— Donde estaba — le corrigiу Cordelia -. Hace una semana. Estoy segura de que desde entonces lo habrбn trasladado. Y Aral ha demostrado su capacidad para resistir a las presiones de Vordarian. No lo subestime.
— ЎSargento Bothari! — Koudelka se inclinу hacia delante, hablando por el intercomunicador. Ahora la cubierta delantera tambiйn estaba polarizada.
— їSн, teniente? — respondiу la voz grave y monуtona de Bothari.
— Le ordeno que regrese con este vehнculo.
Una breve pausa.
— Ya no me encuentro en el Servicio Imperial, seсor. Estoy retirado.
— ЎPiotr no le ordenу esto! Usted es un hombre del conde Piotr.
Una pausa mбs larga; un tono mбs bajo.
— No. Soy el perro de la seсora Vorkosigan.
— ЎHa perdido la chaveta!
Cуmo consiguiу transmitir semejante expresiуn por el intercomunicador, Cordelia nunca lo supo, pero una sonrisa canina pendiу en el aire ante sus ojos.
— Vamos, Kou — dijo Cordelia -. Ayъdeme. Trбiganos suerte, colabore. Deje fluir su adrenalina.
Droushnakovi se inclinу hacia su oнdo con una sonrisa en los labios.
— Mнralo de este modo, Kou. їQuiйn mбs te brindarнa la oportunidad de combatir en el campo de batalla?
Йl mirу a derecha y a izquierda, sentado entre sus dos captoras. El zumbido del coche terrestre llegу hasta ellos, mientras avanzaban cada vez mбs rбpido por la creciente oscuridad.