La noche en Cambios era siempre de lujo. El y Grant se habían preocupado por vestirse lo mejor posible. Traje completo.
—Gracias —dijo Ari cuando el camarero le acercó la silla—. Vodka con naranja para los tres, por favor.
—Sí, sera —murmuró el camarero—. ¿Quieren el menú?
—Dentro de un ratito —respondió Justin—. Sí te parece bien, Ari.
—De acuerdo —aceptó Ari. Se acomodó en la silla y cruzó las manos sobre la mesa.
—Gracias por venir —dijo Justin en cuanto se alejó el camarero—. Te pido disculpas por lo de esta tarde. Por Grant y por mí. Fui yo. No tú. Tú no, en absoluto.
Ari cambio de posición en la silla, los labios apretados en una línea muy fina.
Y no dijo nada.
—¿Te llamó tu tío Denys?
—¿Tú lo llamaste?
—No. No creo que le gustara saber lo que sucedió. No sé hasta qué punto puede castigarte...
—Sólo porque es el administrador —dijo Ari—. No puede hacerme nada.
—No estaba seguro. —Justin vio que el camarero volvía con los combinados y esperó hasta que terminó de servir.
Ari tomó un sorbo y suspiró.
—¿Quién va a pagar esto?
—Yo —dijo Justin—. No te preocupes por la cuenta. —Y esperó mientras el camarero se retiraba con discreción. Era un rincón íntimo, bastante privado. Un considerable aumento en la cuenta lo había reservado para ellos—. Antes que nada, quiero asegurarte que estoy dispuesto a seguir trabajando contigo. Quiero decirte que tu... tu trabajo está lleno de puntos conflictivos. Pero no es un ejercicio inútil. Tienes algunas ideas que no están... del todo desarrolladas de momento. Todavía no sé hasta qué punto tu diseño está relacionado con la realidad, o lo has sacado de las ideas de tu predecesora. Si hay una gran parte de préstamo, es notable que alguien tan joven esté trabajando en ese tipo de integraciones. Sí hay algo original, resulta impresionante; porque hay un centro en esto que si yo estuviera trabajando más rápido, sin tomarme el tiempo para mostrarte tus problemas, investigaría, porque creo que es un modelo que puede ayudar.
—Si quieres, puedes hacerlo. —Sin rencor, Una frase razonable. Con tranquilidad.
—Tal vez haga las dos cosas. Con tu permiso. Porque temo que todo esto sea secreto.
—Grant puede hacerlo.
—Grant podría hacerlo. Con tu permiso. Y el de Yanni. Trabajamos para él.
—Eso es porque os negasteis a que os transfiriera. Todavía puedo hacerlo.
Justin no esperaba eso. Tomó un sorbo de whisky. Y se dio cuenta de que Grant estaba a su lado, sujeto a los errores que él cometiera.
—No suponía que siguieras pensando en eso —dijo él—, después de la escena de esta tarde.
Redireccionamiento. Cambios bruscos.
Ella tomó un poco de vodka con naranja. Dieciséis y frágil... fisiológicamente. En emociones que el alcohol podía exacerbar o ahogar. Pensamiento contradictorio en su máxima expresión, diría Grant. Pubertad, hormonas salvajes y alcohol etílico.
Ah, muchacha, sí, eso no me hizo ningún favor.
Poder. Poder político que todavía corría en ondas a través de la Unión; amenazas de asesinatos. Y toda la presión que eso comportaba.
—Me alegro de que quieras hablar —dijo Ari, con un suspiro después del vodka—. Porque te necesito. Estudio las notas de mi predecesora, con kat. Y hay cosas que sé. Hablé con el tío Denys acerca de ponerlo todo por escrito. Organizarlo todo. Le pedí que lo hicieras tú, pero él no quiso. Le dije que se fuera a la mierda.
—Ari, no digas palabrotas.
—Lo lamento. Pero eso es lo que dije. Podría haberme quedado sentada y decir que no iba a hacer nada. Pero lo que hice está bien, políticamente, si el Departamento se ha enterado. Es como una prueba de que soy real. Así que muy pronto sabrás qué es mío y qué pertenece a Ari. Te voy a decir una cosa que tal vez ya adivinas: no vamos a publicar todas las notas. Algunas no están terminadas. Y algunas son secretas. —Tomó otro sorbo. El nivel del líquido no disminuyó mucho—. Ya pensé en esto. Reflexioné mucho tiempo. Y tengo un problema porque tú eres el que está trabajando con grupos profundos, tú eres el que podría enseñarme las cosas que necesito. Giraud es muy brillante, pero no sigue el mismo camino. En absoluto. Y no me interesa su trabajo. Denys es brillante. Pero trabaja a muy corto plazo y en tiempo real. ¿Quieres saber la verdad? En realidad Giraud no es Especial. Alguien tenía que tener la categoría para conseguir la protección que por entonces necesitaba Reseune. El Especial es Denys, pero él no quería: lo hubiera hecho demasiado público. Así que consiguió que se lo dieran a Giraud.
Él la observó, preguntándose si sería cierto, si podía ser cierto.
—Está en las notas de Ari —explicó ella—. Ahora sabes algo más de Denys. Pero yo no le contaría que lo sabes. Se enfadaría conmigo por revelártelo. Por eso debes ir con cuidado. Aprendí mucho del tío Denys, durante años. Todavía aprendo. Pero el trabajo que me interesa es el de los macrogrupos y el de los grupos de valores. Tú eres el único que está trabajando en lo que Ari quería que yo hiciera. Y yo le hago caso.
—Le haces caso...
—Sus notas. Tenía mucho que decirme. Muchos consejos. A veces, no le hago caso y después casi siempre me arrepiento. Como esta tarde.
—¿Aparezco... aparezco en las notas?
—Algunas cosas sí. Que Ari le dijo a Jordan que hiciera una R. Que ella y Jordan hablaron mucho sobre el problema de la clon de Bok y de la psique de una R con el padre cerca..., y una como la clon de Bok, sin el padre. Resulta interesante. Si quieres, te dejaré leerlo.
—Me gustaría.
—Grant también aparece algunas veces. Te lo puedo dar. Van a sacar todo lo tuyo de las notas para el Departamento porque no quieren que lo lean. Según el tío Denys, tu padre no lo quiere ahí.
No es una niña. Despierta, tonto. Recuerda con quien estás tratando. Dieciocho años dormido. Despiértate.
—No has venido sin armas —silbó él—. Armas en los dos sentidos, supongo.
Ella lo ignoró, excepto por un leve contacto de la mirada, profundo y directo. Y espetó:
—¿Por qué no te gusto, Justin? ¿Tienes problemas con las mujeres?
Por segunda vez perdió el control. Mucho. Y después se dominó, un poco de firmeza, incluso antes de sentir el toque de Grant en la rodilla.
—Ari, estoy en desventaja en esta conversación porque tú tienes dieciséis años, a pesar de todo.
—Cronológicamente.
—Emocionalmente. Y no deberías tomar ese maldito vodka.
Ari esbozó una tenue sonrisa.
—Me mantiene tranquila. Hace que no me aburra de los tontos. Si estoy borracha, soy tan rara como todos los demás.
—En eso te equivocas.
—Tú no eres mi madre.
—¿Quieres hablar de eso? —Para evitar el otro tema—. No lo creo. Eso demuestra cómo te afecta la bebida.
Ella negó con un gesto.
—No. Si quieres golpearme con eso, hazlo. Yo te he tirado un ataque a la cara. Así que me estás tratando bien. Volvamos a lo de antes. Quiero una respuesta sincera y directa, ya que me estás tratando bien. ¿Espor lo de las mujeres, es porque soy más inteligente que tú o es porque no me soportas?
—Quieres pelea, ¿no? Yo no he venido para eso. Otro gesto con la cabeza. No.
—Tengo dieciséis años, ¿no? Ari dijo que la adolescencia era un infierno. Dijo que las relaciones con CIUD siempre terminan con la pérdida de una amistad. Porque la gente no quiere que uno esté tan cerca. Nunca. Dijo que nunca comprendería a los CIUD. Pero yo, para mi propia educación, por una vez quisiera que alguien me lo explicara. ¿Por qué no te gusto?
El olor del zumo de naranja. Y un perfume extraño.
Esto es todo lo que hay, encanto. No mejora.
Ah, Dios, Ari.
Justin se atragantó. Sintió su propio pánico, sintió la mano que le aferraba la muñeca.
—Sera —murmuró Grant.
—No —lo interrumpió él con voz tranquila—. No. —Y sabía más sobre esa mujer hacía dieciocho años de lo que había aprendido en aquella noche o en todos los años siguientes.