Vorkosigan tenнa todo el aspecto de alguien que estaba siendo aplastado entre dos grandes rocas; ella no tenнa ningъn deseo de verlo convertido en polvo. En un momento, Aral le pedirнa su palabra de que permanecerнa confinada en la base, de que no correrнa ningъn riesgo.

Cordelia abriу un puсo y lo dejу posado sobre la mesa.

— Yo hubiese decidido otra cosa. Pero nadie me ha designado a mн regente de Barrayar.

La tensiуn lo abandonу con un suspiro.

— Me falta imaginaciуn.

Un defecto muy frecuente entre los barrayareses, mi amor.

Al regresar a las habitaciones de Aral, Cordelia se encontrу con el conde Piotr en el pasillo. Ya no se parecнa en nada al anciano agotado que la dejara en un sendero de la montaсa. Ahora llevaba las ropas elegantes que solнan usar los Vor retirados y los ministros imperiales: pantalуn bien planchado, botas cortas lustradas y una tъnica muy ornamentada. Bothari se encontraba a su lado, nuevamente con su librea formal color marrуn y plata. Bothari traнa un grueso abrigo plegado en el brazo, por lo cual Cordelia dedujo que el conde acababa de llegar de su misiуn diplomбtica en algъn Distrito al norte de los territorios de Vordarian. Con excepciуn de las zonas ocupadas, al parecer la gente de Vorkosigan podнa moverse a voluntad.

— Ah, Cordelia. — Piotr la saludу con un movimiento de cabeza cauteloso y formal; no era momento de reanudar las hostilidades. Por ella no habнa ningъn inconveniente. No creнa que le quedara ningъn deseo de pelear en su corazуn corroнdo.

— Buenos dнas, seсor. їSu misiуn ha tenido йxito?

— Ya lo creo que sн. їDуnde estб Aral?

— Ha ido al Sector de Inteligencia, segъn creo, a consultar con Illyan sobre los ъltimos informes llegados de Vorbarr Sultana.

— Ah. їQuй estб ocurriendo? — El capitбn Vaagen se presentу aquн. Lo derribaron a golpes, pero de algъn modo logrу llegar desde la capital… Parece ser que finalmente Vordarian descubriу que tenнa otro rehйn. Su patrulla se llevу la rйplica del Hospital Militar a la Residencia Imperial. Supongo que pronto recibiremos alguna noticia de йl, pero sin duda no quiso privarnos del placer de escuchar primero el relato de Vaagen.

Piotr echу la cabeza hacia atrбs y emitiу una risa amarga.

— Eso sн que es una amenaza vacнa.

Cordelia aflojу la mandнbula el tiempo suficiente para decir:

— їA quй se refiere, seсor? — Ella sabнa perfectamente bien a quй se referнa, pero querнa llevarlo hasta el lнmite.

Llega basta el fondo, maldito. Dilo todo.

Los labios de Piotr se curvaron en una especie de sonrisa.

— Me refiero a que, sin darse cuenta, Vordarian le estб haciendo un servicio a la familia Vorkosigan. Estoy seguro de que no se ha dado cuenta.

No dirнas eso si Aral estuviese aquн, viejo. їTъ lo preparaste? Dios, no podнa decirle eso…

— їUsted lo preparу? — le preguntу Cordelia.

Piotr echу la cabeza hacia atrбs.

— ЎYo no negocio con traidores!

— Йl pertenece a su antiguo partido Vor. Allн se encuentra su verdadera lealtad. Siempre dijo que Aral era demasiado progresista.

— ЎTe atreves a acusarme…! — Su indignaciуn rayaba la furia.

La furia hacнa que Cordelia comenzase a ver todo rojo.

— Yo sй que usted ha intentado cometer un asesinato, їpor quй no habrнa de intentar cometer una traiciуn? Sуlo espero que al final predomine su ineptitud.

La voz de Piotr estaba jadeante de ira.

— ЎHas llegado demasiado lejos!

— No, viejo. Todavнa puedo llegar mucho mбs lejos.

Drou parecнa absolutamente aterrorizada. El rostro de Bothari era una talla de piedra. Piotr retorciу una mano como si hubiese querido golpearla. Bothari observу esa mano con un brillo extraсo en la mirada.

— Aunque deshacerse de ese monstruo es el mejor favor que Vordarian podrнa llegar a hacerme, no creo que se lo deje saber — le espetу Piotr -. Me resultarб mucho mбs divertido observar cуmo trata de manejar un comodнn como si se tratase de un as, y luego preguntarse por quй le fallу la jugada. Aral lo sabe… supongo que se sentirб muy aliviado al ver que Vordarian se ocupa del asunto en su lugar. їO ya lo has embrujado para que organice alguna estupidez espectacular?

— Aral no hace nada.

— Oh, buen chico. Me preguntaba si le habrнas sorbido el seso para siempre. Es un barrayarйs, despuйs de todo.

— Eso parece — respondiу ella con rigidez. Estaba temblando, aunque Piotr no se encontraba en mejores condiciones.

— Bueno, dejemos este asunto menor — dijo йl, tratando de recuperar el control de sн mismo -. Tengo cuestiones mбs importantes que tratar con el regente. Que le vaya bien, seсora. — Inclinу la cabeza en un esfuerzo irуnico, y se alejу.

— Que tenga un buen dнa — le gruсу ella a sus espaldas, y se abalanzу hacia la puerta de sus habitaciones.

Cordelia pasу veinte minutos caminando de un lado al otro antes de sentirse en condiciones de hablar con nadie, ni siquiera con Drou, quien se habнa acurrucado en una silla apartada como tratando de hacerse pequeсa.

— Usted no cree realmente que el conde Piotr sea un traidor, їverdad, seсora? — preguntу Droushnakovi cuando al fin Cordelia comenzу a caminar mбs lento. Ella sacudiу la cabeza.

— No… no. Sуlo querнa herirlo. Este lugar me estб afectando. Me ha afectado. — Con fatiga, se dejу caer en un sillуn y posу la cabeza en el respaldo. Despuйs de un silencio aсadiу -: Aral tiene razуn. No tengo derecho a arriesgarme. No, eso no es exacto. No tengo derecho a fallar. Y ya no confнo en mн misma. No sй quй ha ocurrido con mi destreza. La he perdido en una tierra extraсa.

No puedo recordar. No puedo recordar cуmo lo hacнa. Ella y Bothari eran gemelos, dos personalidades separadas pero igualmente afectadas por una sobredosis de Barrayar.

— Seсora… — Droushnakovi se alisу la falda, con la vista baja -. Yo vivн en la Residencia Imperial durante tres aсos.

— Sн… — El corazуn le dio un vuelco. Como un ejercicio de autodisciplina, Cordelia cerrу los ojos y no volviу a abrirlos -. Habнame de ello, Drou.

— El mismo Negri me entrenу. Como era la guardaespaldas de Kareen, йl siempre decнa que yo serнa la ъltima barrera entre ella, Gregor y… y cualquier cosa tan grave como para haber llegado tan lejos. Me lo enseсу todo respecto a la Residencia. Solнa adiestrarme en ello. Me mostrу cosas que no creo que nadie mбs conozca. Tenнamos preparadas cinco rutas de escape. Dos de ellas eran procedimientos habituales de seguridad. Una sуlo la conocнan algunos oficiales superiores como Illyan. Las otras dos… no creo que nadie mбs las conociera, excepto Negri y el emperador Ezar. Y estoy pensando… — Se humedeciу los labios -. Una ruta secreta para salir tambiйn debe de ser una ruta secreta para entrar, їno le parece?

— Tal como dirнa Aral, tu razonamiento me resulta extremadamente interesante, Drou. Continъa. — Cordelia mantuvo los ojos cerrados.

— Eso es todo. Si de algъn modo lograra llegar a la Residencia, apuesto a que podrнa entrar.

— їY volver a salir?

— їPor quй no?

Cordelia descubriу que se habнa olvidado de respirar.

— їPara quiйn trabajas, Drou?

— Para el capitбn… — comenzу ella a responder, pero entonces se detuvo -. Negri. Pero йl estб muerto. Para el comandante… el capitбn Illyan, supongo.

— Te lo preguntarй de otro modo. — Al fin Cordelia abriу los ojos -. їPor quiйn has arriesgado tu vida?

— Por Kareen. Y por Gregor, por supuesto. Ellos eran como la misma persona.

— Aъn lo son. Te lo dice esta madre. — Mirу a los ojos azules de Drou -. Y Kareen te entregу a mн.

— Para que fuese mi mentora. Pensamos que era un soldado.

— No lo soy. Pero eso no significa que nunca haya luchado. — Cordelia se detuvo -. їQuй quieres a cambio, Drou? Pon tu vida en mis manos… no dirй bajo juramento de lealtad, como esos idiotas… їa cambio de quй?

— Kareen — respondiу Droushnakovi con firmeza -. Los he estado observando, y ya la han clasificado como sacrificable. Cada dнa, durante tres aсos, arriesguй mi vida porque creн que la suya era importante. Cuando se observa atentamente a alguien durante tanto tiempo, uno llega a conocerlo a fondo. Por lo visto ahora piensan que debo olvidar mi lealtad, como si yo fuese una especie de mбquina. Hay algo que estб mal en eso. Quiero… al menos quiero intentar rescatar a Kareen. A cambio de eso… lo que usted desee, seсora.

— Ah. — Cordelia se frotу los labios -. Eso parece… equitativo. Una vida sacrificable por otra. Kareen por Miles. — Se hundiу en el sillуn sumida en una profunda reflexiуn.

Primero lo ves. Entonces te conviertes en ello. — No es suficiente. — Al fin Cordelia sacudiу la cabeza -. Necesitamos… a alguien que conozca la ciudad. A alguien con mъsculo, que sirva de apoyo. Un hombre que sepa manejar armas, que nunca duerma. Necesito a un amigo. — Curvу los labios en una leve sonrisa -. Mбs que un hermano. — Se levantу y se dirigiу a la consola.

— їQuerнa verme, seсora? — dijo el sargento Bothari.

— Sн, por favor, entre.

Las habitaciones de los oficiales superiores no intimidaban a Bothari, pero de todos modos frunciу el ceсo cuando Cordelia le indicу que se sentase. Fue a ocupar el lugar habitual de Aral, al otro lado de la mesa baja. Drou volviу a sentarse en el rincуn, observando en silencio. Cordelia mirу a Bothari, quien tambiйn la mirу a ella. Tenнa buen aspecto, aunque su rostro estaba marcado por la tensiуn. Como a travйs de un tercer ojo, Cordelia pudo percibir las energнas frustradas que corrнan por su cuerpo; arcos de ira, redes de control, un enmaraсado nudo elйctrico de peligrosa sexualidad por debajo de todo. Energнas que reverberaban, que aumentaban cada vez mбs sin posibilidad de liberarse, con una desesperada necesidad de que le ordenasen actuar para que no estallasen por su cuenta sin ningъn control. Cordelia parpadeу y volviу a concentrarse en su superficie menos aterradora; sуlo era un hombre cansado y feo en un elegante uniforme marrуn.

Para su sorpresa, Bothari tomу la palabra.

— Seсora, їha tenido alguna noticia de Elena? їSe preguntaba para quй lo habrнa llamado aquн? Para su vergьenza, ella casi se habнa olvidado de Elena.

— Nada nuevo, me temo. Segъn los informes, se encuentra con la seсora Hysopi en ese hotel del centro custodiado por las fuerzas de Vordarian, junto con muchos otros rehenes. No la han trasladado a la Residencia ni nada parecido. — A diferencia de Kareen, la misiуn secreta de Cordelia no pasaba por el mismo lugar donde se encontraba Elena. Si йl se lo pedнa, їcuбnto podrнa prometerle? — Siento mucho lo de su hijo, seсora. — Mi mutante, como dirнa Piotr. — Cordelia lo observу. Interpretaba mejor sus hombros, su columna y sus entraсas que su rostro impasible.


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