CARTA 18
Claudia:
Son aproximadamente… las tres de la madrugada…
Acabo de despertarme: mi hija se quejó y me levanté a atenderla.
Al volver a mi cama, "el sueño" se había ido. Di dos o tres vueltas hasta confirmar que no iba a volver a dormirme y luego recordé: que es el sueño el que trae el cerrar los ojos. Y no el cerrar los ojos el que trae el sueño".
Así que me levanté.
Estoy en la cocina de nuestra casa de veraneo. Escucho el rumor del mar… Salgo a la puerta. Es noche cerrada todavía. Estoy a escasos cien metros de la playa…
Hacia mi derecha está el Faro: imponente, majestuoso, alto, soberbio… permanentemente regala dos haces de luz que bañan el frente de la casa, mi pequeño jardín, las casas de enfrente y se pierden después en el mar…
… Entro. Caliento agua; quiero tomar mate… Acerco el grabador, lo conecto, está puesto el cassette de música barroca…
… Vivaldi. El mate. Vos. Ahora el Adagio de Albinoni. Otro mate. Yo conmigo. Quiero fumar menos. No quiero dejar de fumar; sólo fumar menos; ¿menos que qué? ¿menos que quién? Menos que yo hace un mes.
Hasta mis vacaciones, fumaba entre cuarenta y cincuenta cigarrillos diarios y me hacía daño. Ahora, fumo menos de veinte y me siento mejor. Quiero fumar menos, quizás cinco o seis cigarrillos por día.
Dirás: “¿Y a mí qué me importa?"
Diré: "¿Y a mí qué me importa lo que a vos te importe,” Dirás: "¿Por qué contestás una pregunta con otra pregunta.”
Diré: "¿Y por qué no está…? (Chiste viejo, demasiado viejo)…
Son ahora las seis. Finalmente, decidí seguir con el mate en la playa y ver el amanecer sentado allí.
Fue muy hermoso… MUY hermoso.
Hacía muchos años que no veía un amanecer en la playa. El sol surgiendo desde el mar y miles de gaviotas sobrevolando la orilla
y yo, formando parte de todo el paisaje.
Me sentí yo también hermoso, pleno, iluminado. Me sentí yo también cálido, silencioso, bello.