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El cumpleaсos del emperador era una festividad tradicional de Barrayar, y se celebraba con banquetes, bailes, bebida, desfiles de veteranos y una cantidad increнble de fuegos artificiales, sobre los cuales al parecer no habнa ninguna reglamentaciуn. Serнa un dнa perfecto para realizar un ataque sorpresa sobre la capital, decidiу Cordelia; una descarga de artillerнa pasarнa desapercibida durante un buen rato en medio del estruendo general. El jolgorio comenzу al atardecer.

Los guardias, siempre listos para saltar ante cualquier ruido fuerte, parecнan muy nerviosos, con excepciуn de un par de sujetos mбs jуvenes que intentaron celebrar la fiesta con unos petardos propios dentro de la casa. El jefe de la guardia los llamу aparte y mucho mбs tarde aparecieron de nuevo pбlidos y acobardados. Luego Cordelia los vio acarreando basura bajo las уrdenes de una irуnica criada, mientras una ayudante de cocina y la segunda cocinera salнan alegremente de la casa con un inesperado dнa libre. El cumpleaсos del emperador era una fiesta movible. El entusiasmo de los barrayareses no parecнa afectado por el hecho de que, debido a la muerte de Ezar y la ascensiуn de Gregor, йsta era la segunda vez en el aсo en que se llevaba a cabo la celebraciуn.

Cordelia habнa rechazado la invitaciуn para asistir a una importante revista militar con Aral, decidida a dedicar la maсana a descansar y asн mantenerse fresca para la fiesta de la noche. Segъn le habнan explicado, йste era el acontecimiento del aсo… una cena en la Residencia Imperial para festejar el cumpleaсos del emperador. Tenнa muchos deseos de volver a ver a Kareen y a Gregor, aunque sуlo fuese unos momentos. Al menos estaba segura de que su atuendo serнa el apropiado. La seсora Vorpatril, quien tenнa un gusto excelente y conocнa la moda de Barrayar en ropas de maternidad, se habнa compadecido de la confusiуn de Cordelia y le habнa ofrecido sus servicios como guнa experta.

Como resultado, Cordelia se sentнa muy segura en su impecable vestido de seda verde, largo hasta el suelo, con un chaleco de terciopelo color marfil. Su cabello cobrizo habнa sido adornado con flores frescas por el peluquero que tambiйn le enviara Alys. Al igual que lo hacнan con sus eventos pъblicos, los barrayareses convertнan sus ropas en una especie de arte folclуrico, tan elaborado como la pintura corporal betanesa. Cordelia no pudo estar segura con la reacciуn de Aral — su rostro siempre se iluminaba cuando la veнa — pero a juzgar por las exclamaciones del personal femenino al servicio del conde Piotr, el efecto general habнa sido ampliamente satisfactorio.

Mientras aguardaba al pie de la escalera de caracol en el vestнbulo, Cordelia deslizу una mano sobre la seda verde que ocultaba su vientre. Poco mбs de tres meses de esfuerzo metabуlico, y lo ъnico que tenнa para mostrar era esa pequeсa hinchazуn… habнan ocurrido tantas cosas desde el verano, que le parecнa que su embarazo debнa progresar mбs rбpido. Silenciosamente y como un mantra, pronunciу unas palabras de aliento para su bebй. «Crece, crece, crece…» Al menos ahora, ademбs de sentirse completamente agotada, ya comenzaba a tener aspecto de embarazada. Por las noches Aral compartнa su fascinaciуn con los progresos, y ambos posaban la mano sobre su vientre tratando de percibir algъn movimiento a travйs de la piel.

Aral apareciу junto al teniente Koudelka. Ambos estaban reciйn baсados, afeitados, peinados y resplandecientes en el uniforme imperial rojo y azul. El conde Piotr se reuniу con ellos vestido con el uniforme que Cordelia le habнa visto en las sesiones del Consejo, en cafй y plateado, una versiуn mбs rutilante de las libreas de sus hombres. Los veinte guardias de Piotr tenнan alguna clase de exhibiciуn formal esa noche, y su jefe los habнa estado preparando meticulosamente durante toda la semana. Droushnakovi, quien acompaсaba a Cordelia, vestнa un traje sencillo tambiйn en verde y marfil, diseсado para permitir los movimientos rбpidos y ocultar las armas e intercomunicadores.

Despuйs de un momento en que todos se admiraron mutuamente, se dirigieron a los coches terrestres que aguardaban en el pуrtico. Aral ayudу a Cordelia a subir y retrocediу un paso. — Te verй allн, amor.

— їQuй? — Ella girу la cabeza -. Oh. Entonces, їese segundo vehнculo no es sуlo por el tamaсo del grupo?

La expresiуn de Aral fue momentбneamente tensa. — No… Me ha parecido prudente que a partir de ahora viajemos en vehнculos separados.

— Sн — dijo ella con voz dйbil -. Por supuesto. Йl asintiу con un gesto y se alejу. Ese maldito lugar les robaba otro pedazo de sus vidas, de sus corazones. Disponнan de tan poco tiempo para estar juntos, y ahora ni siquiera esos momentos…

Al parecer, esa noche el conde Piotr serнa el sustituto de Aral; el anciano se acomodу a su lado. Droushnakovi se sentу frente a ellos, y la cubierta se cerrу. El coche avanzу suavemente hacia la calle. Cordelia se volviу tratando de ver el vehнculo de Aral, pero йste los seguнa a demasiada distancia para resultar visible. Cordelia se enderezу y exhalу un suspiro.

El sol se ocultaba con un reflejo amarillo entre las nubes grises, y las luces comenzaban a encenderse en la frнa tarde otoсal, proporcionando un aire melancуlico a la ciudad. En las calles se llevaban a cabo animados festejos, y a Cordelia no le pareciу tan mala idea. Los celebrantes le recordaron a los primitivos hombres de la Tierra, golpeando cacerolas y disparando tiros para alejar a los dragones que devoraban a la luna eclipsada. Esta extraсa tristeza de otoсo era capaz de consumir a un alma desprevenida. Gregor habнa escogido un buen momento para cumplir aсos.

Las manos endurecidas de Piotr jugueteaban con una bolsa de seda oscura que lucнa el escudo de los Vorkosigan bordado en plata. Cordelia la observу con interйs.

— їQuй es eso?

Piotr esbozу una sonrisa y se la entregу. — Monedas de oro.

Mбs arte folclуrico; la bolsa y su contenido eran un placer para el tacto. Cordelia acariciу la seda, admirу el bordado y volcу en su mano unos pequeсos discos acuсados.

— Bonitos. — Cordelia recordу haber leнdo que durante la Era del Aislamiento, el oro habнa sido muy valioso en Barrayar. En su mente betanesa la palabra oro se asociaba a la idea de «un metal que en ocasiones resulta ъtil para la industria electrуnica», pero la gente mayor solнa teсirla de cierta mнstica -. ї Esto significa algo?

— ЎJa! Ya lo creo. Es el obsequio de cumpleaсos del emperador.

Cordelia imaginу al niсo de cinco aсos jugando con una bolsa de monedas. Ademбs de construir torres y tal vez practicar las cuentas, Gregor no podrнa hacer mucho mбs con ella. Esperaba que hubiese pasado la edad de meterse cualquier objeto en la boca, ya que esos pequeсos discos tenнan el tamaсo ideal para que el niсo los tragase.

— Estoy segura de que le gustarб — dijo sin mucha convicciуn.

Piotr emitiу una risita.

— No sabes quй estб ocurriendo, їverdad?

Cordelia suspirу.

— Como de costumbre. Dйme una pista.

Se reclinу en el asiento con una sonrisa. Piotr siempre parecнa entusiasmado con la tarea de explicarle Barrayar. Cada vez que descubrнa un nuevo terreno en el cual ella era ignorante, se mostraba encantado de suministrarle informaciуn y opiniуn. Cordelia tenнa la sensaciуn de que podrнa disertar veinte aсos seguidos y nunca se quedarнa sin tema.

— El cumpleaсos del emperador es el fin tradicional del aсo fiscal, para cada distrito regido por un conde en relaciуn con el gobierno imperial. En otras palabras, es dнa de impuestos, aunque… los Vor no estamos gravados. Esto implicarнa una relaciуn demasiado subordinada con el imperio, y por eso entregamos un obsequio al emperador.

— Ah… — dijo Cordelia -. Pero en un aсo todo este lugar no le produce sesenta pequeсas bolsas de oro, seсor.

— Por supuesto que no. Los verdaderos fondos fueron transferidos automбticamente esta maсana, de Hassadar a Vorbarr Sultana. El oro es sуlo simbуlico.

Cordelia frunciу el ceсo.

— Espere. їEso no se ha hecho ya este aсo?

— En primavera, con Ezar. Pero hemos tenido que cambiar la fecha de nuestro aсo fiscal.

— їSu economнa no se ve afectada por ello?

Йl se alzу de hombros.

— Nos las arreglamos. — Piotr sonriу y de pronto dijo -: їDe dуnde crees que proviene la palabra «conde»?

— De la Tierra, supongo. Es un tйrmino preatуmico, latнn tardнo en realidad, que designaba a un noble que regнa un condado. O tal vez «condado» provenga de «conde».

— En Barrayar, es una variaciуn del tйrmino «contable». Los primeros condes fueron los recaudadores de impuestos de Voradar Tau… un autйntico bandido; deberнas leer sobre йl alguna vez.

— ЎPues yo creнa que era un grado militar!

— Oh, la parte militar llegу inmediatamente despuйs, la primera vez que esos estъpidos trataron de extorsionar a quien no quiso contribuir. El grado adquiriу mбs encanto con el tiempo.

— No lo sabнa. — De pronto Cordelia lo mirу con desconfianza -. No se estarб burlando de mн, їverdad seсor?

Йl extendiу las manos a modo de negaciуn. Cuнdate de hacer conjeturas, se dijo Cordelia divertida.

Llegaron a la gran entrada de la Residencia Imperial. Esa noche el ambiente era muy distinto al que Cordelia viera en sus visitas anteriores, cuando Ezar agonizaba o cuando se realizaron las ceremonias fъnebres. Unas luces de colores hacнan resaltar los detalles en los muros de piedra. Los jardines y las fuentes brillaban. Habнa gente bien vestida por los jardines, en los salones formales del ala norte y en las terrazas. Habнa muchos mбs guardias uniformados que de costumbre, y el vehнculo fue sometido a un riguroso registro. Cordelia tuvo la sensaciуn de que esta fiesta serнa mucho menos animada que las que habнan visto en las calles.

El coche de Aral se detuvo detrбs del de ellos en un pуrtico, y al fin Cordelia pudo volver a coger el brazo de su esposo. Йl la mirу con una sonrisa de orgullo, y en un momento relativamente нntimo posу los labios sobre su nuca mientras aspiraba las flores que le perfumaban el cabello. Ella le apretу la mano en secreto a modo de respuesta. Juntos cruzaron el umbral y avanzaron por un pasillo. Un mayordomo con la librea de la casa Vorbarra los anunciу en voz alta, y por un momento a Cordelia le pareciу que miles de ojos barrayareses de la clase Vor se clavaban en ellos. En realidad sуlo habнa unas doscientas personas en el salуn. La experiencia no fue tan horrible despuйs de todo; peor hubiese sido que le apuntaran a la cabeza con un disruptor nervioso con la carga completa. La gente los rodeу intercambiando saludos de cortesнa.


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