al diario Herald American, de Boston, rogando que alguien le proporcionara algún medio para ayudar a su esposo, quien sufría de jaquecas que lo atormentaban. El periódico publicó esa carta, y al día siguiente publicó otra carta de otra persona, que también suplicaba que le proporcionaran un medio para controlar dichas jaquecas.
Una doctora leyó estas cartas y escribió que ella había padecido de jaquecas toda su vida. Había tomado los cursos de Control Mental y desde entonces no había tenido una sola jaqueca.
¿Y me creerían si les digo que la siguiente conferencia introductoria estaba a reventar? Absolutamente a reventar.
Otro médico, un famoso psiquiatra, aconseja a todos sus pacientes que tomen los cursos de Control Mental en virtud de que les proporcionan lucidez que en algunos casos hubiera requerido dos años de terapia para producirse.
Toda una compañía completa de mercadeo fue organizada a manera de cooperativa por graduados que usaron lo que aprendieron en Control Mental para inventar nuevos productos e idear medios para distribuirlos. En su tercer año, la compañía cuenta con dieciocho productos en el mercado.
Un publicista solía necesitar alrededor de dos meses para crear una campaña para los clientes nuevos, tiempo normal en ese campo. Ahora, con Control Mental, las ideas fundamentales surgen en veinte minutos y el resto del trabajo se completa en dos semanas.
Catorce integrantes del equipo de béisbol White Sox de Chicago tomaron el curso de Control Mental. Los promedios individuales de todos ellos mejoraron, la mayor parte de ellos en forma extraordinaria.
El esposo de una señora excedida de peso le sugirió que pusiera a prueba el Control Mental, ya que todas sus dietas habían fracasado. Ella estuvo de acuerdo, siempre y cuando él también asistiera a los cursos. Ella perdió diez kilos al cabo de seis semanas y él dejó de fumar.
Un profesor de una escuela de farmacia enseña técnicas de Control Mental a sus alumnos.
– Sus calificaciones están mejorando en todas sus materias, ellos estudian menos y están más relajados… Ya todo el mundo sabe cómo usar su imaginación. Sencillamente hago que mis alumnos practiquen más con ella. Les demuestro que la imaginación es válida y que existe una forma de realidad en la imaginación, que ellos pueden emplear.