Hallie le echó una mirada furibunda.

Más preparados no podían estar.

Jasmine Tey era una pequeña mariposa asiática con unos grandes ojos que sólo parecían ver a Nick. Los recibió a la puerta, exquisitamente ataviado con un vestido de tirantes color verde jade. La melena negra y lisa por la cintura la llevaba retirada de la cara con un precioso pasador de bambú que enfatizaba tanto la belleza de su rostro como su bonito cabello, dándole un aspecto joven y fresco.

—¡Nick! Bienvenido —exclamó Jasmine—. Mi padre quería estar aquí para recibiros, pero no ha podido salir antes de la oficina.

Se pegó a Nick para darle un beso que parecía prometer mucho, pero sin embargo consiguió mantenerse dentro de los límites de la propiedad.

Hallie sonrió y se aclaró la voz.

—Jasmine —dijo Nick mientras retiraba a un lado a Jasmine con delicadeza pero con gesto firme—. Me gustaría presentarte a Hallie, mi esposa.

—Hola —dijo Jasmine en tono mucho menos animado del que había utilizado para dirigirse a Nick, pero ofreciéndole de todos modos una leve sonrisa—. Nick no nos dijo nada de ti hasta el final de su última visita. Tristemente pensé que estaba disponible e hice el ridículo con él —su franqueza desarmaba, pero la mirada de adoración que le echó a Nick, no.

El chófer, que había avanzado detrás de ellos con las maletas en la mano, le habló a Jasmine en su idioma, pero en tono bajo.

—Kai cree que todavía estoy haciendo el ridículo.

—Ah, a mí me parece que lo estás haciendo bien —dijo Hallie, que miró a Kai con especulación antes de volverse de nuevo hacia Jasmine—. Créeme, la primera vez que conocí a Nick me olvidé hasta de mi nombre. Y hoy en el vuelo había una mujer que —Hallie volteó los ojos—. Bueno, que prácticamente se cayó encima de él para llamar la atención. Imagínate.

Una leve sonrisa se dibujó en los labios de la chica. Parecía que podía sonreír.

—Pero no lo culpo —dijo Hallie, refiriéndose a Nick y animándose con el tema—. Él no puede evitar el efecto que nos causa. Por supuesto, no tiene por qué disfrutar de ello tanto como disfruta.

—Pero, cariño

—¡Ni cariño, ni nada! —él le había pedido que se mostrara posesiva y celosa y ella estaba dispuesta a mostrarse de las dos maneras—. ¡Ya he tenido suficiente por un día con tantas mujeres cayendo rendidas a tus pies! —sonrió a Jasmine—. Intento por todos los medios no ponerme celosa, pero a veces no puedo evitarlo. ¿Qué puedo hacer?

—Podrías intentar confiar en mí —dijo Nick en tono seco, muy seco, mientras inclinaba la cabeza y le posaba los labios sobre los suyos para besarla con delicadeza.

Estaban en un sitio público, haciendo aquello para beneficio de Jasmine. Estaban haciendo un teatro, eso era todo. Pero la callada intensidad de su mirada le aceleró el pulso y su cuerpo deseó más. De haber estado casada de verdad con ese hombre, querría llevárselo a la cama inmediatamente. Él podría enseñarle con su cuerpo y con sus ojos lo mucho que la amaba. No a la coqueta del vuelo de ese día, ni a ninguna de las mujeres que trataban de llamar su atención, sino a ella. Estaba excitada, sudorosa, verdaderamente excitada y sin duda roja como un tomate.

—Esto ¿hay un sitio donde pueda asearme un poco? —preguntó Hallie para disimular.

—Pues claro —dijo Jasmine—. Venid, os enseñaré vuestra suite. También tengo un refrigerio preparado por si os apetece cenar conmigo dentro de un rato en la terraza. No sabía si tendríais hambre o no, de modo que hay un poco de todo.

De pronto Jasmine era tan joven como los dieciocho años que tenía, una dulce niña haciendo de anfitriona por su padre y tratando de hacerlo lo mejor posible. Hallie se identificaba con ella.

—Estupendo —dijo Hallie con una sonrisa cariñosa.

Nick le puso la mano en la cintura cuando echaron a andar detrás de Jasmine, que los conducía hacia su suite; el calor de su mano traspasó la seda de su camisola. Cuando llegaron a su dormitorio, el roce de su mano entre sus omoplatos era como una caricia leve y su cuerpo vibraba entre un mar de sensaciones.

—Bien, muchas gracias —le dijo a Jasmine—. Nos encontraremos en la terraza en

—Media hora —murmuró Nick con ese tono de voz, justo antes de cerrar la puerta.

—¡Caramba! —suspiró Hallie, casi sin aliento mientras se dirigía a la ventana, sobre todo para poner tierra de por medio con Nick, más que para contemplar las vistas.

Sin embargo las vistas eran magníficas, tenía que reconocerlo. El garaje de tres plazas y el bonito y cuidado jardín de tos Tey se extendía bajo su ventana y más allá de los muros se apreciaban otras viviendas de lujo que sólo los extremadamente ricos podían permitirse. Bajando la cuesta, las mansiones y los bloques de apartamentos daban paso gradualmente a los rascacielos y la locura de las luces de neón del distrito comercial del centro de la ciudad. Más allá se extendían las brillantes aguas de Victoria Harbour y más allá de eso, más rascacielos, los de Kowloon.

—¡Vaya! —suspiró con asombro.

—Quita la respiración., ¿verdad? —le dijo Nick, que cruzó la sala y se acercó a ella—. ¿Cómo te parece que ha ido con Jasmine?

—Creo que lo ha entendido —dijo Hallie.

—¿No crees que ha sido demasiado sutil? —preguntó él.

—Nosotros las mujeres somos criaturas de lo más sutiles.

Nick no parecía enteramente convencido.

—Creo que necesitamos más.

—¿Más qué? ¿Más escenas de celos? Mira, estoy tratando de apoyarte, pero en mi opinión no creo que lo que quieras es que Jasmine piense que necesitas que alguien te rescate de los brazos de una esposa extremadamente posesiva.

—No más celos, sino más contacto físico.

—¡Ah!

Le echó un brazo a la cintura para estrecharla contra su cuerpo.

—Así.

«Así» era lo suficiente para que se le derritieran todos los huesos del cuerpo. Hallie le puso las manos en el pecho para intentar apartarse un poco de él, a pesar de que la parte inferior de su cuerpo la traicionara al pegarse a él.

—Kai nos está observando —murmuró ella.

Estaba abriendo la puerta del lado del conductor del Mercedes, tal vez para ir a buscar a John Tey pero mientras los estaba mirando a ellos.

—Lo sé.

Nick se estaba excitando mientras hablaban y no trató de disimular su estado cuando apartó la mano de la cintura de Hallie y se la deslizó hacia la parte alta del trasero para apretarla un poco más contra su cuerpo.

—Pervertido —le dijo en tono ligero.

—Tal vez no sea el público —sus labios sonreían—. Podrías ser tú.

Ella le deslizó las manos sobre los hombros, deleitándose con el tacto de su cuerpo a través de la camisa, con el olor a almizcle de su piel.

—¿Quieres decir que no lo sabes?

—No. Y no me queda suficiente sangre en el cerebro para adivinarlo.

—Tal vez sean ambas cosas —dijo ella con un hilo de voz.

—Ahora sí que estás tratando de liarme.

—En realidad, trato de distraerte.

—Inténtalo un poco más —le dijo él mientras le acercaba los labios al cuello.

El roce de sus labios le provocó un estremecimiento de placer. Una charada, eso era todo, pero de todos modos ladeó la cabeza para dejarle que lo hiciera mejor; y emitió un gemido entrecortado cuando al calor de sus labios siguió la punta de la lengua que provocaba y saboreaba su cuello.

Aquello era una locura, pensaba ella mientras le hundía las manos en los cabellos y le exigía más. Una locura total, cuando Nick le agarró del trasero y se pegó a ella mientras sus labios le dejaban un rastro de besos en el hombro, en la clavícula, en el nacimiento de los pechos Y a Hallie le faltó muy poco para ponerse a gemir cuando él encontró con su lengua la cumbre de su pecho a través de las finas capas de seda; y muy poco para gritar cuando él empezó a utilizar los dientes y la lengua.

—Nick.

Él había encontrado el cierre de sus pantalones y el roce de sus dedos en la cintura le provocaron temblores ardientes de pura sensación.


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