Ъltima oportunidad de suspender todo el asunto. Una tenue llovizna habнa anticipado el atardecer en la ciudad. A travйs de la ventana sucia, Cordelia observу la ciudad hъmeda, alumbrada por unas pocas luces rodeadas de un halo ambarino. Tambiйn eran pocas las personas que transitaban por la calle, envueltas en sus abrigos y con las cabezas gachas. Era como si la guerra y el invierno hubiesen aspirado el ъltimo hбlito del otoсo, exhalando un silencio mortal. Valor, se dijo Cordelia enderezando la espalda, y condujo a su pequeсo grupo escaleras abajo.
La recepciуn se encontraba desierta. Cordelia estaba a punto de decidir olvidar las formalidades y marcharse — despuйs de todo, habнan pagado por adelantado — cuando el posadero entrу de la calle como una tromba, lanzando maldiciones mientras sacudнa la lluvia frнa de su chaqueta. El hombre vio a Bothari.
— ЎTъ! Todo es culpa tuya, campesino desgraciado. Lo perdimos, Ўlo perdimos, maldita sea! Y ahora otro sujeto lo cobrarб. Esa recompensa pudo haber sido mнa, debiу ser mнa…
El posadero dejу de gritar cuando Bothari lo inmovilizу contra una pared. Sus pies se agitaron en el aire mientras el rostro del sargento se inclinaba hacia йl, con una repentina expresiуn salvaje.
— їQuй ha pasado?
— Una patrulla de Vordarian vino a buscar a ese sujeto. Parece que tambiйn se llevarбn a su socio. — La voz del posadero vacilaba entre la ira y el miedo -. ЎLos tienen a los dos, y yo me he quedado sin nada!
— їLos tienen? — repitiу Cordelia con desmayo.
— Se los estбn llevando en este mismo momento, maldita sea.
Aъn existнa una posibilidad, comprendiу Cordelia. Decisiуn de mando o compulsiуn tбctica, en realidad ya no importaba. Extrajo un aturdidor del bolso; Bothari retrocediу y ella disparу al posadero, quien la miraba con la boca abierta. Bothari ocultу su cuerpo inerte tras el escritorio.
— Debemos intentar rescatarlos. Drou, saca el resto de las armas. Sargento, llйvenos allн. ЎVamos!
Y asн fue como se encontrу corriendo calle abajo hacia una situaciуn que cualquier barrayarйs sensato tratarнa de evitar: un arresto nocturno efectuado por fuerzas de seguridad. Drou corriу junto a Bothari; al llevar el bolso, Koudelka se rezagу. Cordelia lamentу que la niebla no fuese mбs densa.
El escondrijo de los Vorpatril resultу estar a tres calles de allн, en un desvencijado edificio muy parecido al que acababan de abandonar. Bothari alzу una mano y espiaron con cautela desde la esquina, pero entonces retrocedieron. Habнa dos coches terrestres aparcados en la puerta del pequeсo hotel, aunque con excepciуn de ellos, la zona aparecнa extraсamente desierta. Koudelka los alcanzу, jadeante.
— Droushnakovi — dijo Bothari -, rodйelos. Sitъese en una posiciуn de fuego cruzado, cubriendo el otro lado de los vehнculos. Tenga cuidado, habrбn apostado algunos hombres en la puerta trasera.
Sн, las tбcticas callejeras eran sin duda la especialidad de Bothari. Drou asintiу con un gesto, revisу la carga de su arma y avanzу con actitud casual, sin siquiera volver la cabeza. Cuando estuvo segura de que el enemigo no podrнa verla, echу a correr.
— Debemos conseguir una posiciуn mejor — murmurу Bothari, quien volviу a asomar la cabeza por la esquina -. Desde aquн no veo nada.
— Un hombre y una mujer caminan por la calle — planeу Cordelia con desesperaciуn -. Se detienen a hablar ante una entrada. Miran con curiosidad a los hombres de seguridad, quienes se encuentran enfrascados en su arresto… їlograrнamos pasar?
— Por poco tiempo — dijo Bothari -. Hasta que detecten nuestras armas con sus exploradores de zona. Pero llegarнamos mбs lejos que dos hombres. Habrб que actuar muy rбpido, pero tal vez lo logremos. Teniente, cъbranos desde aquн. Tenga preparado el arco de plasma. Sуlo contamos con eso para detener un vehнculo.
Bothari ocultу el disruptor nervioso bajo su chaqueta. Cordelia se metiу el aturdidor en la cintura de la falda, y cogiу a Bothari por el brazo. Lentamente, doblaron la esquina.
Esto era realmente una idea estъpida, decidiу Cordelia. Para intentar una emboscada como йsta, debнan haberse apostado hacнa horas. O debнan haber sacado a Padma y a Alys hacнa horas. Aunque, sin embargo… їcuбnto tiempo habнan estado vigilando a Padma? Podнan haber caнdo en una trampa y quedar atrapados con la pareja.
Basta de «podrнa haber sido». Presta atenciуn al ahora.
Los pasos de Bothari se hicieron mбs lentos al aproximarse a una entrada en sombras. La hizo entrar y se inclinу hacia ella, con el brazo apoyado en la pared. Ya estaban lo bastante cerca de la escena del arresto para oнr voces y crujidos producidos por los intercomunica-dores.
Justo a tiempo. A pesar de la camisa y el pantalуn raнdos, Cordelia reconociу al hombre inmovilizado por un guardia contra el vehнculo. Era el capitбn Vorpatril. Tenнa el rostro ensangrentado y los labios hinchados, curvados en la tнpica mueca inducida por el pentotal. La sonrisa se transformaba en una expresiуn de angustia, para luego volver a aparecer, y sus risitas se convertнan en gemidos.
Enfundados en sus uniformes negros, los hombres de seguridad estaban sacando a una mujer del hotel. Los que se encontraban en la calle la miraron; Cordelia y Bothari tambiйn.
Alys Vorpatril sуlo llevaba una camisa de noche con una bata, y zapatos bajos sin calcetines. Su cabello oscuro estaba suelto alrededor de su rostro pбlido; tenнa todo el aspecto de una loca. Su embarazo era imposible de ocultar, y la bata negra se abrнa sobre el vientre blanco de la camisa de noche. El guardia que la hacнa avanzar le sujetaba los brazos en la espalda; Alys estuvo a punto de perder el equilibrio cuando el hombre la tirу hacia atrбs.
El jefe de guardia, un coronel, revisу su panel de informe.
— Entonces ya los tenemos. El lord y su heredero. — Sus ojos se posaron sobre el abdomen de Alys Vor-patril, y despuйs de sacudir la cabeza el hombre hablу en su intercomunicador -: Regresad, muchachos, por ahora hemos terminado.
— їQuй diablos se supone que debemos hacer con esto, coronel? — preguntу el teniente con inquietud. Con voz fascinada y desalentada a la vez, se acercу a Alys Vorpatril y le alzу la camisa de noche. Ella habнa engordado en los ъltimos dos meses. Tenнa el mentуn y los senos mбs redondeados, y tanto sus piernas como el vientre se veнan mбs gruesos. Con curiosidad, el joven posу un dedo sobre su carne blanca y apretу. Ella permaneciу en silencio, con el rostro enfurecido ante su atrevimiento y con lбgrimas de miedo en los ojos — Nuestras уrdenes son matar al lord y a su heredero. Nadie ha dicho que la matemos a ella. їSe supone que debemos sentarnos a esperar? їExprimirla? їAbrirla en canal? — Su voz se volviу mбs persuasiva -. O tal vez sуlo debamos llevarla con nosotros al cuartel general.
El guardia que la sujetaba por detrбs adelantу las caderas contra las nalgas de la mujer, una y otra vez, en un movimiento de significado inconfundible.
— No tenemos que ir directamente hasta allн, їverdad? Quiero decir… esto es carne Vor. Menuda oportunidad.
El coronel lo mirу y escupiу con disgusto.
— Cabo, es usted un pervertido.
Cordelia descubriу que la forma en que Bothari observaba la escena ya no tenнa nada de tбctico. Estaba profundamente excitado. Tenнa los ojos vidriosos y la boca entreabierta.
El coronel guardу su intercomunicador y extrajo el disruptor nervioso.
— No. — Sacudiу la cabeza -. Esto lo haremos rбpida y limpiamente. Apбrtese, cabo.
Extraсa misericordia…
El guardia doblу las rodillas de Alys y la empujу hacia abajo, dando un paso atrбs. Ella tratу de amortiguar la caнda con las manos, pero su vientre golpeу con fuerza contra el pavimento. Padma Vorpatril emitiу un gemido en medio de su estupor. El coronel alzу el disruptor nervioso y vacilу, como tratando de decidir si debнa apuntarlo a la cabeza o al torso.
— Mбtelos — susurrу Cordelia en el oнdo de Bothari. Desenfundу el aturdidor y disparу.
Bothari no sуlo despertу, sino que entrу en una especie de frenesн; el disruptor nervioso y el aturdidor de Cordelia se descargaron sobre el coronel al mismo tiempo, aunque ella habнa desenfundado primero. Entonces Bothari se puso en movimiento, y su figura oscura saltу para ocultarse detrбs de un coche aparcado. Sus chisporroteantes descargas azules electrificaron el aire; dos guardias mбs cayeron al suelo mientras los demбs se cubrнan tras sus vehнculos terrestres.
Alys Vorpatril, todavнa en el suelo, se acurrucу tratando de protegerse el abdomen con las manos y las piernas. Padma Vorpatril, aturdido por la droga, se tambaleу hacia ella con los brazos extendidos, supuestamente con la misma intenciуn. El teniente, rodando sobre el pavimento, se detuvo para apuntarle con el disruptor nervioso.
Su intenciуn resultу fatal para йl. En un fuego cruzado, el disruptor nervioso de Droushnakovi y el haz del aturdidor de Cordelia se cruzaron sobre su cuerpo… aunque llegaron tarde por una fracciуn de segundo. La descarga del disruptor dio directamente en la nuca de Padma Vorpatril. Unas chispas azules saltaron, sus cabellos oscuros se encendieron de anaranjado, y el cuerpo de Padma sufriу una violenta convulsiуn y acabу cayendo contorsionado. Alys Vorpatril gimiу, un lamento breve interrumpido por una exclamaciуn. Por un momento, pareciу paralizada sin saber si acercarse a йl o arrastrarse en sentido contrario.
La posiciуn de Droushnakovi era perfecta. El ъltimo guardia muriу mientras trataba de abrir la cubierta del vehнculo blindado. Un conductor, protegido dentro del segundo vehнculo, optу por la prudencia y tratу de escapar. El arco de plasma de Koudelka, lanzado al mбximo de su potencia, detonу sobre el coche cuando йste aceleraba en la esquina. El vehнculo patinу violentamente produciendo chispas a su paso, y se estrellу contra un edificio.
Sн, їy toda, la estrategia de esta misiуn no se basaba en que debнamos permanecer invisibles?, pensу Cordelia vertiginosamente, mientras corrнa. Ella y Droushnakovi llegaron junto a Alys Vorpatril al mismo tiempo; las dos ayudaron a la temblorosa mujer a levantarse.
— Debemos salir de aquн — le dijo Bothari, quien abandonу su posiciуn para acercarse a ellas.
— Buena idea — convino Koudelka cuando estuvo frente a toda aquella carnicerнa espectacular. Resultaba sorprendente lo silenciosa que estaba la calle. No permanecerнa asн mucho tiempo, sospechaba Cordelia.
— Por aquн. — Bothari seсalу un callejуn estrecho y oscuro -. Deprisa.
— їNo deberнamos llevarnos ese coche? — preguntу Cordelia, seсalando el vehнculo terrestre.