Aunque la terraformación produzca un infierno para ciertas especies nativas, ha ofrecido una oportunidad única para el estudio de zonas de ínterfase y para comparar cambios de adaptación en las especies indígenas y terrestres, y mejorar nuestra comprensión de los cambios catastróficos que han influido sobre las especies terrestres en el tiempo geológico y del grado de variación que puede hacer frente la humanidad en sus cambios radicales de hábitat.

En la actualidad la Tierra comprende que los cambios genéticos son inevitables pero no siempre deseables, y ha empezado a considerar a Cyteen un almacén de información genética sobre especies con amenaza de extinción. Algunos de los proyectos más ambiciosos hacen referencia a los habitáis de mamíferos grandes, desde el último eslabón de la cadena alimenticia. Irónicamente, el experimento de transformar Cyteen, destructivo para la vida nativa del planeta, está permitiendo la recuperación de determinados ecosistemas amenazados de la Tierra y el establecimiento de sistemas más frágiles en Marte, el cuarto planeta del Sistema Solar.

Algunos de los intercambios propuestos son muy ambiciosos.

La Tierra está particularmente interesada en el éxito de los cetáceos y los primates en Cyteen. Ha propuesto un programa de estudio conjunto en cuanto sea viable el proyecto de los cetáceos para estudiar su desarrollo y comparar los ultrasonidos de las ballenas de la Tierra y de Cyteen.

Cyteen considera interesantes estos proyectos, pero en el futuro. La investigación actual en la transformación y la recuperación se centra mucho más en los problemas inmediatos de los cambios atmosféricos a gran escala y las zonas de interfase, la alta salinidad y los minerales en la Bahía Swigert, en el delta del muy colonizado Novaya Volga, que ofrece las condiciones más favorables para la acuacultura marina en gran escala..

I

Desde el aire, Reseune era un mancha verdosa en el valle profundo del Novaya Volga, una franja protegida y baja que se extendía cada año un poco más por la orilla del río; edificios blancos, los corrales de AG, los barracones, el extenso complejo de Reseune extendido bajo la ventanilla izquierda que era siempre la suya. Ariane Emory reunió sus documentos a tiempo mientras bajaban el tren de aterrizaje y Florian aparecía junto a su asiento para custodiar provisionalmente su equipo personal.

Ella conservó el maletín.

Siempre lo llevaba con ella.

El avión tocó suelo y el cemento se deslizó bajo las alas; el aparato se detuvo frente a la terminal de Reseune mientras el personal de tierra entraba en acción: transporte personal, equipos para las maletas, empleados de limpieza, mecánicos, una operación rápida y fácil desde la descontaminación hasta al almacenamiento, una operación que se llevaba a cabo mucho mejor de lo que podía hacerse en Novgorod.

Todos eran azi nacidos en Reseune. Su entrenamiento era mucho más completo de lo que se consideraba suficiente en Novgorod. Pero esta circunstancia se daba en la mayor parte del personal de Reseune.

Eran caras conocidas, tipos conocidos y todos sus datos estaban en los bancos de información.

Por primera vez en muchos días, Ariane Emory se sintió segura.

El desarrollo de Seguridad había ido bien y el control pasó a las oficinas de Reseune en cuanto la oficina de Giraud Nye recibió la noticia de que RESEUNE UNO había despegado de Novgorod, con sólo una hora de anticipación. Por lo general los movimientos de Ari eran repentinos e imprevistos y no siempre avisaba con tiempo al jefe de Seguridad en Reseune, pero esta vez lo inesperado de la partida había sido sorprendente.

—Avisa al personal —había dicho Giraud a Abban, su guardaespaldas. Abban cumplió la orden con rapidez y luego se dedicó a la transferencia de informes y registros. Giraud en persona llamó a su hermano Denys en Administración y éste avisó al Ala Uno apenas el avión estuvo a la vista.

La última parte era rutina, el procedimiento habitual para los regresos de Ariane, cada vez que el RESEUNE UNO llegaba con estruendo y Ariane Emory se instalaba en el lugar que era suyo, en su ala, en su residencia.

El día anterior había llegado la noticia de que el proyecto Hope se había pospuesto, y el mercado de acciones había reaccionado con un golpe que tal vez afectaría a todo el espacio, aunque los analistas lo llamaban sólo un retraso de procedimiento. La buena noticia era intrascendente y proveía un corto biográfico de los archivos del Departamento de Ciencias donde se decía que un químico desconocido de Fargone había obtenido el rango de Especial: al menos ese proyecto de ley se había aprobado. Y el Concejo había terminado los asuntos pendientes en una sesión maratoniana que se había prolongado hasta el amanecer: más ondas para el mercado interestelar de acciones, que odiaba las incertidumbres aún más que los cambios bruscos de política. Los departamentos de informaciones de toda la Unión habían hecho una transmisión conjunta de comentarios y análisis antes de las emisiones habituales y los comentaristas políticos más importantes habían hecho cuanto estaba en sus manos para ofrecer sus interpretaciones, frustrados por la negativa de todos, hasta la oposición, a prestarse a entrevistas de cualquier tipo.

El líder del sector interno abolicionista de la coalición centrista había concedido una entrevista: Ianni Merino, con el blanco cabello en desorden como siempre, la cara más roja y la retórica más acusada que otras veces, había pedido un voto general de confianza para el Concejo y había amenazado con separarse del partido centrista. No tenía poder para lo primero, pero podía hacer lo segundo, y Giraud Nye se había quedado sentado escuchándolo, sabiendo más que los comentaristas y preguntándose qué tipo de trato se había cerrado y por qué Mikhail Corain lo había aceptado.

¿Un triunfo para Reseune?

¿Un desastre político? ¿Algo que se había perdido?

Ariane no acostumbraba consultar con ellos durante las sesiones en Novgorod excepto en graves emergencias, desde luego, no por teléfono, ni siquiera a través de las líneas del Departamento; pero había personal de correos y aviones, claro.

El hecho de que no hubiera enviado a nadie significaba que la situación estaba bajo control, a pesar del cambio de horario del viaje, al menos Giraud esperaba que así fuera.

La rutina social estaba en estado de confusión absoluta; los cancilleres habían cancelado reuniones y los representantes de Russell y de Pan-paris habían vuelto a la estación Cyteen para pedir pasajes en una nave de partida inminente hacia la estrella Russell. Se suponía que los secretarios se habían quedado en su lugar con instrucciones muy precisas en cuanto a los votos.

Fue algo más que el protocolo lo que empujó a Giraud Nye y a su hermano Denys a salir al encuentro del pequeño ómnibus cuando éste se detuvo en la calzadacircular frente a Reseune.

La puerta del ómnibus se abrió. Tal como cabía esperar, la primera en bajar fue la azi Catlin, con el uniforme negro de Seguridad de Reseune, la cara pálida y seria en un evidente presagio de problemas. Después de bajar se dio la vuelta para ayudar a Ari, que dio un sólo paso adelante. Vestida de celeste, con el portafolios en la mano como siempre, no expresó triunfo o catástrofe hasta que miró directamente a Giraud y Denys con una expresión que auguraba desastre.

—Vamos a tu oficina —dijo a Denys.

Detrás de ella, sobre la pista de cemento con el resto del personal, Giraud vio a Jordan Warrick, que no debía viajar en ese vuelo, que se había ido cinco días atrás, en el RESEUNE UNO y debía volver a final de semana en un vuelo especial de LINEAS AÉREAS RESEUNE.


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