Pero la tarde en que pudo dejar el lecho y llegar a la sala con el brazo en cabestrillo, el tío Denys le dijo que tenía algo que mostrarles, a ella, a Florian y a Catlin; y tenía un libro lleno de fotos y faxes antiguos.

Indicó a los tres que se sentaran a la mesa, él a la izquierda de Ari y Florian y después Catlin a la derecha, y abrió el libro sobre la mesa, y lo puso sobre todo ante Ari, un libro de fotos y holos, y había documentos, papeles medio desvaídos que sin duda eran muy antiguos. Le mostró una foto de ella, ella misma, de pie ante la Casa con una mujer que nunca había visto.

—Esa es Ari cuando era pequeña —explicó el tío Denys—. Esa es su mamá. Se llamaba Olga Emory. —Luego les mostró otra foto—. Ese es James Carnath. Era tu papá. —Ella lo sabía. Era la foto que mamá le había enseñado una vez.

La niña de la foto parecía ella, pero ésa no era su mamá, aunque era el nombre correcto para su papá. Todo estaba mal. Ella era la que estaba de pie allí. Era ella. Pero las puertas no eran así. En absoluto. No ahora.

Sintió que se le revolvía el estómago, cada vez más. El tío Denys volvió la página y le enseñó las fotos de la vieja Reseune, Reseune antes de que la Casa fuera grande, cuando la ciudad apenas tenía unas cuantas barracas destartaladas; Reseune, cuando los campos eran muy pequeños. Faltaban varios edificios grandes, como el establo de AG y muchas de las fábricas y la mitad de la ciudad, y aquella Ari estaba paseando con su mamá por un camino de la ciudad que era el mismo de ahora, hacia una ciudad que era muy diferente.

Estaba aquella Ari, sentada en la misma clase que ella, pero con una maestra diferente, y tenía las cejas como fruncidas mientras miraba una jarra como si estuviera pensando ¡Qué asco!,Ari lo sentía en el estómago y sentía en su cara la misma mueca.

Pero nunca había tenido una blusa como ésa y nunca había llevado esa hebilla en el cabello.

Se sentía descompuesta por dentro, como si todo fuera verdad, mamá la había engañado y ella era una estúpida, era su miedo de siempre, estúpida frente a Catlin y Florian y ante todos los demás. Pero no podía apartar la vista de aquellas imágenes, lo único que podía hacer era quedarse sentada con el brazo acalambrado en el yeso, y la cabeza ,liviana y tonta por estar así, en la sala en bata y con las zapatillas, mirándose en un lugar que era Reseune hacía mucho tiempo.

Mucho tiempo.

Aquella Ari había nacido... hacía todo ese tiempo. La amiga de su mamá, la había llamado el tío Denys, y en aquel momento ella no había pensado en la edad de mamá.

Ciento treinta y cuatro años. No. Ciento cuarenta y uno, no dos, ella estaba a punto de cumplir nueve años, y mamá era así de vieja.

Ciento cuarenta y dos...

Estaba a punto de cumplir nueve años y la carta de mamá tenía que llegar pronto, en cualquier momento, y tal vez mamá le explicaría alguna de esas cosas, tal vez recibiría las cartas que mamá debía de haber escrito también, todas juntas, como ella había enviado las suyas.

—Ahí está tu mamá —señaló el tío Denys y le enseñó una foto de ella y un grupito de niños jugando, y estaba esa mujer bonita de cabello negro, con la boca de mamá y los ojos de mamá, sólo que joven y con ella, al lado, ella misma, pero ella tenía cinco o seis años. Un bebé. Mamá había tenido otra Ari, antes, hacía mucho tiempo.

Le dolía ver a mamá tan bonita y sin ella, sin ella; con ese otro bebé. Hasta ese momento había dejado de dolerle. Y ahora le dolía la garganta, el cuello...

El tío Denys dejó de volver las hojas y la abrazó, le hizo apoyar la cabeza contra el hombro con dulzura.

—Ya lo sé, ya lo sé, Ari. Lo siento.

Ella lo empujó. Colocó el libro ante ella y miró aquella foto hasta que la vio bien, lo que llevaba su mamá, lo que llevaba Ari, eso probaba que no era algo que había olvidado, que realmente no era ella, porque todo parecía anticuado y viejo.

—Ese es tu tío Giraud —indicó el tío Denys, señalando un niño larguirucho.

No era distinto de cualquier otro niño. No parecía que fuera a crecer y ser tan malo como el tío Giraud. Parecía igual que cualquier otro niño.

Volvió la hoja. Ahí estaba Ari con su mamá y muchos otros mayores.

Y después ahí estaba ella con Florian y Catlin, pero no eran ellos, estaban en medio de la vieja Reseune.

Sintió otro escalofrío, como cuando se cayó del lomo del caballo y dio contra el suelo. Se asustó y miró a Florian y a Catlin para ver cómo lo tomaban.

No preguntaron nada. No iban a preguntar, claro. Se estaban portando bien con el tío Denys y no lo interrumpían, pero ella sabía que estaban confundidos y asustados, porque los dos se habían puesto totalmente azi, y prestaban muchísima atención.

Ni siquiera podía inclinarse hacia Florian y cogerle la mano, porque ése era el lado del yeso.

—¿Los reconoces? —preguntó el tío Denys.

—¿Quiénes son? —preguntó Ari, furiosa, muy furiosa de pronto porque no tenía sentido, y estaba asustada, sabía que Florian y Catlin estaban asustados, todo estaba al revés.

—No eres la única que ha vuelto —explicó Denys con suavidad—. Hubo otra Catlin y otro Florian: pertenecían a esta otra Ari. La protegieron toda su vida. ¿Me entiendes, Florian? ¿Catlin?

—No, ser —dijo Florian.

—No, ser —repitió Catlin—. Pero tiene sentido.

—¿Por qué? —preguntó el tío Denys.

—Somos azi —dijo Catlin, lo más obvio del mundo—. Podría haber muchos de nosotros.

Pero yo soy CIUD,pensó Ari, totalmente descompuesta. ¿O no?

Vosotros sois Alfas —dijo el tío Denys—, y no, no es normal con los Alfas. Son muy difíciles de controlar. Cambian demasiado rápido. Pero a pesar de todo, son más fáciles de duplicar que un CIUD, tenéis razón, porque los azi empiezan con una cinta específica. Enseñarle a Ari fue... fue mucho más difícil.

Enseñarme. ¿Enseñarme... qué?¿Por qué?

Pero lo sabía. Entendía muy bien que el tío Denys le estaba explicando lo que ella era, y no se lo estaba diciendo a ella, sino a Florian y a Catlin, porque era algo que ella no podía entender con tanta facilidad como sus azi.

¿ Conoces la diferencia entre un CIUD y un azi?,le había preguntado mamá el día que le enseñó los bebés.

Pensé que lo sabía, pero no.

Denys dejó aquella página abierta mucho rato.

—Ari —insistió—. ¿Me entiendes?

Ella no respondió. Cuando se estaba confundido, era mejor que otro pasara por tonto a menos que uno fuera el único que sabía la respuesta.

Y el tío Denys la sabía. El tío Denys estaba tratando de contarle lo que sabía mediante ese libro, mediante aquellas fotos que no eran de ella.

—Tu mamá te enseñó —dijo el tío Denys— y ahora te enseño yo. Eres CIUD, definitivamente. No lo dudes. Tú eres tú, Ari, eres muy exactamente tú, exactamente como Florian es Florian y Catlin es Catlin, y eso es difícil de hacer. Fue muy difícil llegar hasta aquí. Ari fue una niña muy, muy especial, y tú vas a seguir con su trabajo, con todo lo que tenía y lo que podía hacer, que era mucho, mucho, Ari. El hecho de que tengas los contratos de Florian y Catlin forma parte de eso, porque vosotros tres tenéis que estar juntos, siempre estuvisteis juntos y no sería justo dejarlos a ellos dos al margen. Eres dueña de una gran parte de Reseune, tienes propiedades que pueden hacerte muy, muy rica y ya nos probaste quién eres, no tenemos duda de eso. Pero recuerda que Reseune tiene enemigos. Ahora algunos de esos enemigos quieren venir aquí y llevarse cosas que te pertenecen, ni siquiera saben que existe una Ari, ¿entiendes? Creen que murió y que pueden entrar y llevarse todo lo que ella tenía, todo lo que te pertenece, Ari, todo lo que es tuyo. ¿Sabes lo que es un juicio? ¿Sabes qué es demandar a alguien ante un jurado?

Ella negó con la cabeza, confundida y asustada por lo que decía el tío Denys; estaba recibiendo mucha, demasiada información, y le llegaba de todas partes al mismo tiempo.


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