Florian se había quedado quieto en la puerta de la sección de los hombres, portándose como un azi, lo cual significaba que también él estaba muerto de risa, porque Florian no tenía que practicar para reírse. Lo hacía. Lo que le costaba era no hacerlo y evitar que todos se dieran cuenta de lo que estaba haciendo Catlin.
Las cosas estaban mucho mejor en Novgorod y había mucha menos presión. Ari se dio cuenta de eso. Giraud dijo que pensaba que ahora iba a haber un mercado para las cintas sobre animales que la gente no podía tener, que era realmente una buena idea, y que obtener doscientos cincuenta créditos por un guppy de moda significaba que había un mercado para muchas cosas, y a la mierda si iban a ceder la concesión, y tal vez había un mercado para los koi también, y la gente que había comprado peceras y sistemas de filtros por encargo especial para Reseune y sus laboratorios de investigación tal vez iban a querer invertir en toda una nueva división de productos.
—Así es como funciona —dijo él—. Todo está relacionado.
Había mineros que vivían en pequeñas burbujas marrones en medio del desierto y se gastaban fortunas en peceras para guppies, especialmente los que tenían colores brillantes y compraban algas verdes, muy verdes, porque les gustaban los colores y el sonido del agua, allí donde no había nada excepto paisaje rosado y azul acero. En Reseune, la gente decía que era el contacto con un ecosistema amistoso, y que era bueno para la gente: los mineros juraban que el aire que salía de los tanques hacía más saludable el entorno. Reseune afirmaba que se debía a que la gente se sentía más saludable y les daba un sentido de relación con todo lo que era verde y brillante en la Tierra.
Giraud decía solamente que eso significaba dinero, y que tal vez podía buscar en los bancos genéticos y en las historias para ver si había algo más que se pudiera vender.
Mientras tanto, no venía mal que la gente pensara en ella como la niña que ponía todo eso al alcance de todos.
Ese era Giraud, cierto. Pero ella estaba haciendo lo mismo cuando aprendía a sonreír para las cámaras. Había conocido a la canciller de Información, Catherine Lao, que llevaba una corona de trenzas y era rubia como Catlin, pero que tenía unos cien años, y la canciller Lao había sido amiga de Ari senior y estaba muy contenta de ver cómo estaba creciendo, había dicho la canciller, muy contenta de verla con tan buen aspecto.
Ari intentaba que la gente no le cayera bien de entrada: era peligroso, porque impedía apreciar aspectos que debería ver. Ari senior le había dicho eso, pero estaba relacionado con algo que ella ya sabía en su interior. De todos modos, la canciller Lao le gustaba mucho; ya que se mostraba más amistosa con ella que con Giraud, a pesar de que trataba de ocultarlo; eso era un contraste que Ari podía tener en cuenta y hacía que todos fueran más fáciles de captar, y la hacía pensar que la canciller Lao era alguien que tal vez llegaría a apreciar mucho.
No le molestaba que la canciller Lao fuera canciller de Información, es decir, de toda la red de noticias, entre otras cosas, y de las bibliotecas y las publicaciones y la educación estatal.
Estaba el almirante Gorodin, que era de Defensa, y Defensa había protegido sus posesiones de la gente; era muy distinto de Lao, a medio camino con respecto a muchas cosas, ni amistoso ni agresivo, pero sí muy interesado y algo así como nervioso con Giraud, pero se acercaba a ella como si la conociera desde hacía mucho tiempo.
Hasta había conocido a Mikhail Corain, que era el Enemigo, y lo había saludado y él había tratado de portarse bien. Estaban en el Salón del Estado, ante todas las cámaras. El canciller Corain parecía sufrir indigestión, pero dijo que tenía una hija de la edad de Ari y que esperaba que disfrutara de su viaje a Novgorod, ¿quería ser canciller en el futuro?
Eso estaba muy cerca de las ideas que Ari tenía y que no pensaba contar ni a Giraud ni a Denys, así que respondió que no lo sabía, que de momento estaba ocupada con el trabajo que le daban en la escuela y eso hizo que los periodistas se rieran e hizo reír a Corain, una risa como la de Catlin haciendo de Maddy, y después el canciller retrocedió y dijo que iba a ser mejor que el mundo fuera con cuidado.
Y él también, pensó ella, un poco preocupada porque las últimas palabras habían sido un poco desagradables y deseaba haber pensado en algo bien rápido para Atraparlo frente a las cámaras. Pero ignoraba lo que estaba pasando y no sabía de qué hablaba él,y el tío Giraud había dicho que lo que había hecho estaba bien, así que ella suponía que era cierto.
Y después el vuelo en avión, y el aterrizaje en Reseune; y los periodistas que la esperaban en el aeropuerto, así que Amy y Tommy salieron en el vídeo. Ella sonrió para las cámaras, no tenían que hacerle una entrevista, solamente querían unas fotos, así que las tomaron y después la gente de las cámaras guardó todo el equipo para tomar su vuelo de LINEAS AÉREAS RESEUNE de vuelta a Svetlansk, donde tenían que informar acerca de un gran escamado que había atravesado un conducto de petróleo. A ella le habría gustado verlo, quería ir, pero el tío Giraud dijo que había faltado ya demasiado a las clases y que tenía que ir a ocuparse de su potranca.
—¿Está bien? —le preguntó ella, asustada.
—Bueno, yo no lo sé —dijo el tío Giraud. La Trabajaba, no había duda de eso. Pero era para algo bueno—. Hace una semana que no te preocupas de ella.
No esperó el equipaje. Tomó el autobús con el tío Giraud, Florian, Catlin, Amy y también Tommy; y ni siquiera fueron a casa, primero pasaron por el laboratorio.
La potranca estaba bien, dijo el laboratorio: pero el supervisor le dio todo un paquete de fichas y dijo que tenía que ponerse al día.
Era una trampa. Miró a la potranca en el monitor; se parecía cada vez menos a una persona y cada vez más a un caballo. Le pareció excitante.
Resultaba excitante ir a la oficina de Denys y conseguir permiso para llevar a Amy y a Tommy a casa, porque ahora tendrían allí su equipaje y quería darles sus regalos.
—No desordenes las cosas —dijo el tío Denys, porque Nelly estaba trabajando con bebés durante el día y volvía solamente por las noches; y eso quería decir que Seely, Florian y Catlin tenían que encargarse de gran parte de la limpieza. No le importaba mucho lo que hiciera Seely, pero sí le importaba lo de Florian y Catlin, así que tuvo mucho cuidado—. Dame un abrazo —dijo el tío Denys—, y pórtate bien.
Se había olvidado de comprar un regalo para el tío Denys. Estaba avergonzada. Hizo una nota para pedir algo a la tienda de exquisiteces en el Ala Norte y lo cargó a su propia tarjeta porque tenía una asignación.
Algo como un kilo de café. Eso le iba a gustar y no le importaría que no viniera de Novgorod.
Además, tenía que comprar algo de eso para ella también.
Así que pidió a Base Uno que lo comprara y lo mandara a la oficina del tío cuando fuera ella, tan fácil como hablar al Cuidador.
Amy y Tommy estaban muy impresionados.
Estaban muy contentos con sus regalos. Ella los llevó a su habitación y no les enseñó las otras cosas, no está bien presumir de lo que uno tiene y los demás no, habría dicho el tío Denys.
El tío Denys tenía razón. Y era inteligente.
A Tommy le encantó el pullóver. Lo admiró un buen rato.
Amy dudó un poco frente a la cajita, como si pensara que una cajita tan pequeña no iba a ser tan espléndida como un regalo grande, hasta que la abrió.
—Es verdadero —le comentó Ari, sobre el broche. Y la cara de Amy se iluminó toda. Amy no era bonita. Iba a ser alta y delgada y de cara larga, y tenía que tomar cinta para no encorvarse, pero por un instante pareció hermosa. Y se sintió hermosa, supuso Ari, y eso provocaba la diferencia.
Deseó que Amy tuviera la misma asignación que ella para comprar cosas bonitas.