— Sн… seсor… seсora?
— Ba — dijo aquella persona, en el tono de quien corrige con amabilidad el error de un ignorante-. Una dama desea hablar con usted. Me acompaсarнa, por favor?
— Ah… claro, claro.
Su guнa empezу a caminar sin hacer ruido y йl siguiу sus pasos, alerta. Una dama? Con suerte, serнa Mia Maz de la delegaciуn vervani, que seguramente estaba en medio de esa multitud de mil personas. Miles sentнa que estaba desarrollando algunas preguntas urgentes para Mнa. Sin cejas? Yo esperaba un contacto, sн, pero… en este lugar?
Salieron del vestнbulo. Cuando perdiу de vista a Vorob'yev e Ivбn, Miles se puso aъn mбs nervioso. Siguiу a su guнa, que se deslizу por una serie de corredores y atravesу un jardнn lleno de musgo y pequeсas flores cubiertas de rocнo. Los ruidos del vestнbulo de recepciуn llegaban todavнa hasta ellos en el aire hъmedo. Entraron en un pequeсo edificio, abierto hacia el jardнn a los dos lados, con un suelo de madera negra que hacнa sonar las botas de Miles con el ritmo irregular que correspondнa a su cojera. En un rincуn oscuro del pabellуn flotaba una esfera color perla del tamaсo de una persona, quieta, unos pocos centнmetros por encima del suelo encerado que reflejaba el halo invertido de la luz interior del aparato.
— Dйjanos solos — dijo una voz desde el interior de la esfera y Miles vio que su guнa se inclinaba y se retiraba con los ojos bajos. La transmisiуn de la voz a travйs de la pantalla de fuerza le daba un timbre plano, monуtono.
El silencio se prolongу. Tal vez la mujer de la burbuja nunca habнa visto a nadie tan imperfecto fнsicamente hablando. Miles se inclinу y esperу, tratando de parecer tranquilo y cуmodo, en lugar de impresionado y sacudido por una curiosidad impresionante.
— Bueno, lord Vorkosigan — dijo la voz otra vez-. Aquн estoy.
— S… sн, cierto — dudу Miles-. Y quiйn es usted, milady, aparte de una hermosнsima pompa de jabуn?
Hubo una pausa mбs larga.
— Soy la haut Rian Degtiar. Sirvo a la Seсora Celestial y soy Doncella del Criadero Estrella.
Otro rimbombante hautнtulo que no daba muchas pistas sobre las funciones de quien lo llevaba. Miles era capaz de nombrar a cada uno de los ghemlores. del generalato de Cetaganda, a todos los gobernadores de satrapнas y sus ghemoficiales, pero ese hautнtulo era nuevo para йl. Lo que sн conocнa era el nombre de la Seсora Celestial, una manera cortйs de llamar a la emperatriz muerta haut Lisbet Degtiar…
— Es usted pariente de la fallecida emperatriz viuda, milady?
— Soy su constelaciуn genуmica, sн. Nos separan tres generaciones. La he servido la mitad de mi vida.
Una dama de compaснa, sн. De la corte de la vieja emperatriz, la corte personal, el mбs cerrado de los mundos interiores. Un rango muy alto. Probablemente tambiйn era muy anciana.
— Alн… no estarб usted emparentada con un ghemlord llamado Yenaro, por casualidad?
— Quiйn? — Incluso a travйs de la pantalla de fuerza, la voz transmitнa una ignorancia y una sorpresa completas.
— No tiene importancia. Es obvio que no tiene importancia. — Las piernas de Miles empezaban a latirle intensamente. Cuando tuviera que sacarse las botas serнa mбs difнcil que cuando se las habнa puesto. No pude evitar mirar a su… criada, la dama que la sirve. Hay mucha gente sin pelo por aquн?
— No es una mujer. Es ba.
— Ba?
— Los neutrales, los altos sirvientes del emperador. En la йpoca de su Padre Celestial, estaba de moda que fuesen sin vello… asн.
Ah. Ingenierнa genйtica: criados sin sexo. Habнa oнdo rumores sobre ellos: paradуjicamente, eran rumores sobre historias sexuales mбs relacionadas con las esperanzas y fantasнas del narrador que con una realidad probable. Pero se suponнa que eran una raza totalmente fiel al lord que los habнa creado. Creado… literalmente.
— Entonces, todos los ba carecen de pelo, pero no todas las personas lampiсas son ba. Es asн?
— Sн… — Mбs silencio-. Por quй ha venido al jardнn Celestial, lord Vorkosigan?
La ceja de Miles se torciу un poco.
— Para representar el honor de Barrayar en este cir… ehmmm… acto solemne y para traer un regalo de despedida a la fallecida emperatriz. Soy un enviado. Vengo por orden del emperador Gregor Vorbarra, a quien sirvo. A mi manera… insignificante, claro.
Otra pausa. Larga.
— Usted se burla de mн en mi desgracia.
— Quй?
— Quй quiere usted, lord Vorkosigan?
— Cуmo dice? Usted me ha mandado llamar, milady, no le parece que la pregunta no viene al caso? — Miles se frotу el cuello, y lo intentу de nuevo-. Puedo ayudarla de alguna forma…? Es eso lo que usted quiere oнr?
— Ayudarme? Usted?
A Miles le ofendiу el tono sorprendido, casi indignado.
— ЎSн, yo, yo! No soy tan… — incompetente como parezco-. En mi planeta soy famoso por haber conseguido alguna que otra cosita… Pero si usted no me da alguna pista del tema en cuestiуn, no puedo hacer nada. Puedo intentar ayudarle, pero no si no entiendo… Comprende? — Ahora se habнa confundido todo-. Mire, por quй no empezamos de nuevo esta conversaciуn? — Se inclinу hasta el suelo-. Buenos dнas, soy lord Miles Vorkosigan de Barrayar. En quй puedo ayudarle, milady?
— ЎLadrуn!
Por fin se hacнa la luz.
— Ah… Ah, no. Me llamo Vorkosigan y le aseguro que no soy ningъn ladrуn, seсora. Mбs bien puede considerarme receptor de propiedad robada y por lo tanto, en todo caso, un perista… — aceptу en tono juicioso.
Mбs silencio sorprendido. Tal vez ella no conocнa la jerga criminal. Miles siguiу hablando con algo parecido a la desesperaciуn:
— Por casualidad ha perdido usted un objeto? En forma de cilindro? Un aparato electrуnico con la imagen de un ave en la tapa?
— ЎUsted lo tiene! — La voz de ella era un quejido de desesperaciуn.
— Bueno, no lo he traнdo conmigo, claro.
La voz bajу hasta hacerse gutural, desesperada.
— Todavнa lo tiene. Tiene que devolvйrmelo.
— Serб un placer, si me demuestra que es suyo. No puedo afirmar que sea mнo, porque serнa mentir — agregу enseguida.
— Y usted me lo devolverнa… a cambio de nada?
— Por el honor de mi nombre y… yo soy de SegImp. Serнa capaz de casi cualquier cosa a cambio de informaciуn. Si usted satisface mi curiosidad, podemos hacer un trato.
La voz de ella le llegу en un susurro incrйdulo, lleno de terror.
— Quiere usted decir que no… no sabe lo que es?
El silencio se extendiу durante tanto tiempo que йl tuvo miedo de que la vieja dama se hubiera desmayado ahн dentro. La mъsica de la procesiуn llegу hasta los dos desde el gran pabellуn.
— Ay, mi… ah… Estб empezando ese maldito desfile y se supone que debo estar presente… Milady, cуmo me pongo en contacto con usted?
— No puede hacer eso. — La voz de ella le llegу ahogada, sin aliento-. Yo tambiйn tengo que irme. Enviarй a alguien a buscarlo. — La burbuja blanca se elevу y empezу a alejarse, flotando.
— Dуnde? Cuбndo…? — La mъsica les llegaba cada vez mбs fuerte.
— ЎNo diga nada de todo esto!
Miles consiguiу hacer una reverencia rбpida a lo que tal vez era la espalda de la dama que se alejaba por el jardнn y empezу a cojear lo mбs rбpido que pudo. Tuvo la horrible sensaciуn de que todo el mundo se enterarнa de que llegaba tarde.
Cuando consiguiу llegar a la recepciуn por senderos zigzagueantes, la escena se desarrollaba tan mal como habнa imaginado. Una hilera de personas avanzaba hacia la entrada principal y los edificios en torre. Vorob'yev, en el lugar que correspondнa a la delegaciуn de Barrayar, arrastraba los pies, creando una grieta evidente en la fila y mirando a su alrededor con apremio. Apenas vio a Miles moviу los labios sin pronunciar las palabras: ЎDate prisa, diablos! Miles cojeу con mбs rapidez y le pareciу que todos los ojos de la habitaciуn se posaban sobre йl.
Ivan, con una expresiуn indignada, le entregу la caja en cuanto lo vio en el lugar correspondiente.
— Dуnde diablos has estado todo este tiempo? En el baсo? Te busquй ahн…
— Shhh… Luego te lo cuento. Tuve la cita mбs extra…
Miles luchу con la pesada caja de madera y la colocу en la posiciуn correcta para la ceremonia de presentaciуn de regalos. Avanzу a travйs de un patio con losas de jade y finalmente alcanzу a la delegaciуn que tenнan por delante justo cuando llegaban a la puerta de uno de los edificios con torres altas. Todos entraron en una rotonda llena de ecos. Miles vio algunas burbujas blancas mбs adelante, en la procesiуn, pero no podнa saber si alguna de ellas era su anciana hautlady. La coreografнa del evento exigнa que todos avanzaran en un cнrculo lento alrededor del fйretro, se arrodillaran y dejaran sus regalos formando una espiral en orden de edad/estatus/poder; despuйs, tenнan que salir por las puertas opuestas hacia el Pabellуn del Norte (para los hautlores y los ghemlores) o el Pabellуn del Este (para los embajadores de la galaxia) donde se servirнa un almuerzo fъnebre.
De pronto, la procesiуn se detuvo y empezу a amontonarse en el umbral de arcos anchos. Desde la rotonda, adelante, en lugar de mъsica tranquila y pasos callados empezу a surgir un rumor de conversaciones. Las voces se elevaron en sorpresa aguda, luego otras voces emitieron уrdenes tajantes.
— Quй pasa? — se preguntу Ivбn, estirando el cuello-. Se ha desmayado alguien o quй?
Como Miles no alcanzaba a ver por encima de los hombros del hombre que tenнa adelante, no podнa contestar a esa pregunta. Con una sacudida, la fila empezу a caminar de nuevo y llegу a la rotonda, pero luego se desviу hacia una puerta. Un ghemcomandante estaba de pie en la intersecciуn, dirigiendo el trбnsito con instrucciones en voz baja, instrucciones que repetнa una y otra vez:
— Por favor, conserven sus regalos y sigan hacia el camino exterior y el Pabellуn del Este; por favor, conserven sus presentes y sigan directamente hacia el Pabellуn del Este; volveremos a empezar enseguida; por favor…
En el centro de la rotonda, por encima de las cabezas de la multitud, estaba el gran catafalco de la emperatriz viuda. Los ojos de los extranjeros no tenнan derecho a mirarla ni siquiera muerta. Su fйretro estaba rodeado por una burbuja de campo de fuerza translъcida; lo ъnico que se veнa era una vaga silueta femenina, como a travйs de una gasa: un fantasma intangible, dormido, envuelto en blanco. Habнa un grupo de ghemguardias de distinto rango de pie en una lнnea que iba desde la pared al catafalco. Daba la impresiуn de que estaban ocultando algo a la multitud que pasaba.