Manuel Vázquez Montalbán

La muchacha que pudo ser Emmanuelle

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1. TODO EMPEZÓ CON UN FAX

Biscúter había solicitado audiencia, y, a pesar de la desganada respuesta de Carvalho ¿necesitas audiencia para hablar conmigo?, la petición de encuentro formal siguió su curso, y allí estaban, a uno y otro lado de la mesa, Biscúter con la arqueada ceja de las grandes ocasiones y la lengüecita lubrificando los labios para el mejor deslizarse de palabras prometidas difíciles.

– A usted, jefe, le falta modernidad.

Ya estaba dicho y oído. Carvalho procesó mentalmente la frase sin quitarle ojo a Biscúter, pero también sin invitarle a continuar. De nada sirvió.

– Le falta modernidad y un mayor dinamismo en todo lo que hace. La modernidad debería conseguirla mediante la renovación del utillaje y el dinamismo gracias a un mejor aprovechamiento de los recursos humanos de que dispone. Se habrá preguntado usted de qué utillaje me habla este tío, de qué recursos humanos. Lógica la pregunta, porque en este despacho no hay otro utillaje que el teléfono, ni otro recurso humano que usted mismo. Se pasa todo el día hablando de la crisis, de la no función del detective privado en una sociedad tan cínica como ésta. Pero usted no hace nada para cambiar esa situación. ¿Se ha anunciado alguna vez como detective? ¿Sabe usted qué es un fax? ¿Un ordenador? ¿El CD ROM? ¿Internet? ¿Tiene alguna idea de cómo podría ayudarle un control de las autopistas de la información? No me conteste y déjeme hablar. Desde que estuve en París en 1992 para seguir aquel curso sobre sopas, mi horizonte mental ha cambiado. Allí me compré un libro decisivo: L'état des médias, un libro muy científico dirigido por un sabio que se llama Jean-Marie Charon. Tanto me interesaba lo que medio entendía que desde 1992 hasta hoy he seguido un curso de francés por correspondencia y estoy en condiciones de suscribir las principales afirmaciones de los eminentes científicos que han colaborado en esta obra. Sobre todo una: L'informatisation des sociétés industrielles, amorcée au tournant des années quatre-vingt, a transformé le paysage médiatique: de nouveaux territoires se sont constitués. Des jonctions s'opèrent entre les domaines de l'informatique, des télécommunications et des médias traditionels. De cette synergie émergent à la fois de nouveaux médias…

– Vaya concretando su eminencia.

– Concreto: Les théories apparaissent plurielles, éclatées, dans un contexte ou les médias explosent et prennent de plus en plus d'importance dans nos sociétés. Teorías plurales, ojo al parche. Plurales. Jamás la peor de las teorías, que es, lo siento, la suya: el inmovilismo.

Debía seguir ganando tiempo Carvalho e instó mediante generoso ademán a que Biscúter hiciera sus proposiciones.

– De momento hay que anunciarse en la prensa y a continuación instalar un fax, no vaya a ser cosa que mientras yo estoy removiendo un guiso me interrumpa el teléfono, y sabe usted la química sutil que a veces reúnen mis guisos. Con estos dos elementos a la espera de que usted o yo mismo pasemos a la cibernáutica y busquemos clientes a través de Internet, la mejora de sus recursos humanos pasa por que yo asuma funciones de investigador privado adjunto, como ya sucedió en Roldán ni vivo ni muerto. Conociendo su tendencia a dejar que los problemas se le duerman o se olviden de usted amontonados sobre esta mesa o dentro de su cerebro, me he permitido redactar este escueto anuncio y añadir el número de fax, sólo el fax, porque poner por escrito la demanda de encuentro sería como contraer un compromiso.

Carvalho leyó el contenido del papel cuadriculado que se le tendía:

Carvalho amp; Biscúter, Detectives asociados. Amigos e intermediarios que le ayudarán a orientarse por la selva donde el hombre es un lobo para el otro hombre. Fax…

Varias veces recorrieron los ojos de Carvalho el redactado y el breve camino que separaba el papel de la expectante actitud de Biscúter.

– Finalmente consigo hilar un discurso, Biscúter.

– De eso se trata, jefe.

– Me descubro ante tu capacidad de teorizar sobre medios de comunicación y sobre el papel de los detectives privados.

– Lo leí el otro día en las conclusiones de un simposio sobre los Intermediarios en el Capitalismo Avanzado: el abogado especialista en divorcios, el agente de impuestos, el psiquiatra, el detective privado. Tal vez sea difícil para usted asumir lo de detectives asociados.

– Me encanta. Me gusta mucho más el enunciado, aunque de momento el continente no responda al contenido.

Del nuevo aparato emergieron sonidos de preparación para un indeterminable despegue y una hoja de papel empezó a salir por una ranura. Biscúter sin leer el contenido se la tiende a Carvalho.

– Así me gusta, jefe, que modifique su lenguaje. Muy fermo eso de la relación continente-contenido.

– Es más. Tira adelante el plan, pero te ruego que modifiques parte del redactado. Por ejemplo, en lugar de lo de la selva y de la sociedad en la que el hombre es un lobo para el hombre, déjalo en Carvalho amp; Biscúter. Detectives asociados y el fax.

– ¿De qué fax me hablas?

Caviló toda la noche Carvalho sobre la nueva situación, sobre todo sobre la nueva actitud de Biscúter, salido de una cómoda pasividad, aprovechándose del exceso de abulia del detective. Decidió dejarle hacer hasta nueva orden, y al volver al despacho al día siguiente encontró junto al teléfono un fax y varias cajas donde las etiquetas prometían un contenido de modernidades. Todo era provisional. "Sometido a su veredicto, jefe", aclaró Biscúter, y el veredicto consistió en aceptar el fax pero en rechazar las cajas cibernéticas sin atender a las explicaciones de su nuevo socio.

No bien asumido el artefacto que según Biscúter cambiaría sus vidas, la mano del socio le propuso como en un envite el capote de la página de El Periódico donde constaba el anuncio: Carvalho amp; Biscúter. Detectives asociados. Nuevas técnicas criminalistas. Fax: 2236728.

– Me he permitido añadir lo de nuevas técnicas criminalistas porque las tres palabras son indispensables para vender nuestro producto. Nuevas, técnicas, criminalistas. Son tres palabras en sí mismas prestigiosas.

– No veo claro lo de criminalistas. A la gente no le gustará venir a pedir la ayuda de criminalistas, se parece demasiado a criminales.

– La gente ya sabe que un criminalista es un científico sobre crímenes, no un criminal.

Quedaron los dos a la espera de que el fax funcionara, y, como permanecía hermético el animal, Biscúter se fue a la cocinilla a preparar la comida: espaguetis a la genovesa y blanquette de cordero al curry, añadiendo mientras guisaba una complicada explicación sobre la denominación a la genovesa que había leído en un diario: es como un pesto, pero con el añadido de verdura, judía tierna sobre todo e incluso patata, y, en cuanto a la blanquette al curry, es una blanquette con una cucharadita de curry, pero utilizando el aceite como grasa y no la mantequilla. Cocina mediterránea, concretó Biscúter, y Carvalho puso en su colección de sorpresas las sabidurías dietéticas de su colaborador. Incluso es posible que Biscúter tenga memoria, pensó, y se lo preguntó:

– Biscúter, ¿tienes memoria?

– Todo el mundo tiene memoria. Cada cual rumia su memoria, y hay personas que se pasan el día hablando de ella, pero la mayor parte la rumian, ¿me explico, jefe? Es como una comida que vuelve a la boca porque no ha sido bien masticada.

– Es una versión pesimista de la memoria.

– No tengo otra. Prefiero pensar en el futuro.

No le preguntó si tenía futuro porque le pareció casi insultante hacerlo, ni retuvo en los ojos interiores la impresión fugaz, interesadamente fugaz, de que Biscúter se hacía viejo. ¿Qué edad tenía Biscúter? ¿Quién era Biscúter? ¿Cómo se llamaba realmente Biscúter? ¿Cómo saberlo sin preguntárselo? Los espaguetis a la genovesa o a lo que fueran estaban buenos, sabían a comida casera, antiteológica, si se considera que la alimentación tiene su teología de la alimentación, que prohíbe, por ejemplo, la mezcla de la pasta con las patatas cocidas con la verdura. Una sola vaina de judía tierna aislada sobre el lecho del pesto ligero le recordó cenas de infancia y a por el recuerdo se iba cuando de pronto sonó el teléfono y Biscúter contuvo con un gesto la intención de tomar el auricular, mientras con un dedo sobre los labios imponía silencio. Había callado el teléfono, pero del nuevo aparato emergieron sonidos de preparación para un indeterminable despegue y una hoja de papel empezó a salir por una hendidura, primero alumbrada tímidamente, luego deseosa de terminar cuanto antes el parto. Una hoja. Sólo una hoja. Silencio. Biscúter toma la iniciativa de segarla y, sin leer el contenido, se la tiende a Carvalho.


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