Quiero decirte que yo causé muertes y herí a muchos durante mi vida. Y te voy a decir una cosa terrible: tengo un impulso sádico que trato de controlar. El autoanálisis es una trampa y he tenido que esforzarme mucho para escribir este programa, más de lo que hubiera deseado. Quiero decirte que mis encuentros sexuales con CIUD han sido decepcionantes desde mi adolescencia, que inevitablemente terminaron en antagonismo profesional y arruinaron amistades muy valiosas; que lo que sucedió en mi infancia, a veces cosas terribles, contribuyó más a mi sentido de independencia y de responsabilidad hacia los demás. Que mi tío fue cruel y que mi familia me enseñó compasión.
Pero mi compasión me hizo vulnerable frente a los demás, frente a todos los CIUD cuyos egos no aceptaban mi independencia y mi inteligencia, y eso me comportó mucho dolor; en pocas palabras, me enamoré tanto como cualquier otro ser humano. Di todo lo que tenía que dar. Y lo único que conseguí fue resentimiento. Auténtico odio. Traté de no aplastar el ego de los demás, te lo juro. Pero mi existencia misma constituye un desafío para ellos, y yo los desafié tanto a todos que no pudieron soportarlo. Nunca conseguí hacer las cosas bien. Todas mis acciones herían el orgullo de los demás. Me trato con mis azi, como tú con los tuyos. Pero siento un aislamiento esencial con respecto a los de mi especie, una sensación de que hay un área de humanidad que nunca alcanzaré ni comprenderé, en un nivel personal y no importa lo hábil o brillante que sea. Es doloroso comprender esto a los diecinueve años.
Ese dolor me provocó rabia, y la rabia me ayudó a sobrevivir y a crear. Me condujo a ese otro aspecto de mí misma, mis estudios sobre el pensamiento y la emoción humanas, lo cual desafió toda mi habilidad y a su vez alimentó la otra situación y la exacerbó con los amantes que tuve después. Creo que ese ciclo de energía sexual y rabia está tan entrelazado en mí que ya no puedo controlarlo, excepto a través de la abstinencia, y ya te darás cuenta que la abstinencia no es algo que sea fácil para mí. Incluso tengo dudas sobre si debo advertirte o no, porque esa frustración tuvo un efecto importante, hasta beneficioso en mi trabajo. A los 70 había llegado más lejos que cualquier otra mente a mi alrededor, jane Strassen, Yanni Schwartz, Denys y Giraud Nye y, claro, Florian y Catlin, todavía eran amigos que me desafiaban. Pero yo los sobrepasaba. Me volví cada vez más introvertida y me encontré cada vez más sola desde el punto de vista personal. Y te confieso que era muy feliz con mi trabajo profesional y capaz de confinar mis energías sexuales a un mero alivio físico, muy frecuente, claro, y eso, junto con las satisfacciones de mi trabajo y la compañía de unos pocos amigos de confianza, me mantenía ocupada. En cierto sentido, estaba muy sola, pero en general, era feliz. Fue un período muy fructífero para mí.
Pero ahora que tengo más de un siglo, sé que estoy metida en proyectos que no voy a terminar, que estoy haciendo cosas que tal vez salven a la humanidad o que quizá la exterminen, y que nunca sabré cómo terminó todo.
Hoy en día, lo que más me estimula es mi rabia, la impaciencia contra esa pared que me impedirá seguir adelante, impaciencia con el tiempo y las limitaciones de cuantos me rodean; no hay forma de detenerme y descansar, respirar un instante. Ya no puedo viajar con libertad, ya no puedo volar, mi viejo sueño de ver el espacio ya me está vedado, porque la seguridad es muy difícil de conseguir y terminar este trabajo es importantísimo. Antes, el sexo aliviaba la tensión; ahora, el sexo se entrelaza con ella, porque la ira está relacionada con el sexo y con todo lo que hago.
Lo más terrible es que hice daño a Florian. Nunca en mi vida lo había hecho. Peor que eso, porque la verdad es que disfruté haciéndolo. Tú, que eres una niña, ¿puedes entender cuánto me dolió eso? Y lo peor de todo es que Florian me entiende y me perdona. Hagas lo que hagas, Ari, usa la rabia, no dejes que este sentimiento te use a ti.
Porque la rabia llegará, el dolor llegará, porque, al igual que yo, eres distinta a los demás.
No eres el trabajo de mi vida. Espero que eso no hiera tu orgullo y que entiendas por qué reanudé mis estudios de psicogénesis y dediqué gran parte de mi tiempo a crearte. El trabajo de mi vida no es la psicogénesis, sino la sociogénesis, y piensa que nadie ha oído esta palabra en un contexto serio, nadie excepto tú.
Mi trabajo ha cambiado el curso completo de la historia de la humanidad. Con tu perspectiva excepcional como replicante psicogenético verás gran parte del daño que se puede hacer a la Unión si la gente se da cuenta de lo que hice. No tuve más remedio, dadas las circunstancias de ese momento.
Pero trabajé cada vez más sola, sin controles y sin consultar con nadie, porque no había nadie que viera tan lejos como yo.
Te lo puedo decir brevemente, joven Ari, como se lo repetía la prensa y al Concejo hasta la saciedad, aunque pocos entienden las bases de lo que digo porque van en contra de las metas a corto plazo y de las percepciones que se relacionan con el bienestar individual. He logrado hacer un modelo bastante simple de las ecuaciones con las que estamos trabajando, y tengo miedo de los demagogos. Sobre todo, tengo miedo de los que piensan a corto plazo.
La diáspora humana, la dispersión de la humanidad, constituye un gran problema, pero el centrismo no es la solución. La tasa de crecimiento para mantener la capacidad tecnológica que posibilitó la civilización está excediendo la tasa de adaptación cultural, y la distancia excede la capacidad de nuestras comunicaciones. El final será cada vez más parecido al principio, tribus dispersas de seres humanos en una llanura infinita, enzarzadas en conflictos sin sentido, o el estancamiento del aislamiento completo, a menos que condensemos la experiencia, la encapsulemos y la repliquemos deliberadamente en grupos profundos CIUD; a menos que la psicogénesis funcione a gran escala y se convierta en sociogénesis superándose a sí misma, tal como espero que tú sobrepases mis logros. La tecnología humana como respuesta de adaptación de nuestra especie ha ido más allá de la manipulación del medio, más allá de la manipulación de los individuos materiales, más allá de la manipulación de la mente y el pensamiento; y ahora que nos ha sacado de la cuna debe modificar nuestras respuestas frente al universo. La experiencia humana está generando un flujo de datos a una velocidad mayor de la que pueden abarcar o manejar los individuos, y esta velocidad sigue aumentando, tenemos que empezar a comprimirla en instrucciones cada vez más breves, al igual que lo hace la historia, y hay hechos de los que dependía toda la historia que se leen en una sola línea mencionada al pasar.
Al final, lo único que importa es la sabiduría, no el hecho que la produjo. Pero tenemos que saber exactamente dónde radica la sabiduría.
Debemos transmitir sólo lo esencial a la siguiente generación. La experiencia es una maestra brutal e imprecisa cuando está en su mejor momento.
Y el tiempo en que podemos alcanzar a toda la humanidad, el tiempo en que la humanidad puede ser accesible para nosotros, es brevísimo.
'Tú verás más allá que yo, joven Ari. Tal vez seas la única mente de tu tiempo que pueda contemplar todo el problema. Espero que los hechos te hayan dado el poder que yo tenía; pero no importa: si te he preparado para conservarlo, también te habré preparado para adquirirlo. Pero sobre todo, domínate. Si sobrevives para alcanzar el poder que yo tengo, tendrás que vivir en un límite muy estrecho entre la megalomanía y la divinidad. O dejarás que tu rabia alcance a la humanidad, o abdicarás a la cobardía.
Si fracaso contigo, habré fracasado en todo, y tal vez haya creado algo peor de lo que existe en la actualidad; o tal vez haya condenado, al menos, a la mitad de la humanidad a la guerra o ala tiranía más terrible.