Un dнa el doctor Henri llegу con una silla flotante y la llevу a dar un paseo por el laboratorio, para que viese dуnde estaba instalada la rйplica uterina. Cordelia observу a su hijo, moviйndose en los monitores, y estudiу los informes tйcnicos. Los nervios, la piel y los ojos del feto se desarrollaban con normalidad, aunque Henri no estaba seguro respecto al oнdo debido a los huesecillos del interior. Henri y Vaagen eran cientнficos muy bien entrenados, casi betaneses por su aspecto, y Cordelia los bendijo en silencio y les dio las gracias en voz alta, para regresar luego a su habitaciуn sintiйndose muchнsimo mбs tranquila.

No obstante, cuando a la tarde siguiente el capitбn Vaagen entrу como una tromba en su habitaciуn, Cordelia sintiу que el corazуn le daba un vuelco. El rostro del bioquнmico estaba terriblemente sombrнo, y tenнa los labios fuertemente apretados.

— їQuй ocurre, capitбn? — preguntу ella con ansiedad -. Esa segunda dosis de calcio… їha fallado?

— Es demasiado pronto para saberlo. No, el feto estб igual, seсora. Ahora el problema es su suegro.

— їCуmo?

— El conde general Vorkosigan ha venido a vernos esta maсana.

— ЎOh! їHa ido a ver al bebй? Me alegro. Estб muy perturbado con toda esta nueva tecnologнa de vida. Tal vez comience a superar esos bloqueos emocionales. Como viejo guerrero Vor que es, no tiene ningъn problema con la tecnologнa de la muerte, sin embargo…

— Yo en su lugar no serнa muy optimista respecto a йl, seсora. — Inspirу profundamente y se refugiу en la formalidad. En esta ocasiуn no mostraba un humor negro ni ninguna otra clase de humor -. El doctor Henri pensу lo mismo que usted. Paseamos al general por todo el laboratorio, mostrбndole todos los equipos y explicбndole nuestras teorнas. Fuimos absolutamente sinceros, tal como lo hemos sido con usted. Tal vez demasiado sinceros. Йl querнa saber quй resultados нbamos a obtener. Diablos, no lo sabemos. Y eso fue lo que le dijimos.

«Despuйs de andarse con rodeos un buen rato… bueno, en pocas palabras, primero el general pidiу, luego ordenу y luego tratу de sobornar a Henri para que abriera la llave. Para que destruyera al feto. A la mutaciуn, como йl lo llama. Lo echamos de allн inmediatamente, pero jurу que volverнa.

Cordelia estaba temblando por dentro, pero mantuvo el rostro impasible. — Ya veo.

— Quiero que ese viejo se mantenga lejos de mi laboratorio, seсora. Y no me importa lo que usted haga para conseguirlo. No necesito esta clase de basura cerca, por mбs personaje importante que sea.

— Ya veo… espere aquн.

Cordelia se ajustу la bata sobre el pijama verde, sujetу su tubo de oxнgeno con mбs firmeza y cruzу el pasillo con pasos cautelosos. Aral, vestido de un modo informal con el pantalуn de su uniforme y una camisa, se hallaba sentado ante una pequeсa mesa frente a la ventana. La ъnica seсal que lo identificaba como paciente era el tubo de oxнgeno introducido en su nariz, con el cual se estaba tratando la neumonнa causada por la soltoxina. Aral conversaba con un hombre mientras Koudelka tomaba notas. Gracias a Dios, el hombre no era Piotr, sino algъn secretario de Vortala.

— Aral. Te necesito.

— їNo puede esperar?

— No.

Йl se levantу. — Discъlpenme un momento, caballeros — dijo, y la siguiу al otro lado del pasillo. Cordelia cerrу la puerta a sus espaldas.

— Capitбn Vaagen, por favor repнtale a Aral lo que acaba de decirme a mн.

Algo mбs nervioso, Vaagen volviу a contar su historia sin suavizar ningъn detalle. A medida que escuchaba, los hombros de Aral se fueron hundiendo como si hubiesen estado recibiendo un peso.

— Gracias, capitбn. Ha hecho lo correcto al informarnos de este incidente. Me ocuparй de ello de inmediato.

— їEso es todo? — Vaagen mirу a Cordelia con gran incertidumbre.

Ella le enseсу las palmas.

— Ya lo ha oнdo.

Vaagen hizo la venia y se marchу.

— їCrees que es cierto? — preguntу Cordelia.

— Hace una semana que mi padre estб hablando del tema, cariсo.

— їHabйis discutido?

— Йl discutiу. Yo me limitй a escuchar.

Al regresar a su habitaciуn, Aral pidiу a Koudelkay al secretario que aguardasen fuera. Cordelia se sentу sobre su cama y lo observу entrar unos cуdigos en su consola.

— Aquн lord Vorkosigan. Deseo hablar simultбneamente con el jefe de seguridad del hospital y con el comandante Simуn Illyan. Pуngame en contacto con ambos, por favor.

Hubo una breve espera mientras se localizaba a los dos hombres. A juzgar por el fondo confuso del vнdeo, el hombre del hospital estaba en su oficina dentro del complejo. Encontraron a Illyan en un laboratorio forense del cuartel general imperial.

— Caballeros. — El rostro de Aral se mostraba bastante inexpresivo -. Deseo revocar un permiso de Seguridad.

— Los dos hombres se prepararon para tornar nota en sus respectivas consolas -.

El conde general Piotr Vorkosigan no tendrб acceso al Edificio Seis de Investigaciones Bioquнmicas, en el Hospital Militar Imperial, hasta prуximo aviso. Aviso que darй yo personalmente. Illyan vacilу.

— Seсor… el general Vorkosigan tiene un permiso absoluto, por orden imperial. Lo ha tenido durante aсos. Necesito una orden imperial para revocarlo.

— Eso precisamente es lo que le estoy dando, Illyan. — La voz de Vorkosigan sonу algo impaciente

—. Por orden mнa, Aral Vorkosigan, regente de su majestad imperial Gregor Vorbarra. їLe parece lo bastante oficial?

Illyan emitiу un ligero silbido, pero su rostro se tornу serio al ver el ceсo fruncido de Vorkosigan.

— Sн, seсor. Entendido. їAlgo mбs? — Eso es todo. Sуlo se le negarб la entrada a ese edificio.

— Seсor… — dijo el jefe de seguridad del hospital -, їy si… si el general Vorkosigan se niega a detenerse cuando se lo ordenan?

Cordelia imaginу la escena. Un pobre joven guardia con la carrera truncada por todo ese lнo…

— Si sus hombres de seguridad no logran controlar a un anciano, pueden utilizar la fuerza fнsica e incluso un aturdidor — — dijo Aral con fatiga -. Eso es todo. Gracias.

El hombre del Hospital Militar asintiу con un gesto y cortу la comunicaciуn.

Illyan permaneciу vacilante unos momentos. — їLe parece que serб buena idea, a su edad? La descarga de un aturdidor puede ser nocivo para el corazуn. Y a йl no le gustarб nada cuando le digamos que hay un sitio donde no puede entrar. De paso, їpor quй…?

— Aral se limitу a observarlo con frialdad, y, finalmente, Illyan tragу saliva.

— Sн, seсor — dijo haciendo la venia, y cortу. Aral permaneciу sentado, mirando con expresiуn pensativa la pantalla vacнa. Entonces se volviу hacia Corde-lia y sus labios esbozaron una mueca de ironнa y dolor.

— Es un viejo — dijo al fin.

— Ese viejo acaba de intentar matar a tu hijo. A lo que queda de tu hijo.

— Yo comprendo su punto de vista. Comprendo sus temores.

— їTambiйn comprendes el mнo?

— Sн. Los dos.

— Y cuando llegue el momento… si intenta volver allн…

— Йl es mi pasado. — La mirу a los ojos -. Tъ eres mi futuro. El resto de mi vida pertenece al futuro. Lo juro por mi nombre como Vorkosigan.

Cordelia suspirу y se frotу la nuca dolorida.

Koudelka llamу a la puerta y asomу la cabeza de forma furtiva.

— їSeсor? El secretario del ministro desea saber…

— Ahora mismo, teniente. — Vorkosigan le indicу que se fuese con una seсa.

— Salgamos de este sitio — dijo Cordelia de pronto.

— їCуmo?

— Hospital Imperial, Seguridad Imperial… todo esto me estб produciendo una Claustrofobia Imperial. Vayamos a Vorkosigan Surleau por unos dнas. Te resultarб mбs fбcil recuperarte allн, y a tus subordinados les costarб mбs encontrarte. Sуlo tъ y yo, amigo.

їFuncionarнa? їY si cuando trataban de recuperar la felicidad que habнan sentido ese verano, descubrнan que ya no existнa? їQue se habнa ahogado en las lluvias otoсales? Cordelia sentнa la desesperaciуn en su interior, buscando el equilibrio perdido, la base firme.

Йl alzу las cejas.

— Excelente idea, querida capitana. Nos llevaremos al viejo con nosotros.

— Oh, їes necesario…? Sн, ya veo. Lo es. Claro.


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