Fue el primero en salir y dirigirse al coche que había alquilado en Marbella. Dada su avanzada edad le habían puesto alguna pega cuando entregó el carnet de conducir. Pero no hay nada que el dinero no arregle y menos en una ciudad como Marbella. De manera que pudo alquilar un cómodo Mercedes Benz último modelo. La tecnología alemana seguía siendo la mejor.
Frank pidió un taxi en la recepción mientras Enrique Gómez salía al calor de la noche, decidido a ir caminando hasta su casa, en el barrio de Santa Cruz.
El nudo en el estómago le apretaba tanto que a veces sentía que no podía respirar. Ni siquiera el encuentro con sus viejos amigos le había calmado. Al contrario, se había vuelto a dar de bruces con su pasado. Ellos eran el espejo de la realidad, de una realidad de la que su hijo José y sus alocados nietos no sabían nada, pero sí Rocío. Por eso sabía que nunca podría engañar a su mujer. Ella le conocía, sabía mejor que nadie quién era.