Los hombres necesitan de mucho mimo y mucho cuidado. Son como los niños, que si no los tienes bien atendidos se te echan a perder. O como las plantas con eso de que hay que regarlas, también son así.

Yo disfruto teniendo a mi marido limpio y aseado. Cuando se enfada si no le tengo listo un pantalón, el que quiere ponerse, aguanto la bronca, porque sé que me la merezco. Y es que, como él dice, no tengo otra cosa que hacer y es mi obligación. Soy yo la primera que siente no haber averiguado que era el único que estaba sin planchar. Entonces tiene fácil solución porque se lo plancho en un momento.


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