— Sin duda una de las pйrdidas que Aral estб ansioso por reducir. їElla se encuentra bien? їLos terroristas de Vordarian no le han hecho daсo?

— Por lo que sabemos, no. Al parecer, estб bajo arresto domiciliario en sus propias habitaciones de la Residencia Imperial. Varios de los rehenes mбs importantes tambiйn se encuentran allн.

— Ya veo.

Cordelia se volviу en la penumbra para mirar a Bothari, quien permaneciу impasible. Supuso que entonces preguntarнa por Elena, pero no dijo nada. Ante la menciуn de Kareen, Droushnakovi permaneciу mirando fijamente la noche con expresiуn abatida.

їKou y Drou habrнan arreglado sus diferencias? Parecнan muy distantes, civilizados y profesionales. Pero aunque hubiesen intercambiado unas disculpas superficiales, Cordelia percibiу que la herida no habнa cicatrizado. La adoraciуn secreta habнa desaparecido de los ojos azules que, de vez en cuando, abandonaban el panel de control para observar al hombre sentado a su lado. Las miradas de Drou eran sуlo cautelosas.

Abajo se divisaron las luces de la ciudad no muy grande, y mбs allб, las configuraciones geomйtricas de una base de lanzamiento militar. Drou transmitiу varias claves de identificaciуn a medida que se acercaban. Descendieron en espiral sobre una plataforma iluminada para ellos, custodiada por guardias armados. Las naves que los sobrevolaban siguieron hacia sus propias plataformas de aterrizaje.

En cuanto abandonaron la aeronave, los guardias les rodearon para escoltarlos hasta un tubo elevador. Descendieron, caminaron por una plataforma inclinada, y volvieron a descender en un elevador hermйtico. Sin duda, la base Tanery era un puesto de mando subterrбneo muy bien custodiado. Bienvenidos al bъnquer. Sin embargo, de pronto Cordelia se sintiу invadida por una nostalgia que le cerrу la garganta. Esos corredores бridos no podнan competir con la forma en que se decoraban los interiores de Colonia Beta, pero en ese momento podrнa haberse encontrado en alguna ciudad subterrбnea betanesa, tranquila y a salvo…

Quiero volver a casa.

Habнa tres oficiales con uniforme verde, hablando en un corredor. Uno de ellos era Aral. Йl la vio.

— Gracias, caballeros, pueden retirarse — dijo interrumpiendo a alguien en la mitad de una frase, y entonces aсadiу -: Continuaremos esta conversaciуn mбs tarde. — Pero ellos permanecieron allн, mirбndolo confusos.

Йl sуlo parecнa cansado. El corazуn de Cordelia ansiaba mirarlo, sin embargo…

Por ti he llegado hasta, aquн. No al Barrayar de mis esperanzas, sino al Barrayar de mis miedos.

Con una pequeсa exclamaciуn de alegrнa, Aral la estrechу con fuerza contra su cuerpo. Ella tambiйn lo abrazу.

ЎQuй alivio! Desaparece, mundo. Pero cuando alzу la vista, el mundo todavнa la aguardaba, bajo la forma de siete testigos con agendas en la mano.

Aral la apartу un poco y la mirу ansiosamente de arriba abajo.

— Tienes mal aspecto, querida capitana.

Al menos habнa sido lo bastante amable como para no decir «hueles fatal».

— No tengo nada que no se solucione con un baсo.

— No me referнa a eso. Antes que nada irбs a la enfermerнa. — Se volviу para mirar al sargento Bothari.

— Seсor, debo presentarme ante el conde — dijo el sargento.

— Papб no se encuentra aquн. Ha salido en una misiуn diplomбtica con algunos de sus viejos camaradas. Kou… ocъpese de que le asignen una habitaciуn a Bothari; proporciуnele comida, pases y ropas. Querrй su informe personal en cuanto me haya ocupado de Cordelia, sargento.

— Sн, seсor. — Koudelka se llevу a Bothari.

— Bothari estuvo sorprendente — le confiу Cordelia a Aral -. No… eso es injusto. Bothari estuvo como siempre y yo no tendrнa que haberme sorprendido en absoluto. No lo hubiйsemos logrado sin йl.

Aral asintiу con un gesto y esbozу una sonrisa.

— Supuse que sabrнa cuidarte.

— Lo hizo, desde luego.

Droushnakovi, ocupando su puesto junto a Cordelia en cuanto el sargento lo hubo abandonado, sacudiу la cabeza con desconfianza y los siguiу por el pasillo. Despuйs de unos momentos de vacilaciуn, el resto del cortejo tambiйn los siguiу.

— їHas sabido algo de Illyan? — le preguntу Cordelia.

— Aъn no. їKou te puso al corriente?

— Me hizo un resumen, lo cual es suficiente por ahora. Supongo que entonces tampoco sabrбs nada de Padma y Alys Vorpatril, їverdad? Йl sacudiу la cabeza con pesar.

— Pero ninguno de ellos se encuentra en la lista de las personas capturadas por Vordarian. Creo que se esconden en la ciudad. El bando de Vordarian no oculta la informaciуn. De haberse realizado mбs arrestos importantes lo sabrнamos. Йse es el problema con estas malditas refriegas civiles: todo el mundo tiene un hermano… Alguien lo llamу desde el otro extremo del pasillo.

— ЎSeсor! ЎOh, seсor!

— Sуlo Cordelia sintiу cуmo Aral se tensaba, ya que el brazo por donde lo sujetaba se contrajo.

Un empleado de la jefatura acompaсaba a un hombre alto, con traje de faena negro e insignias de coronel en el cuello.

— Allн estб, seсor. El coronel Gerould ha llegado de Marigrad.

— Oh. Bien. Debo ver a este hombre ahora… — Aral mirу a su alrededor con prisa, y sus ojos se posaron sobre Droushnakovi -. Drou, por favor, acompaсa tъ a Cordelia a la enfermerнa. Que la examinen, que la… que le hagan todo lo necesario.

El coronel no era ningъn oficial de despacho. En realidad, parecнa reciйn llegado del frente, dondequiera que estuviese «el frente» en esa guerra de lealtades. Su uniforme estaba sucio y ajado, como si hubiese dormido con йl, y el olor a humo que desprendнa eclipsaba el vaho montaсйs de Cordelia. Tenнa el rostro avejentado por la fatiga. Sin embargo, parecнa sуlo sombrнo, no derrotado.

— En Marigrad ha estallado una guerra civil, almirante — informу sin mбs preбmbulos.

Vorkosigan esbozу una mueca de disgusto.

— Entonces, quiero pasarla por alto. Venga conmigo al salуn tбctico… їquй tiene en el brazo, coronel?

Una franja de tela blanca y una mбs angosta en color pardo rodeaban la manga negra del oficial.

— Es mi identificaciуn, seсor. Nos resultaba imposible distinguir a quiйn disparбbamos. Los hombres de Vordarian visten de rojo y amarillo, lo mбs parecido al rojo oscuro y dorado que pudieron conseguir, supongo. La franja simboliza el pardo y plateado de Vorkosigan, por supuesto.

— Hum… Eso me temн. — Vorkosigan estaba extremadamente serio -. Quнtesela. Quйmela. Y transmita el mensaje al frente. Usted ya tiene un uniforme, coronel, un uniforme que le ha entregado el emperador. Si estбn combatiendo, es por йl. Deje que los traidores cambien sus uniformes.

El coronel pareciу sorprendido por la vehemencia de Vorkosigan, pero despuйs de un momento comprendiу; se arrancу la franja del brazo y se la guardу en el bolsillo.

— Sн, seсor.

Aral soltу la mano de Cordelia con un esfuerzo evidente.

— Nos veremos en nuestras habitaciones, cariсo. Mбs tarde.

A ese ritmo, serнa varios dнas mбs tarde. Cordelia sacudiу la cabeza con impotencia, echу una ъltima mirada a su cuerpo robusto como si de algъn modo pudiese guardarlo en su mente, y siguiу a Droushnakovi por el laberinto subterrбneo de la base Tanery. Al menos, con Drou, Cordelia pudo alterar el itinerario de Vorkosigan y tornar un baсo primero. Luego descubriу que en las habitaciones de Aral le aguardaban varios trajes de su talla, que delataban el buen gusto que Drou habнa adquirido en el palacio.

Por supuesto, todos los informes mйdicos de Cordelia habнan quedado en Vorbarr Sultana, tras las lнneas enemigas. El mйdico de la base sacudiу la cabeza y pidiу un formulario nuevo en su panel de informes.

— Lo siento, seсora Vorkosigan. Tendremos que comenzar por el principio. Le ruego que colabore conmigo. Tengo entendido que ha experimentado cierta clase de problemas femeninos.

No, la mayor parte de mis problemas han sido por culpa de los hombres. Cordelia se mordiу la lengua.

— Se me efectuу una transferencia placentaria, dйjeme ver… tres mбs… — Tuvo que contar con los dedos -. Hace unas cinco semanas.

— Discъlpeme, їuna quй?

— Di a luz mediante una operaciуn quirъrgica. No funcionу bien.

— Ya veo. Cinco semanas desde el parto. — El hombre tomу nota -. їY cuбl es su queja actual?

No me gusta Barrayar, quiero volver a casa, mi suegro trata de matar a mi hijo, la mitad de mis amigos han escapado para salvar la vida, no consigo diez minutos a solas con mi marido porque ustedes lo estбn consumiendo frente a mн, me duelen los pies, me duele la cabeza, me duele el alma… Era demasiado complicado. El pobre hombre sуlo querнa algo para anotar en el formulario, no un ensayo.

— Cansancio — logrу decir Cordelia al fin.

— Ah. — Se le iluminу el rostro y registrу este dato en su informe -. Fatiga posparto. Eso es normal. — Alzу la vista y la observу con atenciуn -. їHa considerado la posibilidad de iniciar un programa de ejercicios fнsicos, seсora Vorkosigan?


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