«Entonces Kou, Bothari y esta prostituta iniciaron una discusiуn respecto al pago. Ella aducнa que en todo ese tiempo podнa haber atendido a cuatro clientes, y ellos (esto no figurarб en el informe oficial, їde acuerdo?) que la mujer no habнa sido capaz de hacer funcionar sus circuitos. Al final, Kou aceptу realizar un pago parcial (Bothari sigue mascullando que fue demasiado, a pesar de que esta maсana le cuesta bastante trabajo hablar) y los dos se retiraron muy descontentos.
— Aquн aparece la primera pregunta obvia — intervino Vorkosigan -, їel ataque fue ordenado por alguien del establecimiento?
— Por lo que yo sй, no. Hice acordonar el lugar, en cuanto logramos encontrarlo, e interrogamos a todos con pentotal. Estaban muertos de miedo, me alegra decir. Ellos estбn acostumbrados a los guardias municipales del conde Vorbohn, a quienes sobornan o por quienes son chantajeados, o viceversa. Lo que obtuvimos fue un montуn de informaciуn sobre crнmenes triviales que no nos interesaban en absoluto… їquiere que se lo transfiera a los municipales, de paso?
— Hum. Si son inocentes del ataque, limнtese a archivarlo. Es posible que Bothari quiera regresar algъn dнa. їEllos sabнan por quй eran interrogados?
— ЎClaro que no! Insisto en que mis hombres realizan un trabajo limpio. Estбbamos allн para obtener informaciуn, no para transmitirla.
— Discъlpeme, comandante. Debн suponerlo.
— Bueno, abandonaron el lugar a la una de la madrugada, a pie, y se equivocaron de direcciуn en alguna esquina. Bothari estб bastante perturbado por ello. Considera que es culpa suya, por haberse emborrachado. Tanto йl como Koudelka aseguran haber visto movimientos en las sombras durante diez minutos antes del ataque. Por lo tanto, al parecer los siguieron hasta que entraron en un callejуn con muros altos, y se encontraron con que tenнan seis hombres por delante y seis por detrбs.
»Bothari extrajo su aturdidor y disparу; logrу derribar a tres antes de que saltaran sobre йl. Alguien de la zona cuenta con un buen aturdidor del Servicio esta maсana. Kou tenнa su bastуn de estoque, pero nada mбs.
«Primero atacaron a Bothari. Йl se desembarazу de dos mбs, despuйs de perder el aturdidor. Ellos le dispararon una descarga, y luego trataron de matarlo a golpes cuando estaba en el suelo. Hasta entonces Kou habнa utilizado el bastуn como pica, pero entonces desenvainу la espada. Ahora dice que lamenta haberlo hecho, porque alrededor de йl todos comenzaron a murmurar «ЎEs un Vor!» y las cosas se complicaron.
»Kou logrу herir a dos, hasta que alguien le golpeу la espalda con una porra elйctrica y su mano comenzу a sufrir espasmos. Los cinco que quedaban se sentaron sobre йl y le rompieron las piernas a la altura de las rodillas. Me pidiу que le dijera que no fue tan doloroso como parece. Asegura que le rompieron tantos circuitos que apenas siente nada. No sй si serб cierto.
— Es difнcil saberlo con Kou — dijo Vorkosigan -. Hace tanto tiempo que oculta el dolor, que casi es su estado natural. Continъe.
— Ahora debo retroceder un poco. El hombre que yo tenнa asignado a Kou los habнa seguido hasta esa madriguera. No creo que estuviera familiarizado con el lugar y tampoco iba adecuadamente vestido para estar allн… Kou tenнa dos reservas para un concierto anoche, y hasta las nueve creнmos que era allн adonde irнa. Mi hombre entrу en la zona y desapareciу. Eso es lo que me tiene tan ocupado esta maсana. їHa sido asesinado? їO secuestrado? їLo habrбn atrapado y violado? їO era un doble agente y formaba parte de la emboscada? No lo sabremos hasta que encontremos el cuerpo, o a йl.
»Al ver que no se ponнa en contacto para informar de la situaciуn, mi agente enviу a otro hombre. Pero йl estaba buscando a su compaсero. Kou permaneciу sin protecciуn durante tres malditas horas antes de que mi supervisor nocturno llegara para hacerse cargo de su puesto y comprendiera lo ocurrido. Afortunadamente, Kou habнa pasado la mayor parte de ese tiempo en el prostнbulo de Bothari.
»Mi supervisor nocturno, a quien felicito, enviу nuevas instrucciones al agente de campaсa y ademбs solicitу una patrulla por aire. Por lo tanto, cuando al fin el agente llegу a esa escena repugnante, pudo llamar a una aeronave que descendiу de inmediato con media docena de mis hombres. Este asunto de las porras elйctricas… fue terrible, pero no tanto como podнa haber sido. Es evidente que los atacantes de Kou carecнan de la imaginaciуn que, por ejemplo, hubiese mostrado el difunto almirante Vorrutyer en la misma situaciуn. O tal vez no dispusieron del tiempo suficiente para mostrar una crueldad refinada.
— Gracias a Dios — murmurу Vorkosigan -. їY los muertos?
— Dos fueron cosa de Bothari, con golpes certeros, uno fue de Kou (le cortу el cuello), y uno me temo que ha sido mнo. El muchacho sufriу una anafilaxis como reacciуn alйrgica al pentotal. Lo trasladamos de inmediato al hospital, pero no lograron salvarlo. No me gusta. Ahora le estбn efectuando la autopsia para ver si su reacciуn fue natural o si le habнan implantado una defensa contra interrogatorios.
— їY la pandilla?
— Parece ser una sociedad de mutuos beneficios perfectamente legнtima (si йsa es la palabra) formada por hombres del caravasar. Segъn los supervivientes que capturamos, decidieron molestar a Kou porque «caminaba raro». Encantador. Aunque Bothari no caminaba exactamente en lнnea recta, tampoco. Los que logramos atrapar no son agentes de nadie salvo de sн mismos. No puedo hablar por los muertos. Supervisй los interrogatorios personalmente. Esos hombres estaban muy sorprendidos de ver que Seguridad Imperial se mostraba interesada en ellos.
— їAlgo mбs? — preguntу Vorkosigan.
Illyan se cubriу la boca para bostezar, y luego se disculpу.
— Ha sido una larga noche. Mi supervisor nocturno me sacу de la cama despuйs de medianoche. Es un buen hombre, con buen criterio. No, eso es prбcticamente todo, excepto por las motivaciones de Kou para acudir allн. Cuando llegamos a ese tema, sus respuestas fueron vagas y de inmediato comenzу a pedir unos calmantes para el dolor. Esperaba que usted tuviese algunas sugerencias para mitigar mi paranoia. Desconfiar de Kou me produce calambres en el cuello. — Volviу a bostezar.
— Yo las tengo — dijo Cordelia -, pero son para su paranoia, no para su informe, їde acuerdo?
Йl asintiу con un gesto.
— Creo que estб enamorado de alguien. Despuйs de todo, uno no trata de probar algo a menos que piense utilizarlo. Por desgracia, los resultados han sido desastrosos. Supongo que estarб bastante deprimido e irritable durante un tiempo.
Vorkosigan asintiу.
— їAlguna idea de la persona en cuestiуn? — preguntу Illyan automбticamente.
— Sн, pero no me parece que sea asunto suyo. Sobre todo si nunca llega a concretarse.
Illyan se encogiу de hombros y saliу en busca del hombre que habнa asignado para seguir a Koudelka.
Cinco dнas despuйs, el sargento Bothari regresу a la Residencia Vorkosigan con una funda plбstica en el brazo roto. No ofreciу ninguna informaciуn acerca de la brutal experiencia sufrida, y desalentу a los curiosos con mirada torva y gruсidos.
Droushnakovi no formulу preguntas ni esbozу comentarios. Pero de vez en cuando Cordelia la veнa dirigir una mirada angustiada a la consola vacнa de la biblioteca. El ordenador estaba comunicado con la Residencia Imperial y con la Jefatura de Estado Mayor, y allн era donde Koudelka solнa sentarse a trabajar cuando se encontraba en la casa. Cordelia se preguntу quй sabrнa acerca de lo ocurrido aquella noche.
El teniente Koudelka regresу para encargarse de algunas tareas al mes siguiente. Su actitud general era bastante animada, pero a su manera йl era tan introvertido como Bothari. Interrogar a este ъltimo habнa sido como preguntar a una pared. Interrogar a Koudelka era como hablar con un arroyo; uno obtenнa un torrente de palabras, de bromas o de anйcdotas que inexorablemente apartaban la conversaciуn del tema en cuestiуn. Cordelia respondiу a su actitud risueсa con automбtica cordialidad, aceptando su evidente deseo de tomar a la ligera lo ocurrido, aunque interiormente desconfiaba en gran medida de que fuese asн.
Cordelia misma no se sentнa muy animada. Su imaginaciуn volvнa una y otra vez al intento de asesinato ocurrido seis semanas atrбs. No lograba olvidar el hecho de que Vorkosigan habнa estado a punto de ser apartado de ella. Sуlo se sentнa completamente tranquila cuando lo tenнa a su lado, pero ahora йl debнa ausentarse cada vez con mбs frecuencia. Algo se estaba tramando en el cuartel general imperial; йl ya habнa asistido a cuatro sesiones nocturnas y habнa realizado un viaje sin ella, un vuelo de inspecciуn militar del cual no le habнa ofrecido detalles. Entraba y salнa a las horas mбs intempestivas. Los rumores militares y polнticos con los cuales solнa entretenerla durante las comidas se habнan acabado; ahora se mostraba silencioso y poco comunicativo, aunque no por ello parecнa necesitar menos de su presencia.
їQuй serнa de ella sin Vorkosigan? Una viuda embarazada, sin familia ni amigos, gestando un niсo que ya era objeto de las paranoias dinбsticas, heredero de un legado de violencia. їPodrнa escapar del planeta? їY adonde irнa en ese caso? їColonia Beta le permitirнa regresar alguna vez?
Cordelia llegу a perder interйs en las lluvias otoсales y en los parques donde el verde aъn persistнa. ЎOh, cuбnto hubiese dado por aspirar el aire seco del desierto, el familiar dejo del бlcali, las infinitas distancias planas! їSu hijo llegarнa a saber lo que era un verdadero desierto? En ocasiones, los edificios y la vegetaciуn de Barrayar parecнan alzarse sobre ella como inmensos muros. Y en sus peores dнas, esos muros parecнan derrumbarse sobre ella.
Una tarde de lluvia, Cordelia estaba refugiada en la biblioteca, acurrucada en un sofб de respaldo alto, leyendo por tercera vez la misma pбgina de un viejo volumen que habнa encontrado en los estantes del conde. El libro era una reliquia de la Era del Aislamiento. Estaba escrito en una variante del alfabeto cirнlico, con sus cuarenta y seis caracteres utilizados en todas las lenguas de Barrayar. Su cerebro parecнa particularmente lento e indiferente ese dнa. Cordelia apagу la luz y descansу la vista unos minutos. Aliviada, observу al teniente Koudelka entrar en la biblioteca y sentarse, con gran dificultad, ante la consola.
No debo interrumpirlo; al menos йl tiene un verdadero trabajo que cumplir, pensу sin regresar aъn a la lectura, pero confortada por su compaснa.
Йl sуlo trabajу unos momentos, y luego apagу la mбquina con un suspiro. Su mirada ausente se posу sobre el hogar que ocupaba el centro de la habitaciуn, pero no se percatу de su presencia.