Nick lo miró de reojo.
– No sabes de qué estás hablando. -El sheriff se dirigió hacia su camioneta.
– No te hagas el esquivo conmigo, Nick. Has estado demasiado tiempo con Miranda como para no darte cuenta. Está jugando contigo. Es algo que hace muy bien.
Nick se volvió para mirar a Quinn.
– Miranda y yo lo dejamos ya hace dos años.
Por la cara de Nick, Quinn se dio cuenta de que no estaba nada contento con el asunto, y le pareció que su voz sonaba casi acusatoria. Quinn estaba a la vez sorprendido y complacido de saber que Nick y Miranda ya no eran pareja. Y luego se enfadó consigo mismo por preocuparse. Bien mirado, Miranda jamás entablaría una relación con él.
– No me lo habías contado.
– ¿Por qué habría de hacerlo? Volvería con ella sin dudarlo un instante. Tampoco es que en este momento exista esa posibilidad -dijo, y se quedó mirando el camino por donde se había marchado Miranda-. Estando tú en la ciudad, no creo.
– Miranda me odia. -Odio quizá fuera una palabra demasiado suave. Aborrecer o despreciar serían palabras más adecuadas.
– Debería odiarte -dijo Nick, mirándolo de reojo-. Si a mí me hubieras expulsado de la Academia del FBI el día antes de graduarme, también te odiaría. Pero ella no te odia.
Quinn no estaba seguro de eso, pero guardó silencio.
– Si te odiara -agregó Nick-, ya se habría casado conmigo.