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Las reservas de Ezar incluнan dinero en efectivo: marcos barrayareses de diversa denominaciуn. Tambiйn incluнan algunos documentos preparados para Drou, y no todos ellos habнan caducado. Cordelia uniу las dos cosas y enviу a Drou a comprar un coche terrestre usado. Luego aguardу junto a las provisiones mientras, lentamente, Bothari iba abandonando su posiciуn fetal y se recuperaba lo suficiente para caminar.

Salir de Vorbarr Sultana siempre habнa sido el punto mбs dйbil de su plan, quizб porque en realidad nunca habнa creнdo que llegasen tan lejos. Para que la ciudad no se derrumbase bajo sus pies, Vordarian habнa ordenado restringir rigurosamente las salidas. Para el monocarril era necesario contar con pases y permisos. Las aeronaves habнan sido prohibidas, y cualquier guardia estaba autorizado a disparar si veнa una. Los coches terrestres debнan atravesar innumerables bloqueos de caminos. El viaje a pie era demasiado lento para un grupo cargado y agotado. Todas las posibilidades eran peligrosas.

Despuйs de una eternidad, Drou regresу muy pбlida para conducirlos por los tъneles hasta una oscura calle lateral. La ciudad estaba cubierta por una capa de nieve sucia de hollнn. En direcciуn a la Residencia, a un kilуmetro de distancia, una nube mбs oscura se elevaba para confundirse con el cielo gris invernal; al parecer, el incendio aъn no habнa sido controlado. ї Cuбnto tiempo mбs seguirнa funcionando la decapitada estructura de mando de Vordarian? їYa se habrнa difundido el rumor de su muerte?

Tal como Cordelia habнa indicado, Drou comprу un viejo coche muy simple y discreto, aunque contaba con los fondos suficientes como para conseguir el vehнculo mбs lujoso de toda la ciudad.

Cordelia deseaba conservar el resto del dinero para los puntos de inspecciуn.

Pero йstos no resultaron tan peligrosos como ella habнa temido. En realidad, el primero estaba desierto. Probablemente los guardias habнan sido llamados para combatir el incendio o para rodear el perнmetro de la Residencia. El segundo estaba atestado de vehнculos y conductores impacientes. Los inspectores parecнan indiferentes y nerviosos, distraнdos por los rumores que llegaban a la ciudad. Un grueso fajo de billetes, entregados bajo el documento falso de Drou, desapareciу en el bolsillo de un guardia. El hombre hizo seсas a Drou para que siguiera adelante y llevase a casa a su «tнo enfermo». Bothari parecнa bastante enfermo, de eso no cabнa duda, acurrucado bajo una manta que tambiйn ocultaba la rйplica. En el ъltimo punto de inspecciуn, Drou «repitiу» un rumor que habнa escuchado sobre la muerte de Vordarian, y el guardia desertу en ese mismo instante: se cambiу el uniforme por ropas de civil y luego desapareciу del lugar.

Durante toda la tarde, avanzaron en zigzag por caminos en malas condiciones hasta llegar al Distrito neutral de Vorinnis donde el viejo coche terrestre muriу por un fallo en el tren de potencia. Entonces lo abandonaron para abordar el sistema de monocarril. Cordelia impulsaba a su pequeсo grupo a seguir adelante sin pausa, ya que el reloj de su cabeza avanzaba constantemente. A medianoche se presentaron en la primera instalaciуn militar de la frontera leal, un depуsito de suministros. Drou tuvo que discutir durante varios minutos con el oficial de servicio para persuadirlo de que 1) los identificase, 2) los dejase entrar, y 3) les permitiese utilizar el sistema de comunicaciones militar para llamar a la base Tanery y solicitar un transporte. Al llegar a este punto, de pronto el oficial se volviу mucho mбs eficiente. Una nave de alta velocidad fue enviada de inmediato a buscarlos.

Al acercarse a la base Tanery al amanecer, Cordelia tuvo una desagradable sensaciуn de deja. vu. Era tan parecida a su llegada desde las montaсas, que fue como si hubiese retrocedido en el tiempo. Tal vez habнa muerto e ido al infierno, y su eterno castigo serнa repetir los acontecimientos de las tres ъltimas semanas una y otra vez, por toda la eternidad. Cordelia se estremeciу.

Droushnakovi la observaba, preocupada. El agotado Bothari dormitaba en la cabina de pasajeros. Dos hombres de Seguridad Imperial, para Cordelia absolutamente idйnticos a los que acababan de asesinar en la Residencia, mantuvieron un nervioso silencio. Ella se aferraba a la rйplica que llevaba en el regazo. La bolsa de plбstico descansaba a sus pies. Aunque fuese irracional, no podнa perder de vista a ninguna de las dos, aunque estaba claro que Drou hubiese preferido que la bolsa viajase en el compartimiento de equipaje.

La nave se posу suavemente sobre su plataforma, y los motores quedaron en silencio.

— Quiero al capitбn Vaagen, y lo quiero ahora — repitiу Cordelia por quinta vez mientras los hombres de Illyan los hacнan descender hacia la zona de recepciуn.

— Sн, seсora. Ya estб en camino — volviу a asegurarle el hombre de Seguridad Imperial. Ella lo mirу con desconfianza.

Cautelosamente, los dos hombres les retiraron el arsenal que traнan consigo. Cordelia no podнa culparlos; ella tampoco hubiese permitido que un grupo de aspecto tan desquiciado llevase armas. Gracias a las reservas de Ezar, las dos mujeres no iban mal vestidas, aunque no habнan encontrado nada de la talla de Bothari, por lo que йste aъn llevaba su roсoso uniforme negro. Afortunadamente, las manchas de sangre seca no se notaban demasiado. Pero todos tenнan los ojos hundidos y el rostro demacrado. Cordelia se estremecнa, Bothari sufrнa contracciones en las manos y los pбrpados, y Droushnakovi tenнa la inquietante tendencia a llorar en silencio, en momentos imprevistos, deteniйndose tan repentinamente como comenzaba.

Despuйs de mucho rato — sуlo unos minutos, se dijo Cordelia con firmeza — el capitбn Vaagen apareciу, acompaсado por un tйcnico. Iba vestido con un uniforme verde, y sus pasos habнan recuperado la velocidad acostumbrada. El ъnico recuerdo de sus heridas parecнa ser el parche negro que le cubrнa el ojo; no le quedaba mal y le otorgaba un cierto aire de pirata. Cordelia deseу que el parche sуlo fuese temporal y parte de un tratamiento.

— ЎSeсora! — Йl logrу esbozar una sonrisa, la primera vez en bastante tiempo que habнa movido esos mъsculos faciales, sospechу Cordelia. Su ъnico ojo tenнa un brillo triunfante -. ЎLo ha logrado!

— Eso espero, capitбn. — Le entregу la rйplica, la cual no habнa permitido que fuese tocada por los hombres de Seguridad Imperial -. Espero que hayamos llegado a tiempo. Aъn no se ha encendido ninguna luz roja, pero sonу una pequeсa seсal de alarma. Yo la desconectй, ya que me estaba volviendo loca.

Йl observу el artefacto y revisу las lecturas.

— Bien. Bien. Las reservas de nutrientes estбn muy bajas, pero aъn no se han agotado. Los filtros continъan funcionando, el nivel de бcido ъrico es alto, pero no ha sobrepasado los lнmites de tolerancia… creo que se encuentra bien, seсora. Vivo, quiero decir. Necesitarй mбs tiempo para determinar lo que ha ocurrido con mis tratamientos de calcificaciуn ante esta interrupciуn. Estaremos en la enfermerнa. En menos de una hora podrй comenzar a efectuarle los servicios.

— їCuenta con todo lo necesario allн?

Los blancos dientes de Vaagen brillaron.

— Al dнa siguiente de su partida, lord Vorkosigan me permitiу comenzar a organizar un laboratorio. Por si acaso, me dijo.

Aral, te amo.

— Gracias. Vaya, vaya. — Depositу la rйplica en manos de Vaagen, y йl se marchу a toda prisa.

Cordelia permaneciу sentada como una marioneta a la cual le hubieran cortado los hilos. Ahora podнa permitirse el lujo de sentir todo el peso de la fatiga. Pero todavнa no podнa detenerse Tenнa otra informaciуn muy importante que transmitir. Y no a esos dos sujetos de Seguridad Imperial, quienes seguнan fastidiбndola… Cerrу los ojos y los ignorу, dejando que Drou balbucease algunas respuestas a sus absurdas preguntas.

El deseo se enfrentaba con el miedo. Ella querнa a Aral, pero lo habнa desafiado. їEsto habrнa herido su honor, habrнa lastimado su ego masculino tan barrayarйs hasta el punto de no poder perdonarla? їHabrнa perdido su confianza para siempre? No, esa sospecha era injusta. Pero la credibilidad pъblica frente a sus pares, parte de la delicada psicologнa del poder… їhabrнa quedado daсada por su culpa? їHabrнa alguna desdichada e imprevista consecuencia polнtica por culpa de su actitud, algo que volverнa a caer sobre sus cabezas? їA ella le importa? Sн, decidiу con tristeza. Era un infierno sentirse tan cansada, y al mismo tiempo que le importara tanto.

— ЎKou!

El grito de Drou hizo que Cordelia abriera los ojos. Koudelka entraba cojeando por la puerta principal de la oficina. Gracias a Dios, el hombre volvнa a vestir su uniforme y estaba pulcro y bien afeitado. Sуlo las marcas grises bajo sus ojos no eran reglamentarias.

A Cordelia le encantу notar que el encuentro entre Kou y Drou no era en absoluto militar. De inmediato el teniente se vio abrumado por la joven rubia y desaliсada, intercambiando palabras como «cariсo», «amor», «gracias a Dios», «a salvo», «dulzura»… Los hombres de Seguridad Imperial se apartaron, incуmodos ante la explosiуn de sentimientos que irradiaban de sus rostros. Cordelia se sintiу complacida al mirarlos. Era un modo mucho mбs sensato de saludar a un amigo que todas esas estъpidas venias.

Se separaron sуlo para mirarse mejor el uno al otro, sin soltarse las manos.

— Lo has logrado — dijo Droushnakovi con una risita -. їCuбnto tardasteis… y lady Vorpatril se encuentra…?

— Llegamos sуlo dos horas antes que vosotros — dijo Kou con la respiraciуn agitada, reoxigenбndose despuйs de un beso heroico -. La seсora Vorpatril y el niсo estбn internados en la enfermerнa. El mйdico dice que ella sуlo sufre una gran fatiga y tensiуn. Estuvo increнble. Pasamos algunos momentos difнciles con las patrullas de Vordarian, pero nunca se rindiу. Y vosotros… Ўlo habйis logrado! Me crucй con Vaagen en el pasillo, y llevaba la rйplica… Ўhabйis rescatado al hijo de mi seсor!

Droushnakovi dejу caer los hombros.

— Pero perdimos a la princesa Kareen.

— Oh. — Йl le tocу los labios -. No me cuentes nada… Lord Vorkosigan me ordenу que os llevase a verlo en cuanto llegarais. Le informarйis de todo antes que a nadie. — Ahuyentу a los hombres de Seguridad Imperial como a moscas, algo que Cordelia estaba deseando desde hacнa rato.

Bothari tuvo que ayudarla a levantarse. Ella recogiу la bolsa de plбstico amarillo. Con ironнa observу que llevaba el nombre y el logotipo de una de las tiendas de ropa femenina mбs exclusivas.


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