—Quisiera insistir sobre este aspecto —dijo alguien—. Ser Giraud, ¿podría añadir algo más sobre eso?

—Ari —dijo Giraud—. ¿Quieres contestar? ¿Qué haces para divertirte?

—Ah, muchas cosas. Encontrar cosas y Caza Estelar y construcciones. —Volvió a balancear las piernas y miró a Florian y a Catlin—. ¿Verdad?

—Sí —dijo Florian.

—¿Quién los cuida? —fue la siguiente pregunta.

—Nelly. Mi mamá me la dejó. Y el tío Denys. Vivo en su casa.

—En lo referente a la anterior pregunta... —insistió la mujer.

Giraud leyó la siguiente pregunta.

—¿En qué materia andas mejor?

—Biología. Mi mamá me la enseñaba. —De nuevo a eso. Las noticias llegaban a Fargone—. Le envié cartas. ¿Puedo decirle hola a mi mamá? ¿Llegará a Fargone?

A Giraud no le gustó eso. Hizo un gesto con el ceño fruncido. No.

Ella sonrió, una sonrisa muy amplia, mientras todos los periodistas hablaban al mismo tiempo.

—¿Les parece que llegará? —preguntó ella.

—Claro que sí —dijo alguien—. ¿Quién es tu mamá, querida?

—Mi mamá es Jane Strassen. Es casi mi cumpleaños. Casi tengo nueve. ¡Hola, mamá!

Porque el odioso Giraud no podía detenerla. Porque Giraud le había dicho que todos en la Unión estarían de su parte si se portaba como una niña buena.

—En cuanto a lo anterior...

—Dejemos eso para la próxima conferencia de prensa —propuso el tío Giraud—. Tenemos preguntas que ya fueron presentadas en el orden correcto. Atengámonos a los hechos. Por favor. Aceptamos dar esta conferencia de prensa después de un día muy agitado para Ari, y no está aquí para contestar cualquier tipo de preguntas. No hoy.

—¿Jane Strassen? ¿La directora de LÍNEAS ESPACIALES RESEUNE?

—Sí, la famosa Jane Strassen, con meritoria carrera en su campo, me siento en la obligación de decirlo porque la doctora Strassen se lo merece. Podemos darles el material que nos soliciten sobre su carrera y sus trabajos. Pero sigamos el protocolo, por favor. Tranquilidad, que la niña recupere el aliento, por favor. Su vida familiar no es una cuestión pública, no debe serlo. Podrán preguntarle acerca de eso dentro de unos años. Ahora es una niña cansada que tiene que contestar muchísimas preguntas y tengo miedo de que no terminemos con todas si no respetamos el orden. Ari, la pregunta siguiente es: ¿qué pasatiempos tienes?

El tío Giraud los estaba Trabajando y ellos lo sabían. Ella podía detenerlo, pero sería provocar un problema con el tío Giraud, y no deseaba eso. Había hecho todo lo que quería. Ahora estaba a salvo y era consciente de ello, porque Giraud no se atrevería a hacer nada delante de toda aquella gente que podía decir cosas y llevarlas incluso hasta mamá, y que además averiguaba cosas.

Ella sabía lo de la libertad de prensa: Estaba en las cintas de Civismo.

—¿Pasatiempos? Estudio astronomía. Y tengo un acuario. El tío Denys me consiguió unos guppies. Vienen de la Tierra. Se supone que hay que matar a los malos y se pueden conseguir algunos con colas muy lindas. Los peces del estanque los matarían. Pero yo no hago eso. Los pongo en otra pecera porque no quiero que se los coman. Son interesantes. Mi maestra dice que algunos vuelven al antiguo tipo. Mi tío Denys va a conseguirme más peceras y dice que los puedo poner en el desván.

—Los guppies son unos pececitos —explicó el tío Giraud.

La gente de fuera de Reseune ignoraba muchas cosas, decidió Ari.

—Los guppies son fáciles —dijo—. Cualquiera puede tenerlos. Son bonitos y no comen mucho. —Se cambió de posición en la silla—. No son como el caballo.

V

Había una atmósfera extraña en el restaurante del corredor Norte —en la actitud del personal y de los encargados, en el hecho de que el comedor barato estuviera atestado y tomara reservas para la media tarde— y sólo los muy afortunados y los muy vivos se habían dado cuenta al hacer las reservas para la cena de que el extravagante Cambios debía de ser el único restaurante con mesas libres. Cinco minutos más, había dicho Grant, borracho de alegría y habríamos comido unos bocadillos en casa.

En cambio tomaron cócteles, entremeses y cerdo al horno con fruta importada en un restaurante lleno de gente del personal del Ala Uno que se gastaba el dinero y bebía más de la cuenta y se acurrucaba para murmurar ideas furtivas que no eran del todo de celebración ni de confianza, sino más bien parte de una sensación de oportunidad, la sensación de que después de estar pendientes de cada una de las sílabas que salieran de la boca de una nenita de pocos años y sentir que estaba en un peligro mucho mayor del que ella misma podía comprender, algo había llegado a término, el proyecto que había monopolizado sus vidas durante años había desplegado alas inesperadas y demostrado... Dios sabía qué: algo como de alquimia; o algo más sencillo, totalmente humano.

Extraño, pensó Justin, haberse sentido tan inquieto como un propietario, y tan afectado personalmente cuando el proyecto se sentó en el borde de una silla frente a toda la Unión, balanceando los pies como cualquier niña corriente, y llevó la conversación constantemente de una charla brillante a una inteligencia pensativa y de nuevo a la charla.

Sin daño y a flote.

El resto de la clientela de Cambios tal vez se asombrara al ver a la facción Warrick en la cena de esa noche, un caso molesto y sorprendente, como tener un secreto de estado sentado a la mesa; hubo miradas y Justin sabía que habría comentarios en la mesa de Suli Schwartz.

—A lo mejor creen que queremos hacernos notar —dijo a Grant mientras se tomaban la sopa.

—Tal vez —admitió Grant—. ¿Te importa? A mí no. Justin rió sin humor.

—Sigo pensando...

—¿Qué?

—Durante toda la entrevista pensaba... ¿Qué pasará si ella sale con algo como: «Mi amigo Justin Warrick»?

—Mmmm, esa niña tiene demasiado tacto para eso. Sabía lo que hacía. Palabra por palabra.

—Estás muy seguro, ¿verdad?

—Sí.

—Dicen que sus notas no alcanzan el nivel de las de Ari.

—¿Tú qué crees?

Justin miró el florero sobre la mesa, el único ramo de geranios rojos, brillantes y ajenos a ese mundo azul.

—Creo que es una luchadora. Si no lo fuera, se habría vuelto loca. No sé lo que es, pero a veces creo, Dios, ¿por qué mierda no pueden considerarlo un éxito y dejar que la pobre chica crezca en paz? Y después pienso en el caso de la clon de Bok y se me ocurre... ¿qué pasaría si realmente la dejaran crecer como quisiera? ¿Y si la vuelven loca con sus malditas hormonas y sus malditas cintas? ¿Y si paran ahora y ella no puede...?

—¿Integrar los grupos? —preguntó Grant. Un término de psicología azi. El punto culminante, el momento en que se conseguían los resultados en una pirámide ascendente de estructuras lógicas.

Tenía sentido, de una forma extraña; se relacionaba con el concepto que flotaba en la mente de Justin. Pero no eso. No para una CIUD, que aprendía las estructuras de valores mediante la contradicción y se encerraban luego en matrices, al menos si Emory tenía razón y Hauptmann y Poley estaban equivocados.

—Dominar la contradicción —dijo Justin. Directo de la teoría de Emory, opuesto a la teoría de Hauptmann y Poley—. Controlar las hormonas. No al contrario.

Grant levantó el vaso de vino y lo miró.

—Un vaso de esto. Dios. Revelación: ¡acepta la teoría de la contradicción! —Y luego miró rápidamente a Justin, serio, rígido y preocupado—. ¿Crees que funciona, por las razones que daba Emory?

—No lo sé. Ya no lo sé. —La sopa cambió .de sabor en su boca, adquirió un gusto metálico y desagradable por un segundo; pero después de otra cucharada, la sensación se desvaneció. La cordura se instaló de nuevo en él, una profunda sensación de lástima por una niña en una situación muy comprometida—. Sigo pensando... si le sacan el programa ahora... ¿Dónde tendrá el centro? Cuando te pasas la vida en un remolino, y luego el viento muere, toda esa quietud, esa paz terrible...


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