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Verduras y frutas ilegales. Con expresiуn risueсa, Cordelia contemplу los sacos de coliflores y las cajas de bayas entre las cuales estaba sentada, mientras el viejo camiуn se zarandeaba por el camino. Productos del sur que viajaban a Vorbarr Sultana por un camino tan furtivo como el de ella. Estaba casi segura de que bajo la pila se encontraban algunos de los mismos sacos de coles con los que habнa viajado un par de semanas antes, migrando de acuerdo con las extraсas presiones econуmicas de la guerra.

Ahora los Distritos controlados por Vordarian se encontraban bajo un estricto bloqueo impuesto por los Distritos leales a Vorkosigan. Aunque todavнa podнan aguantar mucho tiempo sin morir de hambre, en Vorbarr Sultana los precios de los alimentos estaban por las nubes debido al acaparamiento y a la llegada del invierno. Por lo tanto, los hombres pobres se decidнan a correr el riesgo. Y un hombre pobre que ya estaba corriendo el riesgo no se negaba a recoger algunos pasajeros, a cambio de un soborno.

Habнa sido Koudelka quien trazу el plan y se entregу a aquella estrategia casi a pesar de sн mismo. Habнa sido йl quien encontrу los almacenes de venta al por mayor en el Distrito Vorinnis, y quien recorriу los muelles de carga buscando a alguien que trabajara de forma independiente. En cambio, fue Bothari quien negociу el total del soborno, demasiado escaso segъn la opiniуn de Cordelia, pero muy adecuado para el papel de campesinos desesperados que estaban interpretando.

— Mi padre tenнa una tienda de comestibles — les habнa explicado Koudelka mientras trataba de convencerlos de su plan -. Sй lo que me traigo entre manos.

Por unos momentos Cordelia se preguntу quй significaba la mirada cautelosa que Kou le habнa dirigido a Droushnakovi, pero entonces recordу que el padre de Drou era un soldado. Kou solнa hablar de su hermana y de su madre viuda, pero hasta ese momento Cordelia no habнa comprendido que si eliminaba a su padre de los relatos no se debнa a una falta de afecto, sino a que se avergonzaba de su condiciуn social. Koudelka habнa vetado la posibilidad de viajar en un camiуn que transportaba carne.

— Es mбs probable que lo detengan los guardias de Vordarian para conseguir un par de filetes — les explicу. Cordelia no supo si hablaba por experiencia militar o como vendedor de comestibles, pero en cualquier caso se alegrу de no tener que viajar con esas horribles bestias congeladas.

Se vistieron lo mбs adecuadamente posible para interpretar sus papeles, combinando las ropas del bolso con las que llevaban puestas. Bothari y Koudelka fingнan ser dos veteranos recientemente licenciados, tratando de mejorar su mala fortuna. Cordelia y Drou eran dos campesinas que viajaban con ellos. Las dos mujeres se ataviaban con una combinaciуn bastante realista de viejos vestidos montaсeses y accesorios de la clase superior, aparentemente adquiridos en una tienda de artнculos usados. Intercambiando sus prendas para que no pareciesen a medida, lograron el efecto deseado.

Cordelia cerrу los ojos con fatiga, aunque no tenнa ganas de dormir. El tiempo avanzaba en su cabeza. Habнan tardado dos dнas en llegar hasta allн. Tan cerca del objetivo, tan lejos del йxito… Sus ojos volvieron a abrirse cuando el camiуn se detuvo bruscamente.

Bothari se asomу al compartimiento del conductor.

— Nos bajamos aquн — dijo en voz alta. Uno por uno fueron descendiendo a la calle urbana. Su aliento producнa vapor en el frнo ambiente. Aъn no habнa amanecido, y habнa menos luces encendidas de las que Cordelia habнa esperado. Bothari hizo una seсa al conductor para que se marchase.

— El hombre no considerу buena idea que llegбramos hasta el Mercado Central — gruсу Bothari -. Dice que los guardias municipales de Vorbohn acuden allн a esta hora, cuando llegan los camiones.

— їSe esperan disturbios por la falta de alimentos? — preguntу Cordelia.

— Sin duda, pero ademбs quieren conseguir su propia comida antes que nadie — respondiу Koudelka -. Vordarian tendrб que hacer intervenir al ejйrcito pronto, antes de que el mercado negro acapare todos los alimentos. — En los momentos en que olvidaba fingir que era un Vor artificial, Kou desplegaba unos conocimientos sorprendentes sobre la forma en que operaba el mercado negro. їCуmo habнa conseguido un tendero que su hijo recibiese la educaciуn necesaria para ingresar en la competitiva Academia Militar Imperial? Cordelia esbozу una sonrisa y observу la calle. Era un sector antiguo de la ciudad, anterior a los tubos elevadores, de forma que no habнa edificios con mбs de seis plantas. Y bastante deteriorado tambiйn, con las instalaciones del agua y de la electricidad por encima de las fachadas.

Bothari los condujo como si supiese adonde iba. En la direcciуn del trбnsito, el estado de los edificios no mejorу. Las calles se volvieron mбs estrechas y en el aire flotaba un cierto hedor a putrefacciуn y orines. Las luces se hicieron mбs escasas. Drou caminaba con los hombros hundidos. Koudelka se aferraba a su bastуn. Bothari se detuvo frente a una entrada estrecha y mal iluminada, con un cartel escrito a mano que decнa:


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