Otra vez el martillo.
—Canciller, operamos bajo ciertas reglas, si me permite que se lo recuerde. Esto no es un debate.
—Hay una crisis diplomática. Nuestros enemigos tienen un pretexto para romper los tratados, incluyendo un acuerdo armamentístico, y eso no nos conviene. Están hablando de complots, ser, y no tienen ni idea de lo que son los azi ni de lo que pueden hacer. Este es el resultado de practicar diplomacia a través de la prensa.
—El canciller transgrede las normas —repitió Giraud.
—Almirante —advirtió Harad—, está pasando su tiempo. ¿Tiene una pregunta para la testigo?
—Sí. Bajo juramento, joven sera, y teniendo en cuenta que podemos procesarla por perjurio, ¿cuánto tiempo hace que conoce la existencia de estos ficheros?
—¿Los ficheros de Gehenna? Aparecieron cuando usé las palabras clave.
—¿Cuándo?
—Un día después de que usted ganara la elección.
—¿Dónde consiguió las palabras clave?
—Denys Nye me las sugirió. —Era malo tener que admitirlo—. Pero...
—Esto significa que antes no existían. Gracias, joven sera. Esto aclara muchas cosas.
—Esto es un psico, ser. No prueba nada. Tenía que saber. Mi acceso...
—Gracias, ya hemos oído la respuesta.
—No, usted acaba de inventar una.
—El Concejo no acepta esa falta de respeto, sera.
—Sí, ser. Pero no estoy obligada a aguantar que me llamen mentirosa. Usted nos amenazó, yo pedí mi mayoría de edad, eso disparó...
—No es usted quien miente, simpática sera. Usted ha sido engañada junto con todo el Concejo. Su tío inventó esos archivos. Los organizó desde el principio. Lo del sistema protegido no constituye un secreto. Son informes que Reseune no quiere hacer públicos por razones muy evidentes, y Reseune la creó a usted para que fuera un obstáculo entre el Concejo y la mala administración que se está llevando a cabo en el centro.
—No, ser, estoy bajo juramento. Yo estoy bajo juramento y usted no. Cuando conseguí la mayoría de edad, el programa me dio las notas. Así que cuando usted presentó su protesta, el programa se disparó. Es la verdad. Y repito que yo soy quien está bajo juramento.
Hubo unos movimientos leves en los bancos. Un ruido nasal de Catherine Lao.
—Su tío organizó los archivos y la preparó para este asunto.
El martillo golpeó de nuevo.
—Es suficiente, canciller. La siguiente pregunta.
—Me parece que sólo estamos oyendo las invenciones de Denys Nye en este fiasco diplomático —acusó Khalid—. Reseune está haciendo política como siempre, y ha ostentado demasiado poder durante mucho tiempo.
—¿Qué le parece si hablamos del poder que tiene Defensa? —intervino Giraud.
—Tenemos un caso claro de conflicto de intereses en el Concejo. Y tenemos embajadores de Pell y de la Tierra formulando preguntas que preferiríamos no contestar.
—Tenemos un claro conflicto de intereses dentro de Defensa —replicó Giraud—, ya que su Departamento fue el responsable de este lío en Gehenna y lo llevó a cabo pese a las protestas de Ciencias. Como acaba de declarar la testigo.
—Tiempo —indicó Harad y bajó el martillo sobre el estrado.
—Tengo que contestar eso —dijo Khalid.
—Ha finalizado su tiempo.
—No me gustaría acusar al Concejo de política partidista e interesada. ¡Pamm!
—¡Transgrede las normas, canciller!
Ari tomó otro trago de agua y esperó hasta que el presidente resolviera el conflicto. Corain anotaba algo. Y Lao y muchos de los ayudantes. Corain tal vez quería poner a Khalid en la palestra y convertirlo en el villano, ya que Khalid era quien tenía problemas. Era obvio que se estaba formando una recusación al sillón de Khalid, un hombre llamado Simón Jacques. Mucho menos aparatoso. Reseune hubiera preferido a Lu, pero la edad de Lu no era una ayuda y además había un lío por debajo de la mesa.
Corain había hablado muy en secreto con Giraud, y Jacques era un acuerdo de ambos para sacarse de encima a Khalid. Pero eso no significaba que Corain fuera a impedir que Khalid acosara a Reseune. Significaba que, bajo mano, Corain no deseaba que Defensa engullera a Reseune de la misma forma en que hubiera deseado que no existiera en absoluto.
Mientras tanto, Khalid había roto las negociaciones de un gran contrato con Reseune. Era una amenaza considerable, pero Khalid no hacía más que detener el asunto: no podía conseguir las cintas en ningún otro lugar.
Y la ley que protegía a los azi convertía la exclusividad de Reseune en la producción de cintas en un asunto de derechos humanos, porque Reseune era la guardiana legal de todos los azi, en todas partes, Reseune podía dar por terminados todos los contratos de azi con Defensa; no iba a hacerlo, por supuesto, pero, decía Giraud, hacía años que Defensa estaba luchando por conseguir el acceso a las cintas de los soldados, desde su nacimiento hasta los dieciocho años, yReseune nunca iba a entregarlas. Esa era la razón por la que Khalid quería nacionalizar Reseune. Khalid decía que en LINEAS ESPACIALES RESEUNE se había dado una mala administración con Jenna Schwarts; pero hacía que pareciera que hablaba de la administración actual, es decir, Ollie, y por este motivo Ari se sentía furiosa; Defensa afirmaba también su preocupación por la existencia de algo enterrado en las cintas de entrenamiento; y Khalid amenazaba con promulgar una ley para finalizar el monopolio de Reseune en cintas y en licencias.
De acuerdo, decía Giraud, de todos modos Khalid no tiene los votos que necesita; la posición de Khalid era impopular incluso en su propio partido, que no quena que hubiera más laboratorios azi, sino menos; así que todo el asunto de Gehenna era un arma manipulada por distintos intereses al mismo tiempo. A Corain le habría gustado aprovechar mucho más la situación, pero estaba preocupado por Khalid.
Todo era una locura. Las bolsas de valores subían y bajaban con los rumores. Chávez, de Economía, estaba enfurecido y envió una orden de terminar con los rumores; así que ninguna nave podía salir del puerto por unos días porque no querían que la información acerca de un mercado en baja saliera a una velocidad mayor que la de la luz a través de la Unión y llegara a Pell y a la Tierra; querían estabilizar el mercado antes de dejar salir a las naves, y eso molestaba al Departamento de Comercio y al de Información, que daban aullidos sobre el tema de la censura en el comercio. Era un lío terrible. En realidad, todos estaban nerviosos.
El Concejo no aceptará esto, había dicho Giraud. Y amargamente añadió: La situación se está poniendo muy seria, Ari, muy seria.
Había un sector en la línea dura de los militares, afirmaba Giraud, que se había desarrollado durante años, muchos de ellos eran de la vieja guardia y acusaban a Gorodin y a Lu por haber gastado el presupuesto en el proyecto Fargone y no en los programas que ellos querían llevar a cabo; ellos habían apoyado a Khalid en las elecciones y querían más naves y más sistemas de Defensa hacia la frontera de Sol, pero la noticia corría por los pasillos de la Alianza y había puesto muy nerviosos a los centristas.
Mientras tanto, todos pensaban que Jacques era un hombre de Gorodin y que tal vez renunciaría y nombraría a Gorodin como su sucesor si lo elegían; y los amigos de Lu estaban furiosos porque lo consideraban una traición.
Una locura.
—Esta crisis se ha producido —estaba diciendo Khalid, que discutía con Harad— porque Reseune está haciendo acusaciones con toda impunidad basándose en documentos que sólo el Departamento de Ciencias ha visto. ¡Y, por supuesto, ya sabemos que el Departamento de Ciencias está absolutamente limpio de la influencia de Reseune!
Giraud tenía razón. Khalid era un desastre con la prensa, pero era rápido e inteligente. No podían subestimarlo.
Pero Harad volvió a golpear con el martillo.
—Canciller Lao.
—La pregunta es... —Gracias a Dios ahora era el turno de Lao. El tío Giraud estaba descalificado por el conflicto de intereses. Harad, de Estado, también, porque era el presidente—. La pregunta es muy simple. ¿Por qué la cuarentena?