– Esperaré, también.
– Deberíamos limpiar este lío, -dijo la Abuela.
– Mañana, -le dijo mi madre, llevando una silla del comedor a la sala de estar, sentándose frente a Mary Alice y Angie-. Voy a esperar a Santa.
Así que nos sentamos y esperamos a Santa. Pusimos la televisión pero realmente no la miramos. Esperábamos escuchar pasos en el techo. Esperábamos entrever a un reno volando por delante de la ventana. Esperando que ocurriera algo mágico.
El reloj tocó las doce y oí que llegaban coches y se abrían y cerraban puertas. Y oí voces, acallando un animado balbuceo. Hubo un golpe en la puerta principal y nos levantamos de un salto. Abrí la puerta y no me sorprendió demasiado ver a Sandy Claws. Él estaba vestido con un elegante traje rojo con una corbata roja de Navidad. Sostenía una caja, toda envuelta en papel brillante y atada con una cinta dorada. Detrás de él se retorcía una legión de elfos. ¿(Quién era yo para decir si eran falsos o verdaderos?) Todos portando regalos. Randy Briggs estaba entre ellos.
– Diesel me dijo que necesitabas un poco de ayuda con la Navidad, -me dijo Claws.
– ¿Está bien?
– Está perfecto. Diesel siempre está bien. Devolvió a Ring a Casa.
– ¿Cómo pudo hacerlo? ¿Cómo pudo sortear la energía?
– Diesel tiene formas.
– Apuesto que los acosan, ¿cierto? -dijo Kloughn a un par de elfos-. Apuesto que podrían aprovechar a un buen abogado. Permítanme darles mi tarjeta.
Mi madre se lanzó a la cocina y volvió con bandejas de galletas y pastel de frutas. Mi padre sacó algunas cervezas. La Abuela observó a Claws.
– Él es una monada, -me dijo-. ¿Sabes si está ocupado?
La fiesta duró hasta que todos los regalos fueron abiertos, la última galleta comida, y la última cerveza bebida. Los elfos se despidieron y volvieron a sus coches. Sandy Claws y Briggs se quedaron con una última caja. Era la caja con la cinta dorada, y Claws se la dio a Mary Alice.
– Lo hice yo mismo, -dijo-. Sólo para ti. Guárdalo siempre. Es un regalo especial para una persona muy especial.
Mary Alice abrió la caja y miró dentro.
– Es hermoso, -dijo.
Era un caballo. Tallado en madera de cereza.
Mary Alice lo sostuvo en su mano.
– Está tibio, -dijo.
Toqué al caballo. Se sentía frío a mi contacto. Levanté las cejas en pregunta a Sandor.
– Un presente especial para una persona especial, -me dijo él.
– ¿Una persona especial con habilidades especiales?
Él sonrió.
– Hay signos.
Le devolví la sonrisa.
– La veré en el tribunal, -dijo él.
Desperté al amanecer y suavemente me aparté de Morelli. Crucé mi apartamento a oscuras hasta la cocina. El árbol del centro comercial estaba encendido con brillantes luces diminutas, y Diesel estaba apoyado contra el mostrador.
– ¿Es un adiós? -Le pregunté.
– Hasta la próxima vez. -Tomó mi mano y besó mi palma-. Fue una buena Navidad, -dijo-. Te veré por ahí, bonita.
– Te veré por ahí, -dije, pero él ya se había ido.
Y él estaba totalmente en lo cierto, pensé. Fue una Navidad muy buena.