En su laboratorio, el submarino Nautilus, escribe Merrill, "un hombrecito en pantalones bombachos y una camisa de seda surgió de la cámara de descompresión. Era esbelto, calvo y gentil, con ojos como los de un venado en órbitas profundas. Mi consejero era William Shakespeare. Yo dije: «Hola», pero él no me respondió..

"… una voz incorpórea anunció que íbamos a bajar a tierra, y Will y yo saltamos de una escotilla a una playa desierta…

"En la playa conocimos a mi segundo consejero Sofía Loren. Ella acababa de regresar de nadar y su camiseta de algodón se pegaba sensualmente a sus encantos. Ella también me ignoró al principio, pero se mostró llena de alegría al conocer a Shakespeare. Los dos se estrecharon la mano, intercambiaron ocurrencias, y después se tiraron en la arena, y empezaron a agitarse, a temblar, a gemir, a quejarse…"

Al día siguiente, cuando llegó el momento de enfrascarse en el serio asunto de las prácticas de rehabilitación, el orientólogo del señor Merrill le dio el nombre de una dama de sesenta y dos años que vivía en Florida. Los dos consejeros, más interesados uno en el otro que en la mujer, la examinaron en forma juguetona y se alejaron para tratar otros asuntos.

¿Se alejaron los consejeros sin brindar consejo alguno? No;… el abdomen de la mujer había desaparecido. "En su lugar", escribió Merrill, "había un tramo rosado de intestino neón que lanzaba destellos violentos". Su orientólogo le informó que la mujer se encontraba en el hospital, víctima de una grave inflamación intestinal: diverticulitis.

Los consejeros pueden ser muy reales para los graduados de Control Mental ¿Qué son ellos? No estamos seguros… quizá alguna manifestación de imaginación arquetípica, acaso una personificación de la voz interna, tal vez algo más. Lo que sí sabemos es que una vez que conocemos a nuestros consejeros y aprendemos a trabajar con ellos, la asociación es respetuosa e inapreciable.

Más de cuatro siglos antes de Cristo, el filósofo griego Sócrates tuvo un consejero que, a diferencia de nuestros consejeros en Control Mental, limitaba sus consejos a darle advertencias. Según Platón, Sócrates dijo:

"Desde mi niñez he contado con la ayuda de un ser semidivino cuya voz, de vez en cuando, me aparta de alguna empresa, pero jamás me dice lo que debo hacer".

Otro escritor, Jenofonte, atribuye a Sócrates las siguientes palabras:

"Hasta el momento la voz nunca se ha equivocado".

Como usted verá muy pronto, un graduado de Control Mental que se encuentra mentalmente en su laboratorio, consultando con toda confianza a sus consejeros, es una persona que dispone de un poder inmenso para beneficiarse a sí mismo y a otras personas. En este punto del entrenamiento de Control Mental, esto se comprende pero todavía no se experimenta.

Al día siguiente el aire casi vibra con la expectativa. Incluso los graduados que regresan con nosotros para un curso de repaso lo sienten. Hasta el momento, todo lo que el alumno ha experimentado ha sido aparente solamente para él, en la intimidad de su propia mente. Ahora ha llegado el momento de que practique de modo que todo el mundo lo pueda constatar.

Es necesario llevar al cabo dos ejercicios mentales antes de esto; ambos son exámenes mentales del cuerpo de un amigo, proceso muy semejante al que se llevó al cabo anteriormente con el animalito casero, pero en esta ocasión con enfoque más práctico. Una vez terminado esto, los estudiantes forman parejas.

Un miembro de cada pareja recibe el nombre de "psicorientólogo", y el otro el de "operador psíquico". ("Psicorientólogo" se deriva de "psicorientología", palabra que yo acuñé para describir todo lo que hacemos en Control Mental; sencillamente significa orientar a la mente).

El psicorientólogo escribe en una tarjeta el nombre de una persona que conoce, su edad, su ubicación y una descripción de algún padecimiento físico importante que le aqueje. El operador psíquico, en ocasiones con la ayuda de su psicorientólogo, entra a nivel, probablemente por primera y última vez, con una confianza incierta en lo que está a punto de llevar al cabo.

Cuando da la señal de que está preparado (a nivel, en su laboratorio y en presencia de sus consejeros) el psicorientólogo le dice el nombre, la edad, el sexo y la ubicación de la persona cuyo nombre está escrito en la tarjeta. La labor del operador psíquico consiste en descubrir qué es lo que aqueja a esta persona a la que jamás ha conocido y de quien había oído hablar hasta este momento. Examina el cuerpo de esta persona, por dentro y por fuera, en la forma ordenada en la que ha sido entrenada su imaginación, consultando con sus consejeros cuando le resulta necesario, y "hablando" quizá con la persona

El psicorientólogo insta al operador psíquico para que le informe de sus observaciones conforme avanza, y le dice: "siga hablando, incluso aunque crea que está adivinando Típicamente, quien escuchara una sesión como esta oiría esto (lo siguiente está basado en un caso real):

Psicorientólogo: “El nombre de la persona que tengo anotado aquí es John Summers. Tiene cuarenta y ocho años de edad y vive en Elkhart, Indiana. Una, dos, tres… John Summers, de Elkhart, Indiana, está ahora en su pantalla. Percíbalo, siéntalo, visualícelo, imagínelo, créalo, sabe que está allí, da por sentado que está allí. Revisa su cuerpo con tu inteligencia desde el punto en el que sabes que se encuentra su cabeza hasta el lugar en el que sabes que están sus pies, de arriba a abajo, de arriba a abajo, una vez por segundo.

"Mientras examinas su cuerpo de esta manera, deja que tu imaginación seleccione las tres áreas de mayor atracción. Mantén el ritmo de examen a una vez por segundo y menciona las áreas de atracción conforme estas vengan a tu mente. Tendrás la sensación de que lo estás inventando, pero de todos modos dime todo lo que venga a tu mente.

Operador psíquico: "Tiene el hombro derecho ligeramente caído un poco hacia adelante… Todo lo demás parece en orden excepto, quizá el tobillo izquierdo… Vamos a ver dentro del pecho… Todo está tibio… un poco más fresco hacia la derecha… más fresco y más oscuro… Le falta el pulmón derecho… Ahora vamos a ese tobillo… Parece que está bien, tan solo una pequeña línea blanca, quebrada… le duele cuando el clima está húmedo… se lo debe de haber roto en alguna ocasión… Creo que eso es todo… Espera, mi consejero femenino lo está volteando para que yo lo vea, y señala un punto detrás de sus orejas… sí, hay cicatrices terriblemente profundas allí… tuvo una operación de la región mastoidea, muy profunda… Bien, eso es todo".

Psicorientólogo: "Muy bien. Le falta el pulmón derecho y tiene una cicatriz profunda detrás de una oreja. No tengo ninguna información acerca del tobillo. Ahora repasa las sensaciones que tuviste cuando me hablabas acerca del pulmón derecho y la cicatriz detrás de la oreja. Repasa tus sensaciones y usa esto como punto de referencia la próxima vez que realices un caso de rehabilitación".

Después de un momento el psíquico regresa a Beta, sonriente, y dice:

– ¡Vaya! ¡Es fantástico!

Sí, es fantástico. Viola todo lo que hemos experimentado en este mundo sensato. Empero, se vuelve normal y común esta escena que acabo de describir. Algunos tienen unos cuantos errores en su primer caso, otros se equivocan por completo en el primero, el segundo o incluso el tercer caso; pero conforme el día va llegando a su fin, casi todos han acertado en el número suficiente de casos para saber que no se trata de una "simple coincidencia"… algo muy real está en juego aquí.

Con demasiada frecuencia pensamos que la imaginación es creadora irresponsable de tonterías. Con frecuencia lo es. Pero las obras de arte son los productos de imaginaciones entrenadas; los resultados psíquicos también son el producto de imaginaciones entrenadas de una manera muy especial! El estudiante de Control Mental, cuando funciona psíquicamente por primera vez, siente que "solamente está imaginando" lo que ve. Esta es la razón por la cual el psicorientólogo le dice que "siga hablando, incluso aunque sienta que tan solo lo está inventando". Si dejara de hablar su mente lógica podría tentarlo para que empezara a razonar las cosas, reprimiendo sus poderes psíquicos, exactamente como lo hace en la vida cotidiana.


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