Regresemos a la autocuración: el primer paso no tiene fin. Póngalo en práctica en Beta, Alíalo Theta. Vívalo. Si siente que se le escapa durante el día, junte sus tres dedos por un instante para reforzar la idea en forma instantánea.

Muchos de nuestros centros de Control Mental publican boletines noticiosos para sus graduados. Estos están repletos de informes procedentes de graduados que hablan sobre lo que Control Mental ha hecho por ellos. Las narraciones sobre la manera en la que controlan dolores de cabeza, asma, fatiga y presión arterial elevada son demasiado numerosas para contarlas.

Aquí tenemos una, que elijo porque el autor es médico de profesión.

Desde que tenía aproximadamente once años de edad padecí jaquecas de migraña. Al principio se producían ocasionalmente y se podían controlar, pero conforme yo crecía las jaquecas empeoraban y finalmente empecé a padecer "jaquecas múltiples" que duraban tres o cuatro días, con un intervalo de solo dos días entre cada ataque. Una migraña verdaderamente intensa es desoladora… por lo general afecta a un lado de la cara y la cabeza. Se siente como si los ojos estuvieran siendo empujados de sus órbitas. Parece como si nos apretaran con una prensa y el estómago nos da volteretas. En ocasiones el ataque se alivia por medio una preparación específica, una droga vasoconstrictora, misma que se tiene que tomar al principio, mientras el dolor es todavía tolerable. Una vez que el dolor ha progresado durante algún tiempo nada lo aliviará excepto el paso del tiempo. Yo estaba llegando al punto en el que tenía que tomar la preparación cada cuatro horas, e incluso así el alivio solo era parcial.

Así que acudí a un especialista en dolores de cabeza, quien me practicó un examen completo para asegurarse de que yo no tuviera ninguna anormalidad física o neurológica. Me dio consejos y un tratamiento que yo ya había estado poniendo en práctica; los dolores continuaron.

Una de mis pacientes era graduada de Control Mental, y a lo largo de un año aproximadamente me había estado sugiriendo que fuera con ella a Control Mental. Yo siempre le decía que no creía en esas tonterías. Entonces un día la atendí cuando me encontraba en el cuarto día, aproximadamente, de un dolor de cabeza, y debo de haber tenido un color verdoso porque ella me dijo: "¿No es hora ya de que tome el curso de Control Mental? La semana entrante se inicia un nuevo curso…, ¿por qué no viene conmigo?"

Me inscribí en el curso, y asistí fielmente todas las noches, y en efecto, no tuve una sola jaqueca esa semana. Pero una semana después de que terminé el curso me desperté con un terrible dolor de cabeza y tuve una oportunidad para comprobar si mi programación daría resultado. Hice un ciclo de relajamiento y salí… desapareció el dolor de cabeza… me sentía maravillosamente. ¡Era un milagro! Cinco segundos más tarde volvió el dolor de cabeza, esta vez más intenso. No me di por vencido, así que hice otro ciclo, y el dolor de cabeza desapareció momentáneamente, pero después volvió. Tuve que atravesar por unos diez ciclos, pero no cejé y no tomé la medicina para las jaquecas de migraña. Me dije que lo lograría y la jaqueca finalmente se me quitó.

Durante un tiempo no tuve dolores de cabeza, pero esporádicos alrededor de tres meses después de esto, pero ni siquiera tuve que tomar una aspirina. Desde que tomé el curso de Control Mental no he tomado una sola aspirina. ¡Realmente funciona!

Aquí tenemos otro informe, procedente de una monja, la hermana Bárbara Burns de Detroit, Michigan. Escogí este caso porque la hermana Bárbara ha hecho un uso ingenioso de sus propios mecanismos activadores.

Durante veintisiete años había usado anteojos porque padecía de astigmatismo miópico. Conforme iba aumentando su miopía, se aumentaba la graduación de sus anteojos, cosa que reducía la agudeza respecto a la distancia. Antes de que mejorara su vista fue necesario que empezara a usar bifocales. Entonces, en julio de 1974, decidió usar Control Mental. En estado profundo de meditación se dijo a sí misma: "Cada vez que parpadee, mis ojos se ajustarán adecuadamente al foco, como la lente de una cámara". Durante cada sesión de meditación ella repetía esto, y al cabo de dos semanas empezó a ver sin anteojos, aunque todavía los necesitaba para leer. Consultó al doctor Richard Wlodyga, un optometrista (y graduado de Control Mental), que le dijo que tenía la córnea ligeramente deformada. La hermana Bárbara insertó la corrección de la córnea en sus sesiones de., meditación a lo largo del intervalo de unas cuantas semanas antes de presentarse a otro examen con el doctor Wlodyga.

A continuación tenemos un fragmento de una carta que nos escribió el doctor Wlodyga, a instancias de la hermana Bárbara:

Examiné a la hermana Bárbara por vez primera el 20 de agosto de 1974…

Volví a examinarla el 26 de agosto de 1975. No había usado anteojos durante un año…

[La] paciente ha tenido una reducción en la proporción de miopía manifiesta hasta un nivel en el que los anteojos se han vuelto innecesarios.

Desde luego, el médico con jaquecas y la hermana Bárbara Burns no padecían "enfermedades terribles" del tipo de las que nos enseñan a temer. ¿Puede ayudar el Control Mental en el caso de que una de estas enfermedades nos llegara a aquejar, o es preciso que nos limitemos a tomar nuestras medicinas y esperar a que transcurra el tiempo? Vamos a dar un vistazo a la que es probablemente la enfermedad más temible de todas: el cáncer.

Puede ser que usted haya leído algo acerca de la labor del doctor O. Cari Simonton, especialista en cáncer. Marilyn Ferguson describió parte de su obra en su reciente libro titulado The Brain Revolution, y en el número de enero de 1976 de la revista Prevention Magazine se publicó un artículo acerca de él, titulado Mind Over Cáncer, por Grace Halsell. El doctor Simonton, que recibió entrenamiento en las técnicas de Control Mental, ha adaptado con éxito algunas de estas técnicas al tratamiento de sus pacientes.

Cuando él estaba a cargo de la terapia de radiación en Travis Air Force Base, cerca de San Francisco, estudió un fenómeno extraño, aunque muy conocido: los casos de personas que, sin razón alguna aparente para la medicina, se recuperan del cáncer. Estos casos se conocen como "remisiones espontáneas", y constituyen un porcentaje sumamente reducido de todos los pacientes de cáncer. Si pudiéramos descubrir la causa por la cual se recuperan estos pacientes, razonó el doctor Simonton, tal vez podríamos encontrar una manera de provocar las remisiones..

Descubrió que estos pacientes tenían algo muy importante en común: con frecuencia eran individuos positivos, optimistas y decididos. En un discurso pronunciado ante la Convención de Control Mental realizada en Boston en 1974, él dijo:

El factor emocional más importante identificado por los investigadores en el desarrollo del cáncer en general, es una pérdida significativa, de seis a dieciocho meses antes del diagnóstico de esta enfermedad.

Esto se ha demostrado en varios estudios a largo plazo realizados por investigadores independientes con grupos experimentales… Observamos que no es solo esa pérdida la que constituye un factor significativo, sino que es la manera en la que el individuo reacciona ante dicha pérdida.

La pérdida tiene que ser lo suficientemente seria para provocar una sensación de desamparo y desesperanza que

persiste en el paciente. De esta manera, parecería que su resistencia fundamental disminuye, cosa que permite que la malignidad se desarrolle clínicamente.

En otro estudio realizado en Travis Air Force Base, y sobre el cual se informó en la revista Journal of Transpersonal Psy-chology, el doctor Simonton clasificó las actitudes de 152 pacientes de cáncer en cinco categorías que iban desde intensamente negativa hasta intensamente positiva. Después clasificó sus reacciones a la terapia desde excelente hasta deficiente. Para 20 de estos pacientes, los resultados de su tratamiento fueron excelentes, si bien la condición de 14 de ellos era tan seria que habrían tenido una oportunidad menor al cincuenta por ciento de vivir cinco años. Lo que inclinó la balanza a su favor fue su actitud positiva. En el otro extremo de la escala, de los 22 que mostraron resultados deficientes del tratamiento, ninguno de ellos manifestó esta actitud positiva.


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