"Me encantaría ir", dijo definitivamente, "con una condición".

Me calmé, esperando que no fuera nada demasiado horrible.

"¿Sí?".

"Tienes que prometerme que no te enamorarás de mí".

Sabía que estaba bromeando porque además sonrió, y al fin pude dar un suspiro de alivio. A veces, había que admitir, Jamie tenía un muy buen sentido del humor. Sonreí y le di mi palabra.


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