—Antes de la internación, Ezequiel me pidió que te diera esto. Y me dio un video

casete. Era Blade Runner.

—He visto cosas que ustedes no creerían. Naves de ataque ardiendo sobre el hombro de

Orion.

Rayos "C" brillando en la oscuridad cerca de Tannhauser.

Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de

morir.

—No sé por qué me salvó la vida. Quizás en los últimos momentos amó la vida más que

nunca. No sólo la suya, la de cualquiera... la mía. Buscaba las mismas respuestas que

buscamos todos. ¿De dónde vengo? ¿Adónde voy? ¿Cuánto tiempo tengo? Y sólo pude

verlo morir.

XLII

Ya amaneció, pasé toda la noche en vela.

Acaba de venir mi madre para avisarme que ya están listos para ir al aeropuerto.

Recién terminé de afinar el chelo por última vez, nunca aprendí a tocarlo, ni lo intenté.

Pero, tanto en tanto, lo saco de su estuche, lo limpio y lo afino.

Mi padre me grita que vamos a perder el vuelo. No importa, hay tiempo. Él es de los

que llegan, por las dudas, dos horas antes del embarque al aeropuerto.

Natalia va a estar en Ezeiza para despedirme. Irá a verme en dos meses. Nada me

gustaría más

.XLIII

Ayer volví, después de tantos años, al río.

El agua, las piedras, los árboles, el viento, son los mismos.

Yo ya no soy el mismo.

Ya no me pregunto cómo será mi destino.

Le debo a Ezequiel el haberme enseñado que la vida no es más que eso: Asomar la

cabeza, para ver qué pasa afuera, aunque haya tormenta. Y una Suite de Bach.


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