Wheeler vestía un traje costoso y deslustrado, y sólo la corbata descubría al promotor, al vendedor que había en él. Era una corbata de satín en un tono metálico; de esas que visten con frecuencia los acometedores vendedores que van de puerta en puerta.

Randall había cesado de escuchar a Wheeler, no sólo porque lo que el editor había estado diciendo no tocó en él ninguna fibra sensible, sino porque el estilo que Wheeler tenía para hablar y la chillona monotonía de su voz agotaban a cualquier oyente. Hablaba como quien no está acostumbrado a la conversación, sino sólo a dictar su parecer. Su voz, agotadora… ¿cómo era?… bueno, su voz era como el incesante sonido gutural de un dromedario.

Hubo un movimiento en la mesa y Randall se percató de que Wheeler le había hecho una señal a Naomí Dunn, quien se había levantado instantáneamente y se dirigía hacia la cafetera. Aprovechando cualquier distracción posible, Randall se la quedó mirando. No había observado las piernas de la señorita Dunn hasta entonces. Eran piernas bien formadas, y ella tenía un caminar provocativo. Cuando Naomí se acercó con el café, él pudo percibir sus pequeños senos, como manzanas maduras, firmemente sujetos tras el sostén cubierto por una blusa de lino.

– ¿Puedo servirle más café, señor Randall?

– Sólo un poco -respondió él.

Después de servirle a Randall, se dirigió hacia Wheeler y luego atendió a todos los que estaban en la mesa. Randall se preguntó cómo sería Naomí en la cama. Esas recatadas damas de treintaitantos años a veces son las más desenfrenadas, las mejores. Sin embargo, lo dudaba. Era demasiado circunspecta, demasiado formal en su trabajo. De repente era imposible imaginarla siquiera sin ropa, al igual que era casi imposible imaginar a Darlene vestida.

Randall había volado a Nueva York la noche anterior y no había arribado sino hasta la una de la mañana. Su «Rolls-Royce» y el chófer lo habían estado esperando. Camino a la ciudad, había deseado que Darlene estuviera profundamente dormida. Él se sentía absolutamente exhausto por las tensiones de los últimos dos días; la crisis en el hospital, el enfrentamiento con su esposa y su hija, con su familia y con los amigos de su padre, y lo único que quería era cerrar los ojos y dormir tranquilamente. Pero al llegar a su apartamento, había encontrado a Darlene en la cama, totalmente despierta, perfumada y desnuda bajo las sábanas. Así que no había dormido mucho; en cambio, tuvo que tolerar, durante una hora o dos, la incesante plática de Darlene acerca de cuánto lo había extrañado, hasta que al fin pudo hacerla suya, sintiendo una y otra vez el gozoso estremecimiento de su cuerpo, sintiéndolo hasta la plenitud final, hasta el umbral mismo de la fatiga y del sueño.

Temprano por la mañana, ligeramente refrescado y nerviosamente alerta por su curiosidad acerca de la cuenta de Wheeler y su misteriosa promesa, Randall había llegado a las oficinas de Mission House, con todos sus sentidos despiertos. Lo que había ocurrido desde entonces lo había aburrido, y el cansancio comenzaba a penetrarle los huesos. Randall sabía que solamente había escuchado una pesada explicación acerca de un ramo especializado de la edición de libros y de un nuevo proyecto rutinario.

Los últimos cuarenta y cinco minutos se resumían a algo tan animado como un hipogloso muerto. Cinco editores (Wheeler en los Estados Unidos, y los principales editores de Biblias en la Gran Bretaña, Francia, Alemania e Italia) estaban combinando sus recursos para publicar una flamante Biblia internacional… No, no era una Biblia completa, sino tan sólo un Nuevo Testamento. Este Nuevo Testamento estaría recién traducido y contendría información exclusiva, nunca antes publicada, acerca de un descubrimiento arqueológico secreto. Sería el Nuevo Testamento definitivo, el más perfecto en la historia de la cristiandad y, a su publicación, no sólo haría obsoleta la Versión del Rey Jaime, sino que también superaría la Versión Común Revisada, la Nueva Biblia Inglesa, la Biblia de Jerusalén y todas las demás Biblias existentes.

Esta reciente versión de las Escrituras Cristianas (Randall se esforzó por recordar su nombre… este Nuevo Testamento Internacional, como lo llamaba Wheeler) había estado en preparación durante seis años. La sola edición norteamericana de Wheeler había costado cuando menos dos millones y medio de dólares. Esta cifra representaba los costos de traducción, linotipia, tres juegos de placas, corrección de galeradas y pruebas papel delgado de la India, encuadernaciones en tela y piel y, por encima de eso, pronto vendría la publicidad y la promoción. Cuando la empresa de Thomas Nelson amp; Sons publicó su Versión Común Revisada, en 1952, había gastado quinientos mil dólares solamente en publicidad. Con su Nuevo Testamento Internacional, Wheeler planeaba gastar el doble de esa cifra.

Los ejemplares anticipados del Nuevo Testamento Internacional (copias de muestra para los críticos de libros religiosos, para los ministros, para los teólogos, para los periodistas y los estadistas, incluyendo al Presidente de los Estados Unidos) estaban ahora en plena producción, en proceso de impresión en Maguncia, Alemania. Después de seis años de afanosos trabajos en absoluto secreto, había llegado el momento de dar el paso final… armar una gigantesca campaña de promoción publicitaria, basada en hechos reales y contundentes más que en exageraciones y sensacionalismos, que garantizara el éxito del Nuevo Testamento Internacional. Puesto que esta Biblia sería publicada a fines de julio o a principios de agosto, sólo quedaban dos meses escasos para la preparación de la campaña promocional. Cada uno de los editores internacionales contribuiría con un servicio especializado, y entre ellos habían acordado que el socio norteamericano manejaría las relaciones públicas, toda vez que reconocían que los norteamericanos eran expertos en el manejo de esa especialidad.

– Ahora bien, señor Randall -estaba diciendo George L. Wheeler, mientras Randall dificultosamente trataba de poner atención al editor-, antes de que entráramos a esta sala, le mencioné a usted nuestros términos y condiciones: los honorarios más altos que jamás se han pagado en este ramo, creo yo; y usted aseveró que la suma era satisfactoria. A cambio de ese emolumento, como le dije, yo quiero que usted esté en nuestra oficina principal en Europa durante dos meses, trabajando con un cuerpo extremadamente selecto de colaboradores que ya tenemos allí, creando la fórmula publicitaria que podría usarse, con ciertas modificaciones, en los cinco países. Una vez realizado eso, usted regresará a Nueva York y utilizará su propia empresa, Randall y Asociados, para concentrarse solamente en la edición norteamericana, así como los editores europeos usarán a sus propios publicistas para trabajar sobre la fórmula maestra que usted haya diseñado. Pero el tiempo, como le he indicado, es esencial. Será necesario que ponga sus asuntos en orden inmediatamente y que parta conmigo hacia Europa tan pronto como sea posible.

Dentro de una semana, el viernes 7 de junio, zarpará el S.S. France de aquí hacia Southampton. Necesitaremos esos cinco días de travesía para que a usted se le ponga al tanto de todos los detalles de lo que allá nos espera. Eso es todo, señor Randall. ¿Tiene usted alguna pregunta que hacer?

Randall se enderezó, jugueteó un momento con su pipa y afrontó la mirada del editor.

– Una pregunta -dijo-, sólo una pregunta clave, señor Wheeler.

– Sí, por supuesto.

Randall sintió sobre sí las miradas de todos los que estaban en la mesa, pero tenía que decirlo y terminar de una vez.

– Yo me inclino a pensar que ya existen suficientes versiones de la Biblia. ¿Por qué querría alguien publicar una nueva?

Wheeler resolló, se rascó la sien y dijo:

– Creí que ya se lo había explicado con suficiente claridad. Permítame recapitular. La Biblia es la revelación de Nuestro Señor, y nunca deberemos permitir que se convierta en una obra anticuada. Debe preservarse viva para todas las nuevas generaciones. Se requieren nuevas traducciones puestas al día, en virtud de que las lenguas contemporáneas están cambiando constantemente; las viejas palabras cobran nuevos significados, y las nuevas se incorporan al uso común de las masas. A mayor abundamiento, la arqueología está continuamente haciendo asombrosos descubrimientos de antiguos papiros, pergaminos, piezas de cerámica e inscripciones en piedra que aportan nuevos significados y una mayor comprensión de las Escrituras Griegas existentes, y que arrojan una nueva luz acerca de los principios de la cristiandad. Conforme la erudición y los nuevos descubrimientos nos acercan a los evangelios, tal como fueron originalmente escritos en el siglo primero, nosotros vamos retraduciendo y continuamente actualizando las versiones del Nuevo Testamento para lograr una mayor exactitud. La legibilidad es otro factor importante, por supuesto. La mayoría de la gente posee varias Biblias o suele gustar de obsequiarlas, así que eso nos estimula a publicar diferentes versiones del Nuevo Testamento, ya que deseamos mejorar la tipografía o el formato o las interpretaciones o los diferentes tipos de encuadernación.


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